COVID-19, algo de salud y todo al trabajo: las medidas del gobierno de Montenegro en la pandemia

 

Diciembre de 2019, el comienzo de un brote en la ciudad de Wuhan, China, parecía algo llamativo pero lejano, solo algunos especialistas pusieron el ojo en lo que días más tarde se convertiría en una pandemia prácticamente sin precedente en el mundo. De ahí, las cuarentenas y las decisiones de gobierno; los cambios de costumbres y una nueva normalidad; las crisis existentes y las generadas por esta etapa; las vacunas y las nuevas olas; todo en poco tiempo y en el medio los gobiernos tratando de hacer equilibrio, algo que a muchos les fue imposible. 

Por estas tierras de dicotomías y grietas, no perdimos la oportunidad de generar nuevas. “Salud o trabajo” fue la primera, casi como un latiguillo de líderes salvadores de vida, que luego se fue complicando por el rumbo de las cosas. En General Pueyrredon, a la vista de los hechos, Guillermo Montenegro usó la variante del conector y la convirtió en “salud y trabajo”. Pero, ¿es verdadero que el gobierno municipal hace hincapié en ambas cosas?

La ¿falsa? dicotomía “salud o trabajo”

La pandemia de COVID-19 generó una nueva e inesperada etapa en todo el mundo. La disruptiva y violenta aparición del virus generó que tuviésemos que adaptarnos a una nueva realidad para la que nadie estaba preparado. 

Ante esto, cambiamos hábitos y costumbres. Individualmente, mejoramos cuestiones de higiene y cuidado, nos adaptamos a los trabajos a distancia o home office, comenzamos a hacer todo por internet, festejamos cumpleaños por Meet y nuestros hijos fueron a clase vía Zoom, para dar algunos ejemplos rápidos. En lo colectivo, las medidas adopatadas por los gobiernos fueron, en muchos casos, sin demasiada información ante la novedad y el desborde de los primeros tiempos. Decisiones intempestivas que buscaron la prevención, como la cuarentena estricta, parecían ser lo más adecuado y lo único factible hasta ver un horizonte. La salud ante todo y ya veremos cómo se presenta alguna solución.

Para no extendernos en raccontos de una historia que ya conocemos, vamos a resumir diciendo que en los países desarrollados empezaron a notarse los efectos secundarios de la cuarentena, consistentemente en las economías de todas las escalas, desde lo macro hasta las familiares. Y el golpe fue bastante intenso en ese sentido. Para los países en desarrollo (o directamente pobres) como los nuestros, el efecto fue devastador en los primeros meses. Y así nació una de las dicotomías estrella de la pandemia: “Salud o trabajo”.

Desde el gobierno nacional, en cada conferencia de prensa brindada por el presidente Alberto Fernández o alguno de sus funcionarios, se sostuvo que no había discusión posible y siempre era prioridad la salud. En ese sentido también se mantuvo la provincia de Buenos Aires, cuyo gobernador Axel Kicillof insistió en cada oportunidad en “cuidar la vida de las y los bonaerenses”, aunque considera un falso dilema elegir entre salud o economía. La cosa fue distinta para nuestro Partido de General Pueyrredon donde, pasado solo un mes y algo de cuarentena, el intendente Guillermo Montenegro cambió la duda por un conector y empezó lo que sostiene hasta estos días “salud y trabajo”. Sin embargo, ¿esto se cumple?

¿Salud y trabajo?, la premisa a cumplir en Mar del Plata

A pocos meses del primer caso de COVID positivo en la ciudad, exactamente el 10 de mayo del 2020, la gestión de Montenegro publicó una guía de recomendaciones vinculadas a la salud. Afrontar el aislamiento, alimentación saludable, consejos psicológicos, crianza en cuarentena, desinfección de alimentos y tapabocas e higiene doméstica son algunos de los títulos que proponen desde la Municipalidad. Sin embargo, no dejan de ser recomendaciones que apelan a la responsabilidad individual de cada uno de los ciudadanos.

Durante esos primeros meses, bajo un protocolo de “internación extra hospitalaria”, General Pueyrredon contó con hoteles que fueron cedidos al Municipio para aislar a pacientes con síntomas leves y para los repatriados que se encontraban regresando a la ciudad. En este sentido, el incentivo por la telemedicina como herramienta en forma de videoconferencia interactiva fue otra de las medidas que demostraban la promoción de la salud en el Municipio. Sin embargo, parecieran ser las únicas directas en cuanto al cuidado y prevención por la pandemia.

