Retrato de una repatriada en pandemia: “La fotografía ayudó a reflejar lo que pasaba”

Sofía durante el vuelo de repatriación / Fuente foto: Sofía Ortiz

 

Por Andrea Cofone*

 

Sofía Ortiz es una joven marplatense de 24 años. Estudió fotografía en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín Malharro. Un tiempo después de finalizar sus estudios terciarios, en octubre de 2019 decidió ir a vivir a España para realizar un master especializado en fotografía de moda y publicidad en Seeway, la Escuela Superior de Diseño Gráfico, Animación, Videojuegos y Fotografía de LCI Barcelona, buscando ampliar su horizonte profesional. Obtuvo una beca parcial para realizar dicho curso que duraba 9 meses, hasta julio de 2020.

Mientras se estaba formando en Barcelona, la sorprendió la irrupción del virus Covid-19 que, rápidamente, se volvió global. Todo cambió para ella, sus planes, deseos y expectativas se desvanecieron en un instante. La presencialidad se convirtió en virtualidad. Su vuelta tampoco fue como la había previsto, regresó en uno de los denominados vuelos de repatriación.

A pesar de sus incertidumbres y miedos, ha prevalecido su pasión por la fotografía que representa para ella el resguardo de los recuerdos y la ilustración de la vida. Comprendió que la fuerza y el optimismo pueden más que la adversidad y espera poder continuar su amada profesión que es imposible de desempeñar sin el contacto social.

-¿De qué manera atravesaste esta situación nueva y desconocida?

-Al principio me causó sorpresa, luego, la atravesé con gran incertidumbre, intentando acostumbrarme a este nuevo modo de vivir y tratando de cuidar siempre la salud.

Además, mi familia había ido de vacaciones a España hacía dos semanas. Teníamos planeado un viaje a otro lugar de Europa, a Austria, ahí cerca y no fuimos por miedo a que cerraran todo. Entonces, decidimos no viajar y perdimos esos pasajes. Menos mal, porque efectivamente, hubiéramos quedado varados allí y habría sido peor. Mi papá, su mujer, mi hermano de 21 y mi hermanita que tenía en ese momento, menos de un año estaban de vacaciones, yo estaba estudiando, planeaba quedarme más tiempo, pero ellos no y tuvieron que permanecer en Barcelona. Iban a volver a fines de marzo y recién para fines de junio terminamos regresando todos.

“Fueron muchos cambios, emociones encontradas y situaciones tan inesperadas que necesité bastante tiempo para poderlas asimilar y adaptarme mínimamente a este nuevo estado del mundo que quebró todas las certezas”.

 

-¿Cómo fue tu estadía en Barcelona?

-Fue bastante positiva más allá de todo lo imponderable que sucedió. Yo vivía en un departamento con una mujer con la cual compartía el piso. Por suerte, me llevaba super bien sino esto me hubiera resultado mucho más difícil.

No es lo mismo pasar la pandemia en otro país, con todo desconocido, desde el supermercado hasta la seguridad y los seres queridos. Mi familia estaba viviendo a seis cuadras en un departamento de alquiler. Los tenía muy cerca y, aunque no nos podíamos ver, fueron un apoyo fundamental que quizá de no haber estado, hubiese sido sumamente triste.

CURSO EN BARCELONA: LA VIRTUALIDAD

-¿Cómo se desarrolló el curso que estabas realizando?

-La fotografía es algo muy presencial, es muy complicado de manera virtual. Obviamente, se puede ver la teoría como “Historia de la moda”, por ejemplo, eso sí lo pudimos estudiar de manera remota sin mayores problemas. Pero hay un montón de contenidos específicos que se deben llevar a cabo de manera práctica y, la verdad es que se dificultaba muchísimo.

