“El sistema de salud siempre tuvo menos recursos de los que debería tener”

 

Por Lorena Volonté*

 

Amalia es una marplatense de 37 años en quien confluyen, ya desde hace unos años, tres diversas facetas profesionales: la de ser psicóloga, administrativa en Salud y docente en un establecimiento de formación profesional municipal para adultos. Con la irrupción de la pandemia, estas actividades, como tantas otras, necesariamente se debieron reacomodar a las nuevas realidades por configurarse en el escenario de la vida cotidiana y profesional. Amalia, compartió con nosotros su experiencia, así como su tránsito por este período caracterizado por sucesivos cambios y reajustes.

Amalia creció y se formó en distintos institutos educativos de gestión pública de la ciudad.

Tanto sus comienzos laborales como su rol como estudiante se remontan a los primeros años de los 2000. Paralelamente a su formación en Licenciatura en Psicología, llevada a cabo en la Universidad Nacional de Mar del Plata, realizó el curso de Secretariado Médico -hoy llamado Auxiliar en Gestión Administrativa en Salud en la Escuela Municipal de Formación Profesional N°9 (EMFP N°9).

Este último, inmediatamente después de concluirse, le facilitó el ingreso en control de facturación en una obra social en el 2008, mientras completaba sus estudios universitarios.

“Cuando me recibí de psicóloga hice el profesorado para tener las materias pedagógicas y, al poco tiempo, se dio la oportunidad de ejercer como docente en el mismo establecimiento y curso donde había estudiado”, comentó la psicóloga, en referencia a la Escuela Municipal que ofrece, en horario vespertino, numerosas opciones educativas en el área de las Ciencias de la Administración.

 

El Covid en el sistema de salud de la ciudad

-¿Qué apreciaciones podés realizar en relación al sistema de salud de Mar del Plata desde la perspectiva de tu experiencia en esta área?

El sistema de salud siempre tuvo menos recursos de los que debería tener, lo que se agudizó en las últimas décadas con el cierre de varios establecimientos y la falta de apertura de otros. Asociado a esto se da la estratificación existente: hay varias instituciones que trabajan con determinados tipos de obras sociales y prepagas y no con otras.

Actualmente, la complejidad en el intento por equilibrar los recursos es aún mayor porque ahora está todo funcionando y se le debe agregar todo lo que implica el tratamiento del Covid.

 

– Con la llegada de la pandemia, ¿cuáles fueron los cambios percibidos e incorporados desde tu función como administrativa en el área de salud?

– En marzo del 2020, toda la demanda en salud literalmente “se planchó”. Lógicamente, la gente no circulaba y, además, había un cierre masivo en los prestadores, por lo que la actividad en el sistema de salud estaba abocada casi en su totalidad al tema Covid. Ya desde el mes de julio, agosto, con la crecida en el pico de la curva de contagios, el trabajo se multiplicó y se debió adaptar a los vaivenes de los criterios que se bajaban desde el Ministerio de Salud de la Nación. Los hisopados aparecieron como una práctica médica que rápidamente se popularizó, por lo que hubo que salir a contratarla, es decir, hacer convenios con los diferentes efectores -clínicas, sanatorios-.

 

– ¿Cómo llevan a cabo la organización de las funciones en la obra social desde los inicios del confinamiento?

-A nivel operativo, nosotros trabajamos mediante un sistema de burbujas. El personal quedó reducido a la mitad, el que se va turnando cada semana. Esto supuso una reacomodación de las tareas. Por ejemplo, si bien desde el inicio me dediqué al control de facturación, con la pandemia, también, hago distintas gestiones, como la mayoría de los trabajadores de la obra social.

 

-¿Qué diferencias observas entre el 2020 y el 2021 en lo que respecta al abordaje del Covid en el Sistema de Salud de la ciudad?

 Este año hubo cambios, la gente va al médico, se hace su chequeo. Los prestadores estuvieron paralizados un año prácticamente y ahora no volvería a pasar. Así como los cafés querían abrir, los médicos querían volver a operar. Entonces, desde la obra social sabíamos que tendríamos que convivir con las demandas habituales, a lo que se suma todo lo que trae aparejado la pandemiaY, de hecho, está pasando.

 

Faltante de camas: de mito a realidad

-¿Se encontraron con situaciones a resolver donde no conseguían camas para sus afiliados? De ser así, ¿podrías comentar alguna de ellas?

