Refulado: “Hay que recurrir a distintas estrategias de protección y regeneración de playas”

 

En Mar del Plata la extensión de las playas es cada vez menor como consecuencia del efecto del mar. A lo largo del tiempo, se ha accedido a diferentes técnicas para preservar lo más posible los balnearios, como la construcción de varios espigones para reducir el impacto y mantener las playas, y el refulado para garantizar más arena.

Entre finales de 1997 y principios del 98, se realizó el último gran proceso de refulado en la zona que permitió aumentar la superficie de las playas marplatenses. Fueron volcados sobre Playa Grande, Varese, Cabo Corrientes, Torreón del Monje, Bristol y Popular.

Portal Universidad dialogó con Julio Luis del Río, Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEYN) de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien aseguró que “esta primera experiencia fue investigada por el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternari donde revelaron que ha sido eficaz, pero que no son acciones que tengan demasiada permanencia en el tiempo. Cada grano de arena que ha sido depositado por estos mecanismos, luego es retrabajado por las olas y al cabo de un tiempo se puede perder incluso ese material que se depositó”.

La necesidad de incrementar la playas puede ser porque “disminuye la cantidad de arena que hay en las playas, o por una erosión en la costa que implica el retroceso de la misma”, dijo.

El refulado es una de las técnicas posibles para la alimentación artificial de las playas, “es sacar arena de los ambientes que están por debajo del nivel del mar para ponerlos por encima del nivel del mar”. Igualmente, “nuestra plataforma cercana no está tan poblada de arena en la zona de Mar del Plata como para hacer ese refulado de forma directa”.

Para realizar este proceso, del Río explicó que “se requiere de estudios y evaluaciones de impacto ambiental. Cuando se hace ese tipo de explotaciones de arena sumergida hay que tener cuidado porque puede cambiar la configuración de las olas generando procesos de erosión en lugares en donde no estaba pensado”.

“Estamos acostumbrados a ver a las playas solamente en un aspecto turístico, pero desde un punto de vista natural una buena playa tiene que tener una estructura larga, alta y con buena cantidad de material sedimentario. Las olas que llegan a la costa con mucha energía y se encuentran con una playa larga y bien poblada de arena, pierde su energía sin erosionar la costa”, destacó.

Ante la energía que tienen las olas, el decano aseguró que “puede erosionar directamente la costa generando rasgos como los acantilados, plataformas de erosión o abrasión y a veces esos acantilados van retrocediendo y pueden llegar a afectar también las construcciones humanas”.

En cuanto a las posibilidades de quedarnos sin playa, Del Río afirmó que “hay que analizar bien qué es lo que uno pone cerca de la costa o de los ambientes vulnerables y evitar hacer sobre inversiones en otros lugares. Es difícil en Mar del Plata dado que buena parte de la ciudad se ha construido sobre la línea costera. En este caso, hay que recurrir a distintas estrategias de protección y regeneración”.

Ante la preocupación de cómo se gestionan las playas en nuestro ciudad, detalló que “en la Provincia de Buenos Aires son un activo sumamente importante para la generación de recursos, desde el punto de vista turístico pero también ecosistémico. Por lo cual, su estudio y la comprensión de qué es lo que pasa es sumamente importante”.

Por último, aseveró que “afortunadamente la UNMDP tiene institutos muy prestigiosos que han estado estudiando estos temas a lo largo de mucho tiempo, como el Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario, y el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras que depende de la FCEYN, para asesorar a los organismos públicos que lo requieren en las diferentes estrategias que se propongan”.

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