En España, cuando vas a estudiar allá alquilas una habitación, no un departamento entero. Convivís con más personas con las cuales compartís el comedor, la cocina, no es tu casa y no tenés todo el espacio para hacer lo que quieras. Y en confinamiento hasta lo más sencillo se complejiza más. Yo por suerte residía en un departamento muy luminoso y la persona que vivía conmigo era muy buena onda, entonces, yo podía ponerme a sacar fotos a un florero y estaba todo bien. Pero tenía compañeros que dormían en una habitación muy chiquita, los dueños del lugar no eran amables ni comprensivos y no podían usar el resto de la casa para tomar fotos. El curso estaba muy focalizado en moda, necesitábamos modelos y, para colmo no se podía ver gente.

Sofía durante sus clases virtuales/ Fuente foto: Sofía Ortiz

 

REGRESAR AL PAÍS

-¿De qué forma pudiste regresar a la Argentina?

-Volvimos el 18 de junio en un vuelo de repatriación. Obviamente, no es un vuelo común. Muchísima gente estaba desesperada por volver. Había de todo tipo de situaciones: estaban aquellos que se habían quedado varados de vacaciones pero que no tenían una buena posición económica. Otros sí contaban con un sitio donde estar y, por eso, no la pasaron tan mal, algunos como yo estudiaban allá y también decidieron regresar por estas circunstancias tan atípicas que provocaban tanta incertidumbre. Se producen muchos cambios emocionales, hay que pensar que la otra persona se puede estar sintiendo mal.

Al llegar a Argentina tenías que entregar una declaración jurada de que no presentabas ningún síntoma. Fue bastante caótico porque era de repatriación y la pandemia recién empezaba. No se sabía muy bien cómo era el procedimiento ni el mismo personal del aeropuerto estaba seguro, uno te decía una cosa y otro otra.

-¿Cómo fue tu experiencia en el aeropuerto de Barcelona y durante el vuelo?

-Nosotros llegamos al aeropuerto cerca de las 21.30, aproximadamente, y el vuelo salió como a las 01.30 de la madrugada. Estaba todo cerrado, además, se encontraba el personal del consulado argentino en Barcelona. Los pasajeros eran argentinos, obviamente, y de diversas edades. Todo funcionaba de modo muy ordenado, al entrar te hacían un control médico, se aseguraban que no tuvieras fiebre y, luego, ya se podían despachar las valijas.

Esperamos en un determinado sector y no podías sentarte cerca de nadie. Subimos al avión y durante todo el viaje debíamos tener el barbijo puesto, excepto en el momento de comer. Traían la comida sellada en paquetitos para que no se contaminara. Uno venía en el avión muy preocupado por cómo te tenías que cuidar.

Llegada al aeropuerto de Barcelona/ Fuente Foto: Sofía Ortiz

 

-Contanos cómo fue la llegada a Mar del Plata

-Nosotros que no éramos de Buenos Aires, somos de Mar del Plata; tuvimos que contratar una combi para que nos trajera a nuestra ciudad porque el transporte de larga distancia estaba bloqueado. Vinimos por la ruta, había muchos controles policiales y al llegar a la casa donde nos íbamos a quedar, nos acompañó el control policial para verificar que entrábamos en el domicilio. Después, fueron dos semanas de estar totalmente aislados. Pedíamos por delivery la comida y, también las compras en el supermercado eran a domicilio, dejábamos la plata en la puerta para no tener contacto. Tranquilamente podríamos haber salido, pero seguramente los vecinos nos hubieran denunciado. Nadie pasó ni llamó para verificar nada.

 

VIVIR LA PANDEMIA EN ESPAÑA Y EN ARGENTINA

-¿Qué diferencias experimentaste en la forma en la que se manejó la pandemia en Europa y en nuestro país?

-En Barcelona fue repentino todo, se cerró y se cerró. Solamente se podía ir a comprar en un rango de 10 cuadras y había policías en casi todas las esquinas controlando que no salieras para juntarte con alguien o irte muy lejos de tu casa, esas cosas no se podían hacer. Tenías que manejarte en tu radio de circulación. La gente lo respetaba bastante, al principio, ya después se cansó y andaba por todos lados o eso parecía. Supongo que muchos disimulaban que iban a comprar.

