Parásitos: una puerta de investigación a otro espacio-tiempo

Foto: Departamento de Comunicación CONICET - Mar del Plata

 

La paleoparasitologia es el estudio de restos parasitarios presentes en sitios arqueológicos y paleontológicos. Los parásitos se buscan en diversos materiales antiguos, como pueden ser los coprolitos (heces deshidratadas o mineralizadas), los sedimentos de esqueletos o letrinas, las momias, entre otros. Esta disciplina aplica técnicas que se utilizan en parasitología actual, pero adaptadas a estos materiales.

María Ornela Beltrame es Investigadora Independiente del CONICET con lugar de trabajo en el Laboratorio de Paleoparasitología, dentro del Instituto de Investigaciones en Producción, Sanidad y Ambiente (IIPROSAM-CONICET, UNMDP), y hace más de diez años que se dedica a trabajar en la temática. Actualmente, su línea de investigación se encuentra enfocada en el estudio de coprolitos de camélidos sudamericanos, roedores y diversos carnívoros y herbívoros que se encuentran a lo largo de regiones áridas de los Andes.

Lo que me resulta más atractivo de este tipo de estudios es que son de carácter interdisciplinario. Si bien nuestro grupo está conformado por biólogos, es indispensable la interacción con arqueólogos, paleontólogos, antropólogos, entre otros, para poder realizar discusiones y conclusiones más completas y profundas. Es gracias a ellos que tenemos la disponibilidad de este tipo de muestras, de un gran valor arqueológico y paleontológico, con quienes podemos colaborar en las excavaciones de los diversos sitios de estudio y con quienes podemos generar discusiones del contexto donde trabajamos. En este tipo de estudios, lo importante es lograr ubicarse en un tiempo y espacio diferente al que conocemos en la actualidad“, relata la investigadora.

Beltrame forma parte de un proyecto conjunto con la Dra. Eleonor Tietze, Investigadora Adjunta del CONICET, y los Lic. Agustín Bellusci y Victoria Cañal, ambos Becarios Doctorales del CONICET, dirigidos por Beltrame y codirigidos por investigadores de otras instituciones. Sus sitios de estudios son sitios arqueológicos y paleontológicos que se encuentran distribuidos a lo largo de Argentina y Chile.

La joven investigadora relata que sus inicios en la temática de los parásitos fueron durante la cursada de la materia Parasitología, materia optativa de la carrera Lic. en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, dictada por la Dra. Norma Sardella, una docente que supo apasionar y cautivar a muchos de sus alumnos. Y comenta: “Varios años más tarde, me enteré que la Dra. Sardella estaba trabajando en Paleoparasitologia, un término que lo escuchaba por primera vez en mi carrera y que me despertó rápidamente su interés. Comencé a interiorizarme en esto y fue bajo su dirección, a quien siempre estaré agradecida por enseñarme a trabajar en la ciencia con un pensamiento crítico y con pasión, que ingresé en la carrera de investigación científica del CONICET dentro de esta línea de trabajo”.

El parasitismo es una de las estrategias de vida más exitosa, y conforman una proporción relevante de la biodiversidad. Si pensamos que todas las especies de animales albergan una o varias especies de parásitos, podemos decir que existen tantas o incluso más especies parasitarias que especies de vida libre. Los parásitos cumplen diversos roles en los ecosistemas, y uno de ellos es el de bioindicadores. Esto significa que dado que los parásitos, los hospedadores (organismos que portan los parásitos) y el ambiente interaccionan entre sí formando parte de un sistema ecológico, esta interacción permite que la presencia de parásitos pueda ser indicadora de diversos aspectos, tanto de la vida del hospedador como del ambiente en el que transcurre la relación.

“Es este rol de los parásitos que utilizamos los paleoparasitólogos como fuente de evidencias e información del pasado. La presencia de parásitos en contextos arqueológicos y paleontológicos permite la reconstrucción de diversos aspectos paleoecológicos, evolutivos, biogeográficos y culturales, tales como el paleoambiente, la dieta, la higiene, la demografía, la relación parásito-hospedador en el tiempo y la paleoepidemiología de parásitos a los que estuvieron expuestos los diversos hospedadores en el pasado”, explica Beltrame.

Sobre la tarea cotidiana que desarrollan desde el Grupo, la investigadora cuenta que cada nueva muestra que analizan a diario es considerada como un “nuevo misterio” ya que, hasta no estudiarla, no saben con qué van a encontrarse, y eso lo hace motivador. “Si bien el tipo de estudio lleva muchas horas de microscopio o de laboratorio, el trabajo no se torna para nada rutinario por este motivo: la espera con ansias de los restos parasitarios. Y cuando por fin aparecen, generalmente huevos o quistes de parásitos que se conservan en el tiempo ya que son estructuras de resistencias, o rastros de su ADN, ahí comienza otra etapa: la de interpretar qué nos está indicando su presencia en esa muestra”, aseguró. Ahí donde también comienza la interacción con otros investigadores para poder realizar las interpretaciones desde distintos puntos de vistas.

“Para mi, trabajar en esta línea es tener interrogantes permanentemente, continuar formándose día a día porque siempre hay algo nuevo. Es trabajar en la actualidad pero con la mente ubicada en el tiempo y espacio donde sucede la relación parasitaria que estudiamos, es tener siempre las ganas de algo nuevo por descubrir. Comprender los sistemas parasitarios en el pasado, también es una herramienta para comprender las relaciones parasitarias del presente y para predecir qué puede suceder en el futuro”, concluye Beltrame.

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