La importancia del diseño industrial para lograr avances en el desarrollo de chicos con discapacidad

 

Ante los valores de la universidad pública de acompañar y construir una sociedad más inclusiva, las personas con discapacidad muchas veces suelen representar al sector invisibilizado y dejado de lado. En este caso, un proyecto de extensión e investigación aborda el desarrollo de materiales didácticos para niñas y niños de escuelas especiales con el objetivo de mejorar su día a día, desde los elementos para escribir y expresarse hasta los utensilios para ingerir alimentos.

Portal Universidad dialogó con Daniel Arango, diseñador industrial, docente en la Universidad Nacional de Mar del Plata y director del grupo de investigación DiSa que pertenece al Centro de Investigaciones Proyectuales y Acciones de Diseño Industrial (CIPADI), quien explicó el impacto que tienen estos productos y cómo acompañan el desarrollo de niñas y niños con discapacidad.

Estos materiales son muy gratificantes porque con un tablero logramos que el niño mejore su prensión, la movilidad del brazo o su desarrollo en lo que es la motricidad fina y gruesa. El impacto de los productos en la escuela es alto porque logramos avances en cada uno de esos niños.

Si bien el proyecto inicial surge en 2011, luego de varios años de experiencia en el desarrollo de productos para mejorar las habilidades de los niños en las instituciones, “nos dimos cuenta que muchas veces no teníamos parámetros o estudios que nos dijeran qué cuestiones debíamos considerar para determinada diversidad funcional. Hacíamos un proyecto y arrancábamos de cero porque no teníamos el tiempo para investigar cómo eran esos movimientos”, comentó.

Aquí es cuando surge la iniciativa de crear un proyecto de investigación básica: “Para no volver a encontrarnos siempre con ese problema, tratamos de sistematizar esos parámetros que nos van a facilitar el desarrollo de los siguientes prototipos. Por ejemplo, como ya hay estudios de investigación desarrollados en población normal de jóvenes que agarran mal los elementos de escritura, decidimos ir a la población de la Escuela Especial Nº 501 y 513 para tratar de sistematizar los distintos tipos de prensión que tienen los chicos con discapacidad neurolocomotora”, aseguró el docente.

En conclusión, como cada niño sostiene los elementos para comer o escribir de una manera diferente, el diseñador afirmó que la iniciativa buscaba caracterizar esos agarres, establecer los parámetros formales, hacer un desarrollo y probarlos “para que, a partir de esas maquetas, ver cómo mejoramos la prensión de los niños que tienen esa discapacidad. Eso nos va a permitir que, cuando hagamos un adaptador o un material didáctico para la escuela, ya tengamos la manera adecuada de cómo deberían ser los agarres”.

Sin embargo, la raíz donde comienza puntualmente el recorrido radica en 2011 a partir de una propuesta de la cátedra Lenguaje Proyectual IV de Diseño Industrial donde los estudiantes debían hacer una práctica de extensión tratando de dar respuestas a demandas reales. Arango reveló que “ellos hicieron un sistema de señalización e identidad de marca de la Escuela Especial Nº 513, que actualmente es el Instituto Súyay, y luego llevaron adelante otro proyecto de extensión donde desarrollaron un aula multisensorial para la escuela con material didáctico que fue donado al año siguiente”.

Con el correr de los años, el proyecto de acompañar el desarrollo de los chicos con discapacidad continuaba presente hasta que, entre el 2017 y 2018, “2 de los 80 prototipos que habíamos donado a la escuela fueron subsidiados por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) para mejorarlos, potenciarlos y hacer una baja serie. Esos productos eran un tablero multisensorial para trabajar la parte de motricidad fina y gruesa en los niños y un tablero de ayuda en la escritura”, declaró.

En paralelo, “otros docentes de la Universidad que habían desarrollado material didáctico para la Escuela de Ciegos Nº 504 se sumaron para crear utensilios para mejorar la ingesta. Es así como, con toda esa experiencia definimos una línea de investigación en la cual nos encontramos trabajando ahora“.

Como no está tan reconocido el alcance que puede tener la disciplina del diseño industrial, entonces esto nos ayuda a sensibilizar acerca de la importancia que le puede sumar nuestra área al trabajo cotidiano de la escuela especial.

Al tratar el tema salud como idea transversal a todo el proyecto, Arango concluye: “Nos interesa ver qué otros grupos de investigación están trabajando en esto para empezar a coordinar acciones en conjunto. Sabemos que en la escuela hay profesionales egresados de la Universidad que se encuentran trabajando en ese campo, como terapistas o psicólogos”.

De aquí en más, la iniciativa de los diseñadores radica en “allanar el camino para seguir desarrollando material para la escuela. Desde el proyecto trabajamos con terapia ocupacional y la idea es empezar a vincularnos con las distintas unidades académicas. Ya hicimos algunas reuniones con equipos de ingeniería, queremos retomar el vínculo con medicina y tenemos pendiente la relación con derecho y psicología”.

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