En Argentina me parece que es más difícil controlarlo, sobre todo por la situación económica donde yo no puedo decirte que compres en el supermercado de la esquina, no te puedo exigir lo mismo. Considero que falta mucho control.

-En lo personal, ¿en qué te cambió la pandemia?

-Cambió mi forma de ver ciertas cosas. Ya empecé a sentirme muy diferente al irme a Barcelona. Cuando uno está cerca de lo que es conocido y de lo que quiere, da muchas cosas por hecho. Estar muy lejos de lo habitual y lo cotidiano, de mi casa, de mis amigos, de mi familia; te hace valorar mucho más eso.

Yo llamaba a mi mamá por teléfono todos los días, y a veces no tenía casi nada nuevo para decirle, le contaba lo que cociné. Pero por lo menos, sabía que hablaba y que estaba bien.

La pandemia me hizo reflexionar más, te hace preocuparte más por tus seres amados porque hoy pueden estar y mañana no. De hecho, una de las primeras personas que falleció por covid-19 en Mar del Plata era un familiar. Estábamos todos bien y, de repente, a las dos semanas faltaba uno de los nuestros. Esas cosas te hacen plantearte la vida de otro modo y pensar en qué es lo más importante.

-¿A lo lejos como ves estas experiencias vividas?

-La pandemia nos enseñó a todos que no podemos pensar tanto en el futuro y que las cosas hay que hacerlas cuando se pueden y proyectar más a corto plazo. Es difícil no poder ni siquiera planificar una fantasía, aunque no se sepa si se va a cumplir de verdad y saber que en un mes te veo y no que va a pasar un año o dos.

Creo que crecí mucho. Aprendí un montón de cosas, como vivir sola. Tomé conciencia de que algunos asuntos no son tan importantes y no vale la pena hacerte problemas por cuestiones triviales y, a la vez, te empiezan a preocupar otras. Es parte de la vida. Al estar tan lejos y sumale la pandemia, madurás y comenzás a atender las auténticas prioridades y a ver también que querés como persona para más adelante.

-¿Qué aspectos llamaron tu atención de haber estado en Barcelona

-Con respecto al curso estuvo muy bueno, aunque todas las limitaciones que tuvimos fueron frustrantes para mí. De no haber existido la pandemia y con las clases presenciales en su totalidad hubiera estado mejor todavía. Creo que aprendí mucho y, sobre todo para mi carrera es algo que no habría podido hacer acá. Al ser otro continente, la forma de trabajar es distinta en casi todo, desde los equipos que usan hasta la manera de contactarse con la gente y de conectarse también. Está muy bueno conocer cómo funciona en otros lugares algo que interesa, en este caso, como a mí la fotografía. Es interesante moverse en otro espacio, aprender a vivir en otro lado que no sea donde uno está cómodo y acostumbrado. Además, me sirvió para valorar y tener en cuenta todo lo que nos pasa alrededor ya sea los vínculos, las mascotas, la familia.

 

SU VIDA PROFESIONAL

-¿De qué manera te afecta la pandemia en lo profesional?

-Al regresar a Mar del Plata, volví a trabajar en el estudio fotográfico en el cual me desempeñaba antes sacando fotos, sobre todo, a niños. La pandemia afectó mucho porque la gente dejó de demandar esas cosas.

“La fotografía se piensa como algo accesorio y no se le da la importancia que merece porque al final es lo que termina ilustrando toda la vida. Para mí la fotografía es una gran guardadora de recuerdos. A veces, está bueno volver a mirar las fotos porque la memoria no es tan fiel y nos engaña. Mirando las fotos te podés acordar hasta de los aromas. Una fotografía dice y representa mucho más allá de que sea sacada en un estudio y esté todo muy planeado, muy controlado”.

Ahora con la pandemia pagarle a un profesional para sacarse una buena foto se dejó para un segundo plano. La situación económica tampoco ayuda, se decide gastar en otras cosas más imprescindibles, como por ejemplo, la comida o vestimenta en vez de invertir en una foto. Y por el otro, el tema del contacto social, prefieren en vez de salir para tomarse una fotografía que no es “tan indispensable”, resguardarse para ir a la escuela o al trabajo y evitar el trato con más personas.

