Balcarce: proyecto de extensión convierte en fuente de trabajo para sus egresados a la huerta de una escuela
A raíz de los resultados obtenidos en el proyecto de extensión “La huerta y el comedor escolar: ámbitos para repensar nuestras prácticas alimentarias y los espacios de comensalidad”, la Dra. Gabriela Fasciglione, ingeniera en alimentos y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, junto a la Dra. María Laura Cendon, docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigadora del INTA, se propusieron abordar un segundo proyecto de extensión bajo del título de “Calidad y alimentación en la comunidad educativa escolar del Partido de Balcarce”.
El territorio tratado en el primer proyecto había sido la Escuela de Educación Especial Nº 502 de la ciudad de Balcarce, en este segundo caso “nos vinculamos con otra escuela de educación especial de Balcarce que disponía de sala de elaboración de alimentos y que contaba con un proyecto de generar una boca de expendio para la venta de alimentos saludables de la institución” explica Gabriela.
Los estudiantes de esta institución, desde hacía varios años, “trabajaban en el área de huerta e invernáculo porque disponían de una sede en el campo y de una sala de elaboración de alimentos”.
En este caso, el proyecto inició por “la necesidad de generar una fuente de trabajo para sus egresados porque, hoy en día, les cuesta mucho insertarse en el medio laboral. Aquí se nos propuso un desafío muy importante ya que debíamos acompañar a los chicos en la elaboración segura de alimentos en cuanto a buenas prácticas” afirma.
Para abordar este eje, “realizamos diversas charlas sobre buenas prácticas a la hora de manipular alimentos crudos o cocidos y un taller teórico en cuanto a la higiene correcta de las manos, donde participó la cátedra de microbiología de la Facultad de Ciencias Agrarias” relata la investigadora.
El taller tuvo su parte práctica donde “realizamos una actividad en la cual un grupo de chicos no lavó sus manos previo a la elaboración de alimentos, otro grupo lo hizo de manera rápida y se secó con una toalla que tenía varios usos y el último grupo se lavó las manos correctamente, se secó con papel tissue y, además, se desinfectó con alcohol en gel. Luego, estos tres grupos apoyaron sus manos sobre placas de petri que tenían medios de cultivo específicos para el desarrollo de los microorganismos que ellos podían llegar a tener en sus manos. Luego de una semana, fue muy interesante ver el impacto que generó en ellos el lavado incorrecto de manos.
A medida que fueron transcurriendo los meses, a estas actividades de extensión se acercó a participar la comisión directiva de la Sociedad de Protección a la Infancia de la ciudad de Balcarce, donde había un grupo de cuidadoras y de niños que se acercaron a participar en la elaboración de alimentos saludables.