-Al tiempo de iniciarse la pandemia, la falta de camas en internación demostró que no es un mito, que eso pasa cuando no hay respuestas, tanto si se trata de un caso con Covid o por cualquier otra patología o cuadro. Tuvimos recientemente el caso de una afiliada que había sufrido un accidente de tránsito en una moto, con múltiples fracturas. Como suele suceder en estos casos, fue derivada de inmediato al HIGA, pero tratándose de una persona con obra social y ante la saturación pública de la demanda por Covid no pudo ser oportunamente atendida e intervenida hasta que no se trasladó a un establecimiento privado, lo que recién logramos hacer 22 días después de su accidente. Fueron días muy complicados, de mucha espera y gestión.

“Cuando se trabaja en salud la demanda es incierta, totalmente impredecible. Un día puede haber varios hisopados, al otro día ninguno. Lo mismo pasa con las camas y esto también, puede cambiar dentro de un mismo día, como pasa con el tiempo. Como se trabaja con una cuestión impredecible que es la salud, ni más ni menos, los recursos siempre te están corriendo. Siempre hubo problemas con las camas, lo que pasa que cuando la demanda es tan importante como ahora, se nota más y nos enteramos todos”.

 

La propuesta de la virtualidad educativa

-En tu rol como docente ¿Cómo fue tu rutina con la implementación de la virtualidad?

– La Escuela ya contaba con un campus virtual en funcionamiento, que se creó cuando pasó lo de la gripe A H1N1, allá por el 2010. El tema es que, cuando se implementó el decreto de aislamiento en marzo del 2020, coincidió básicamente con el inicio de las clases, las que hasta ese momento estaban preparadas para la presencialidad. Hubo que lidiar con los problemas de accesibilidad que eran muy grandes, familiarizarse con las plataformas. La verdad es que terminamos muchas veces trabajando por WhatsApp.

Este año estuvo mejor organizado porque la gente ya vino preparada para el tema virtual, incluso, lo prefieren. Muchos le encontraron la vuelta a la virtualidad. Empezamos con clases presenciales, pero aproximadamente hace un mes la Dirección decidió que pasemos a la virtualidad porque a la noche ya hace mucho frío y las personas no iban. No tenía sentido persistir en esto cuando varios faltaban y esperaban recuperar la cursada de forma virtual. La semipresencialidad abre ese doble juego. Ahora estamos 100% virtuales, a la espera de que pase el invierno, más allá de las disposiciones del gobierno.

Acceso a la sede y subsede de la EMFP N°9. Dentro de su variada oferta educativa figura el curso de Auxiliar en Gestión Administrativa en Salud. La Lic. Chromechek es docente a cargo de Teoría y Práctica del Nomenclador.

 

– ¿Qué características presenta la modalidad de cursada virtual en la escuela?

– La idea es mantener el contacto con el alumno, por lo menos a través de un encuentro semanal. En lo personal, uso zoom. Lo complementamos con diversas actividades en el campus donde se vuelca todo el material, videos, PowerPoint, trabajos prácticos, etc. Lo asincrónico permite eso, les da la oportunidad a los estudiantes para que hagan sus entregas cuando, por ejemplo, tienen conexión. Asimismo, hay un déficit muy importante en cuanto a computadoras. Muchos hacen sus trabajos a mano, les sacan foto con el celular y eso es lo que envían por el campus.

 

-La llegada de la virtualidad ¿incidió en el mantenimiento del cupo de estudiantes?

– El año pasado, increíblemente, se mantuvo. Podemos decir que tuvimos la baja habitual, la que se suele dar después de las vacaciones de invierno. No olvidemos que, para muchas personas, estudiar era lo único que podían hacer al tener que permanecer dentro del hogar. En cierto sentido, fue como un salvavidas. Este año contamos con 58 alumnos.

 

– ¿Qué opinás sobre el posible retorno inmediato a la presencialidad en el marco de la segunda ola de Covid-19?

– Comprendo los efectos positivos y la importancia que tiene para los chicos, sobre todo, ir a la escuela, para estar estructurados, para ver a sus amigos, sus maestros. La educación presencial no es como la que ofrece la virtual. Tiene otro cariz, por lo menos, así lo es para nuestras generaciones. Desde la comodidad que representa, todos queremos que vuelvan.

