El trabajo y la familia, dinámicas alteradas por la pandemia

 

Por Maria Laura Ricardes*

Tanto en Mar del Plata como en la mayoría de los centros urbanos los comercios de cercanía vienen cumpliendo, desde el brote de la pandemia de coronavirus, un rol importante en el abastecimiento de las necesidades primarias de los vecinos.

Implementada la cuarentena obligatoria en marzo de 2020 y luego los sistemas de fases, algunos negocios se convirtieron en rubros esenciales. Esta situación les permitió continuar con sus actividades, aunque con estricta aplicación de protocolos y medidas de cuidado. 

 

El comercio de Susana, de calle Las Heras casi Gascón, es uno de ellos. De origen familiar, hace 9 años que se dedica a la venta de artículos de limpieza y perfumería. En diálogo con la comerciante dijo que aunque en los primeros meses de la cuarentena se vieron beneficiados por las ventas, hoy no están exentos de las consecuencias de la crisis económica y la caída de la demanda. Además, que con la llamada “segunda ola”, el miedo y la preocupación son algunos de los factores que atraviesan de forma cotidiana sus dinámicas laborales y familiares. 

Susana también habló sobre los impactos de la tecnología en esta nueva normalidad y cómo percibe la continuidad de la pandemia.

En marzo de 2020, la pandemia por coronavirus presentaba un panorama totalmente desconocido. Desde el trabajo en tu comercio ¿cómo lo vivenciaste?

Susana (S): Fue terrible. Al principio atendía con barbijo, máscara y guantes. Después me dí cuenta que los guantes no servían, porque me tocaba el doble la cara, el pelo, todo… Además, sufrí paspaduras en las manos por el alcohol, por el tema de la plata porque me perseguía que al cobrar te podía quedar algo. Así que al día de hoy, las manos las sigo teniendo todas ásperas, hasta tuve quemaduras por el alcohol. Cuando empezó la pandemia, inmediatamente, pusimos rejas y atendíamos por la ventana. La gente no entraba al negocio, no se tocaba la mercadería y todo lo que salía era desinfectado por nosotros. Estas medidas fueron para cuidarnos a nosotros y cuidar al cliente. Recién hace tres meses abrimos las puertas para que la gente entre al local, porque nos mudamos a la vereda de enfrente y tenemos más espacio. 

Y en ese contexto ¿cuáles fueron tus sensaciones? 

S: Sentí miedo. Hoy también lo siento, con esta segunda ola. Al principio llegaban las 3 o 4 de la tarde y la calle era tierra de nadie. El clima del afuera se percibía raro, la gente desaparecía en las calles. De 10 a 12:30/13 salían a comprar, los pocos que venían, y después no había nadie. Llegamos a cerrar a las 4 de la tarde por miedo, porque decís “me quedo acá solo y no sabés que pasa”. 

Debió haberte sido llamativa esa desolación en una zona tan comercial. 

S: Imaginate que el transporte no funcionaba, o sea que movimiento de colectivos no había. Además, este es un barrio de gente mayor que no salía. Veías muy pocas personas: la que venía a comprar, que hacía mandados para todos y no quedaba nadie en la calle. Por acá hay muchos departamentos de gente de otros lados, que en la temporada no vino. Los hoteles estuvieron cerrados y en el hotel de enfrente vinieron solo dos contigentes en todo el verano. 

¿Tu comercio cerró alguna vez, por las medidas de restricción o fases?

S:  Nunca, es un negocio esencial y nunca cerramos. Lo que sí, acortamos horarios porque nos podíamos quedar hasta las 7 y por seguridad nos íbamos para no arriesgarnos. Aparte, al principio, era mucha información todo el tiempo sobre el virus y teníamos un lío en la cabeza, pero después dijimos paremos un poco acá porque si no nos vamos a enloquecer.

Claro, los medios informaban en todo momento sobre la pandemia ¿Recordás alguna noticia que haya tenido algún impacto en tu trabajo? 

S: Se escuchaban noticias de que iba faltar esto y lo otro, la gente se proveía. Yo me acuerdo de que el alcohol no se conseguía y a la gente no le interesaba lo que tenía que pagar, pagaba cualquier precio. O que tenía una clienta todos los días se llevaba de a cuatro o cinco paquetes de papel higiénico y rollos de cocina de los más económicos. Un día me dice “lo que pasa es que leí una nota que en Alemania ya falta papel, por el tema de la pandemia, y no quiero que pase en mi casa”. La mujer se abasteció y se abasteció y hasta el día de hoy que es mi clienta y me cuenta que nunca se le terminó (ríe). Era tanto el susto de todo! pero hoy no, la venta está re tranquila, quedó en el olvido marzo y abril del 2020. 

 Y vos, además del modo de relacionarte con los clientes ¿tuviste que modificar otros aspectos de tu trabajo?