Los controles y retenes en la entrada a la ciudad a quienes provenían de zonas de circulación comunitaria e intentaban ingresar por motivos de fuerza mayor se intensificaron luego del famoso caso del cordobés que llegó infectado y con documentación falsa. La nueva medida consistía en, además de contar con el permiso de circulación emitido por el Gobierno Nacional, pedir una autorización especial a la Municipalidad tres días antes de viajar.

De la misma manera, aunque ya avanzada la pandemia, se realizaron jornadas de detección Covid en distintos barrios de la ciudad con el objetivo de disminuir la circulación y evitar que los vecinos tengan que trasladarse hasta un centro de salud. Así también, los controles y las desarticulaciones de fiestas clandestinas cada fin de semana regularon las restricciones impuestas para frenar los contagios por coronavirus.

Sin embargo, estas medidas parecen no ser suficientes para justificar el equilibrio del concepto “salud y trabajo”. La insuficiencia de personal sanitario, la falta de hisopados, vacunas y camas de internación y la denuncia por la disminución de los horarios de atención en los centros de salud públicos, como publicaba, por ejemplo, el portal QuéDigital, son algunas de las problemáticas que no tuvieron respuesta por parte del municipio.

A pesar de esto, las medidas vinculadas al trabajo destacaron durante toda la gestión de Montenegro. Desde la implementación de pruebas piloto para comercios minoristas con obligaciones y recomendaciones para la atención al público hasta su posterior apertura casi sin restricciones, la ciudad fue avanzando a través de las distintas fases.

Primero locales comerciales, luego gastronómicos y, arribando al inicio de la temporada, los balnearios trabajaron bajo los protocolos correspondientes. Si bien no se cumplían -ni se cumplen- en todos los espacios, la deuda de Montenegro con esos sectores estaba saldada.

No es necesario aclarar que Mar del Plata es la cuna del turismo en la costa atlántica y la apertura de la ciudad comenzaba a brillar al final del túnel. La reactivación de la noche marplatense, primero con restricción horaria y luego únicamente estableciendo burbujas dentro de los locales bailables, convocó a una gran cantidad de turistas que llegaron a la ciudad a disfrutar del verano como si la pandemia no existiese. Es así como los balnearios y boliches atestados de personas demostraron una baja exigencia de los controles en la ciudad, nuevamente, priorizando el trabajo antes que la salud.

Conclusión

Este informe no está juzgando el accionar de la gestión, sino la idea de haber cumplido con su premisa de “salud y trabajo”, para posicionarse en un discurso político distinto a lo que plantean Alberto Fernández y Axel Kicillof en sus apariciones públicas.

Como vemos, el gobierno de Montenegro aportó poco al cuidado de la salud en medio de la pandemia de COVID-19, dejando esta tarea o el mejoramiento de aquellos que padecieron el virus, así como las vacunas y los hisopados, a los hospitales bonaerenses o el sector privado. En el caso de los hisopados, con algunas dudas que surgieron sobre los acuerdos con un laboratorio.

En el caso de las medidas a tomar, quedaron a cargo de manera exclusiva a lo dictaminado por Nación o Provincia, incluso aseverando que “no está de acuerdo pero va a acatar”. No hubo nada que lo expusiera a Montenegro en una decisión que reforzara eso, vinculada a la prevención de la salud. 

Es verdad que las posibilidades de gestión en estos aspectos para un gobierno municipal son pocas, sin embargo, se pidió una emergencia sanitaria y no está claro cuál fue el uso que se le dio a la hora de ver lo realizado en pandemia, como sí se ve la determinación en lo vinculado al comercio y la industria.

Sí, la gestión Montenegro hizo un gran esfuerzo para sostener una economía débil como la marplatense que, pese a eso, tendrá un año difícil con cifras alarmantes en desocupación y pobreza.

Sí, se hizo un fuerte trabajo en establecer protocolos (después quedará ver si todos cumplieron) para que los distintos sectores económicos y comerciales pudiesen funcionar casi con normalidad desde mediados del 2020, momento en el cual el país seguía con la cuarentena estricta.

En síntesis, podríamos decir que la gestión Montenegro se enfocó más en la parte de “trabajo”, que en la de “salud”. En este informe, insistimos, sobre cómo el municipio decidió focalizar la pandemia, no es más que una demostración de aquello que está a la vista y que en esta verificación comprobamos. De hecho, el enfoque del intendente es compartido por una gran mayoría de los marplatenses y batanenses, según las encuestas.

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