Parásitos: un rol fundamental en los procesos ecológicos y una relación de amor con mala prensa

Foto: Departamento de Comunicación CONICET - Mar del Plata

 

Matias Merlo es investigador asistente del CONICET Mar del Plata y forma parte del Laboratorio de Parasitología que depende del Instituto de Investigaciones en Producción, Sanidad y Ambiente (IIPROSAM, CONICET-UNMDP). Al finalizar su Licenciatura en Biología se enamoró de los parásitos gracias a la vocación de una querida docente de la UNMDP, Norma Sardella. “Terminada la cursada toqué la puerta del laboratorio y comencé a trabajar con Jorge Etchegoin, que fue mi director de Tesis de grado y de Doctorado”, relata Matias.

Estudiar los parásitos puede ser simple de explicar pero complejo de comprender su atracción. Para Matias Merlo, es bastante fácil y lo explica de esta manera: “Disfruto mucho el estudio de estos bichos que no tienen tanta atención y además tienen muy mala prensa, dado que por lo general se los considera agentes nocivos. Sin embargo, los parásitos cumplen un rol fundamental en los procesos ecológicos que ocurren en los ecosistemas. Además, pero mucho más importante, en la Parasitología en Argentina uno se puede encontrar con gente muy buena, predispuesta a ayudarte en lo personal y en lo profesional”.

A partir de los estudios de la Parasitología se pretende entender varios aspectos relacionados al rol que tienen los parásitos en el flujo de energía y en la dinámica de las comunidades de sus hospedadores. También es importante para comprender el efecto más directo que tienen los parásitos en sus hospedadores, afectando su comportamiento, reproducción y mortalidad. Estas investigaciones tienen como objetivo a largo plazo la utilización de los parásitos como bio-indicadores de calidad del ambiente, efecto antrópico y cambio climático.

A través del ciclo de vida complejo de algunos de los parásitos podemos saber cuáles otros animales están presentes en el ambiente y es posible detectar cambios de estas comunidades causados por diferentes disturbios mediante el estudio de las comunidades parasitarias.

El grupo de investigación del que forma parte Matías tiene como Director a Jorge Etchegoin y como integrantes actuales a Agustina Mendez Casariego, Manuela Parietti y Lorena Martínez. En el caso de la línea de investigación del grupo involucran siempre a parásitos de invertebrados, principalmente de caracoles y de crustáceos de agua dulce. “Lo que buscamos es conocer un poco más la biodiversidad de estos parásitos, como así también la dinámica temporal y espacial de las comunidades parasitarias. Relacionado a esto, también estudiamos las relaciones hospedador-parásito, esto quiere decir que estudiamos cómo responden los hospedadores (organismos que contienen al parásito) a la presencia de los parásitos, para que logren convivir en equilibrio”, afirma Matias.

El material de estudio surge de todos las lagunas pampeanas y costeras que rodean a Mar del Plata. El grupo ha realizado muestreos en las lagunas de Los Padres, La Brava, Nahuel Rucá, Mar de Cobos, Mar Chiquita, del Puerto de Mar de Plata, Chascomús, entre otras. También en varios arroyos urbanos y periurbanos que desembocan en el mar.

En este sentido, Matías afirma que, “si bien en Argentina hay una tradición histórica en la Parasitología, la extensión del territorio y la diversidad de los ambientes que existen en el país hace que quede mucho por descubrir, por lo tanto el desarrollo de estos estudios permite conocer la biodiversidad de estos grupos de animales que no suelen tener buena prensa”.

Con respecto a la forma de realizar su trabajo, Matias explica que cuentan con dos etapas: la primera es ir a las lagunas, sumergirse en el agua con frío o calor y conseguir la muestra de caracoles o crustáceos mediante un sofisticado equipo de captura, que consiste por lo general en un gran colador. “Esta es la etapa que más me gusta, permite compartir viajes, charlas y mates con las personas con las que trabajo y además siempre están las charlas con las personas que nos permiten acceder a las lagunas. En este punto quiero agradecer a Pedro Urrutia y a Rodolfo de la Laguna Nahuel Rucá que siempre nos permiten el acceso a la laguna”, agrega el investigador.

La segunda etapa es el trabajo de laboratorio, donde se mantiene a los caracoles y crustáceos vivos en acuarios y luego se los examina para ver qué parásitos tienen. Matías manifiesta que “si bien esta parte es más lenta y requiere la preparación técnica para distinguir los parásitos en el microscopio, tiene siempre la “adrenalina” de encontrar cosas nuevas, que moviliza la búsqueda por parte de todo el laboratorio para identificar qué es lo que apareció”.

Por último, hay un momento de análisis de los datos obtenidos que tiene una sensación también bastante particular, según lo describe el investigador, ya que al momento de iniciar un estudio se tiene una idea de lo que puede pasar, pero no es hasta el final que se lo confirma o se inician las nuevas respuestas. “Así que los resultados pueden ser muy reconfortantes cuando lo que pensamos que iba a pasar, pasa y cuando no son lo que queríamos, nos obliga a pensar respuestas y a diseñar otras estrategias para comprobarlas. Por eso creo que las líneas de investigación nunca son rectas, por lo general son caminos llenos de curvas y bifurcaciones”, concluye Matías.

 

Fuente: Departamento de Comunicación CONICET – Mar del Plata

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