S:  Si, tuve que aggiornarme. Cambio la forma de entregar la mercadería, me la traen y la dejo en un costado y la rocío con alcohol hasta el otro día. Ya no se firman boletas o facturas, no se entrega papel. Directamente arreglás las compras vía mail o whatsapp. Muchos pedidos se siguen haciendo por teléfono porque las distribuidoras decidieron no salir a la calle para disminuir el contacto de las personas, aunque ahora hay mucho más vendedores afuera. También empezaron a surgir un montón de temas: si la lavandina era de 25 gramos, si era de 45 gramos, si se podía usar para comestibles, los clientes estaban más informados y empezaron a saber qué es lo que tenían que hacer. Yo ya tenía conocimiento porque hace mucho tiempo que me dedico a esto, lo único nuevo fue el amonio cuaternario que lo implementamos y tuve que saber cómo y para qué se utilizaba. 

Al momento de volver a tu casa ¿tomabas alguna precaución para evitar posibles contagios? 

S:  Después del trabajo llegaba a mi casa y toda la ropa que me sacaba iba directo al lavarropas o a una bolsa, de ahí a ducharme y hasta que no terminaba todo ese ritual de rociar las zapatillas, la campera, no saludaba ni a los chicos, nada. Era un “no me toquen”. Es más, lo primero que hicimos fue entrar descalzos a la casa, las zapatillas las rociábamos con alcohol, desinfectante o amonio cuaternario, un producto que se utiliza para limpiar en los hospitales y que incorporamos a la venta. Esas medidas de prevención y las que tomabas en el negocio, dieron resultados? Si, por ahora venimos zafando. Ahora si bien sigo cuidándome con el lavado de manos, uso de barbijos y demás, no hago lo de la ropa. 

Y una vez en casa, las actividades con tu familia, con el día a día atravesado por lo virtual ¿cómo se desarrollaban? 

S:  En casa era llegar y ver si se habían conectado virtualmente a las clases, mi hija de primaria y mi hijo de universidad. Eso fue un caos. Mi hija es aplicada pero la verdad es que el año pasado no aprendieron nada, porque la virtualidad es un desastre. Me tenía que sentar yo a explicarle y decirle practicá esto o lo otro, porque entendía que del otro lado, para la seño, era todo nuevo también. Por más que sean dos grupos, veinte chicos en virtual es imposible. 

Sumado a que quizás en un primer momento el sistema educativo no estaba orientado a la educación a distancia. 

S: Claro, se cortaba a cada rato la conexión, veías que había compañeros que se le cortaba la clase y que no podían volver porque no se podían conectar, no tenían batería o cámara, un montón de situaciones que eran un tema. Hasta que surgió el classroom y más o menos, pasando a carpeta la tarea, fuimos llevándolo. Aunque no era obligatorio, yo la hacía pasar la tarea a mi hija para que no se le olvide cómo se escribía, porque con la computadora es todo más fácil. Así transcurrió todo el 2020. 

¿Cómo podrías describir esos momentos? 

S: Fueron muy difíciles. Recuerdo en el cumpleaños de mi hija de llorar porque no podía festejárselo. También, que ella lloraba porque no había ido a ningún festejo de sus compañeros y porque no podía traer a nadie a la casa, era terrible. Encima como tanto yo como mi marido trabajamos atendiendo al público, nos aislamos bastante. Por suerte mis hijos entendieron, mi hijo también. Sobretodo él, que es más grande y está en una edad de salir y nada. Cumplió 19 adentro, ahora 20 adentro… 

Y ahora, cuando la pandemia y las restricciones persisten ¿ la nueva normalidad con tu familia, como continúa? 

S: Con mi hija este año cuando comenzaron las clases presenciales nos dimos cuenta todo lo que faltó el año pasado, porque más allá que ella sea aplicada, la maestra ahora tiene que hacer una revisión total porque quedó todo colgado. Hasta el día de hoy mi hijos ni con sus primos se ven, porque mi hermana vive con sus suegros que son adultos mayores, tampoco con mi hermano porque también asiste a sus suegros. Como nosotros estamos expuestos decidimos así para no llevar un problema. Estamos todos en la misma. En mi familia tenemos gente que tiene agencia de turismo y esta cerrada, las cuentas siguen llegando igual, hay muchos gastos, tenés que comer todos los días y bueno… hay que salir a trabajar.

¿Cómo te imaginás los próximos meses? 

S: Pensás que la situación sanitaria seguirá impactando en los diferentes órdenes de tu vida y en el de la sociedad? Pasas por un montón de estados, ahora es una incógnita que no sabés. Te agarra ese miedo que decís “no quiero salir de mi casa”. Nosotros tuvimos la suerte de que pudimos seguir trabajando, más allá de que sabemos y comprendemos que es una pandemia, que nos pueden afectar a cualquiera y que se trata de la salud, los ahorros se terminan. Entiendo que la gente tiene que trabajar, no le queda otra. Tengo mucha incertidumbre… veo la calle más desierta en esta fase 3 y con la segunda ola, los consumos bajaron, la gente compra lo básico y ese miedo que los llevaba a decir “necesito todo esto” ya no está, no se vende como antes, eso si que volvió a la normalidad. Fueron dos o tres meses que se vendió muy bien, pero eso solo eso.

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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