“Sin embargo, dadas las circunstancias, no tengo duda alguna que si hay que privilegiar algo y ese algo debe ser la salud. Si esto puede atentar a que el sistema de salud se sature, entonces hay que eliminarlo. Para la presencialidad, ya habrá tiempo. Las aulas no son el problema, porque no se trata de la presencialidad en sí, sino de todo lo que está relacionado a ella, por ejemplo, los traslados. Los chicos no van en avión”.

 

De las sesiones presenciales a las virtuales: una posible alternativa en Psicología Clínica

-En tu papel de psicóloga clínica, ¿Cómo viviste el tránsito de la presencialidad a la virtualidad en las sesiones?

– Al principio, en plena cuarentena estricta, hicimos varias sesiones virtuales. Pero para que esto se dé, es necesario que el paciente cuente con un espacio apropiado, de intimidad. Por eso muchos desistieron al no contar con lo indispensable: una conexión, un dispositivo y un espacio. Sin embargo, la mayoría retomó promediando agosto del 2020 porque también, es un espacio de necesidad. Hoy en día, continúo con algunos en la virtualidad porque son personas de riesgo o prefieren no salir.

 

– ¿Qué cuadros clínicos se observaron más durante el confinamiento y la pandemia?

– Lo que más se ve, no solamente con relación a mis pacientes, sino también, con lo que me cuentan mis colegas, son todas las cuestiones relacionadas con las fobias, con las dificultades para salir, para relacionarse, lo que está muy presente en adolescentes.

“La pandemia favoreció todos los trastornos psicológicos: la depresión, la ansiedad y las fobias”.

 

– ¿Qué balance harías con respecto a los pro y contras de la virtualidad en la sesión terapéutica?

La única contra es que la persona no se sienta a gusto, cómoda para hacerlo, o que no tenga espacio. Si nos remontamos al inicio del año pasado, era un sistema medio raro, donde nadie terminaba bien de entender de qué se trataba. Hoy estamos, todo el tiempo, en una instancia de zoom o de videollamada para cualquier ámbito laboral o de educación. Estamos más acostumbrados. Lo naturalizamos, sobre todo los más jóvenes. Por lo demás, creo que el proceso terapéutico es el mismo, pero requiere que alguien se sienta cómodo para llevarlo a cabo de esa manera.

A la derecha, la profesora Amalia Chromechek.

 

El Covid que vendrá…

– ¿Cómo ves el futuro en lo que resta del 2021 y qué perspectivas tenés con respecto a la pandemia?

-Esto depende de dos cosas: de la vacunación y de que la gente se comporte. Esto último viene medio complicado, porque algunas personas, en sus necesidades y deseos, son más irresponsables que otros. En cuanto a la vacunación, si bien en las últimas semanas se agilizó, no se llegará a julio, agosto, con el 70 % de la población vacunada.

En 2020, julio y agosto fueron meses muy difíciles y con la ciudad parada y/ o con actividades restringidas. Este año, la situación es diferente, el sistema de salud está mejor preparado, pero demandado desde los dos lugares, por el Covid y por prestaciones convencionales, que el año pasado prácticamente no estaban. Por lo tanto, se vienen meses muy complicados tanto para dar respuesta como por la cantidad de casos.

Sin duda alguna, para Amalia la llegada del Covid a su vida –y a la vida de todos- la afectó en todos los órdenes, a toda escala, más allá de la reorganización que debió hacer de sus variados quehaceres laborales.

Al reflexionar sobre el significado que representa para ella el establecimiento de la pandemiaaseguró que “es difícil que no nos afecte, para bien y para mal, porque el virus nos atraviesa ahí, tanto en la necesidad como en el deseo. En mi caso, coincidió con mi maternidad, con un bebé de 6 meses. En algún punto, representó la oportunidad de quedarme, por lo que desde ese lugar, me afectó para bien. No obstante, en sus aspectos negativos, “se vuelve difícil si se trabaja en salud y se trata a diario con personas que la pasan muy mal, que se enferman y fallecen”, puntualizó.

Amalia y su pequeño hijo.

“Cuando le cuente a mi hijo en 10 años lo que estamos viviendo no lo va a poder creer. Las personas no nos detenemos a pensar que lo que estamos viviendo es algo absolutamente extraordinario y en la cotidianidad uno no se da cuenta. De todo esto no estaría nada mal que podamos aprender algo y tomar conciencia de cuán impredecible es”.

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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