-¿Te dedicaste a sacar fotos en pandemia más allá del estudio?

-No. La verdad es que la pandemia me hizo encerrarme. Es un poco personal, obviamente depende de cómo se sienta cada uno de acuerdo con esto. Pero también, más allá de lo normativo, cuando todo se abrió un poco más, me costó mucho volver al contacto social más libre. No volví a vivir como antes. Aunque esta crisis sanitaria nunca terminó ni se hizo una pausa, cuando ciertas restricciones bajaron y uno era libre en cuanto a pautas y a moverse, yo no me sentía libre, no me sentía segura. Entonces, fuera del estudio no volví a sacar fotos a otras personas extrañas o modelos. Sí fotografié a mi familia, pero obviamente no es lo mismo. No fue un trabajo.

-Si tuvieras que retratar por un lado tu vida, ¿qué fotos sacarías? Y por otro lado, si tuvieras que hacer un retrato con tus experiencias con la pandemia en qué imágenes te enfocarías.

-Me gusta mucho en mi vida, y sobre todo a partir de esta crisis causada por el covid, valorar mis trayectos. Si hoy voy al supermercado estoy mucho más atenta a mi entorno de lo que ya era antes. Me encanta enfocarme en esas cosas, en las pequeñas salidas, caminos o actividades que uno tiene que hacer todos los días. Me parecen muy importante mirarlas y ver un poquito más allá, desde cómo va vestida una persona pasa, sus caras, miradas, gestos y actitudes. Está bueno mirar eso.

De la pandemia me impactó ver los lugares vacíos. Me parece que una foto de un lugar que usualmente está lleno de gente verlo vacío causa un enorme impacto y a mí me hizo pensar que lo que está pasando es transcendental, no es algo que me afecta a mí nada más. Es algo que está afectando a muchas personas.

“La fotografía ayudó mucho para reflejar lo que pasaba. Sirvió a nivel mundial para mostrar la realidad de lo que sucedía en varios países a la vez, y entender lo que representa una pandemia a nivel global. Y al ilustrar todo eso, a través de las fotos te hace sentir un poco menos solo y entender que estos cambios, el virus, el confinamiento no están ocurriendo nada más en mi ciudad sino en todo el mundo”.

PROYECTANDO EL FUTURO

-¿Cómo proyectás tu vida en varios años, te ves en pospandemia?

-Sí veo una pospandemia por lo que está pasando en ciertos países como en Israel donde ya no es obligatorio en el exterior usar barbijo. Creo que acá falta bastante para llegar a eso y depende mucho de todos, porque al ser una situación global no es que yo sola cuidándome voy a evitar que no haya circulación del virus. Si no nos cuidamos entre todos es imposible que esto salga para adelante. Lo mismo ocurre con la vacunación, cuando escuchás países que tiene vacunada a casi toda su población decís “wow” porque eso hace que circule menos el virus.

Creo que es muy importante dejar de pensar tanto en lo que dicen algunos medios y en ideas que no son reales. Nadie tiene la verdad absoluta porque es una situación nueva para todo el mundo. Hay que tratar de hacer lo mejor posible, no sólo lo que me haga bien a mí sino a todas las personas con las que me cruce; más allá de que sea mi familia o una persona que va en el mismo transporte público que yo.

Dejé de pensar como me veo en el futuro y a tan largo plazo, me gustaría que todo vaya volviendo a la “normalidad” dentro de lo posible. Opino que cuidándonos podemos retomar el contacto social. Me veo trabajando en el estudio quizás. Me gustaría volver a hacer editorial más allá de que no esté en Barcelona y trabajar con modelos, maquilladoras y todo ese mundo nuevo que pude experimentar durante muy poco tiempo. ¡Ojalá que esto suceda! No tengo certezas, pero sí lo espero.

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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