Actualmente, un argentino consume 16 kilos de carne porcina al año, más de un 500% de aumento desde 2010

 

En los últimos años, la cultura argentina ha desplazado el histórico consumo de carne vacuna por otras fuentes que han empezado a ser tendencia con mayor intensidad, principalmente la carne porcina y aviar. Durante la pandemia, ante una fuerte crisis económica, con caída de ingresos y aumentos sostenidos en el precio de las carnes rojas, los sectores notaron un repunte de la actividad que, hasta el momento, continúa desarrollándose.

Portal Universidad dialogó con Alejandro Lamacchia, Presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Productores Porcinos de la Provincia de Buenos Aires, quien comentó el gran avance por el que atraviesa el sector: “Creemos que, con el correr de los años, el argentino se va a volcar a esta carne de forma intensa, así lo demuestran las estadísticas”.

Comenzando su intenso desarrollo entre 2010 y 2011, “de consumirse 2 o 3 kilos de carne fresca por habitante al año ha ido aumentando de forma progresiva de a 1 kilo por año. Al día de hoy, formalmente hay un consumo de 16 kilos por persona anualmente y, si uno tiene en cuenta el aspecto informal, llegamos casi a 19 kilos por persona. Se estima que para el 2025, tendremos que estar en los 25 o 26 kilos por persona por año”, aseguró.

Se estima que para el 2025, tendremos que estar en los 25 o 26 kilos por persona por año.

Este progreso en los últimos años se ha dado, fundamentalmente, por una apuesta por parte del Estado al desarrollo del sector porcino y a un verdadero cambio cultural “donde la carne de cerdo comenzó a consumirse, tanto en casas particulares como en parrillas. Hoy ya se nota que hay una mayor participación de esta carne en el alimento de los argentinos”, indicó Lamacchia.

En relación a las otras carnes, “el sector aviar tuvo un pico de crecimiento importante en el 2011 pero hoy se ha estancado. Por su parte, el sector vacuno siempre ha tenido altibajos y hoy está con un consumo más bajo de lo normal. Así como el aviar ha llegado a un techo y la carne vacuna ha bajado el consumo, la carne de cerdo tiene un desarrollo progresivo y se cree que va a seguir con un aumento exponencial como el que ha tenido ahora”.

Si bien durante la pandemia el sector siguió trabajando normalmente, ya que se trata de una actividad esencial, Lamacchia remarcó que la diferencia fundamental con la carne vacuna radicó en los costos: “El cerdo siempre tiene que tener un precio diferencial con la carne vacuna. El argentino históricamente ha sido consumidor de carne vacuna y, con el tema de la pandemia y la apertura de la exportación, el precio del kilo de carne vacuna tuvo un aumento muy grande. Llegó un momento que estaba prácticamente al doble de lo que valía la carne de cerdo. En ese sentido, durante la pandemia el sector porcino se vio muy favorecido porque la gente se volcó al consumo de carne de cerdo, aparte de ser sabrosa y saludable era mucho más económica”.

Durante la pandemia el sector porcino se vio muy favorecido porque la gente se volcó al consumo de carne de cerdo.

Otra de las causas por las que el sector porcino se encuentra en pleno auge refiere a que “hoy en día está de moda todo lo que es producción sustentable y el medio ambiente, es un cambio cultural al cual uno tiene que prestarle atención porque es algo muy importante. El cerdo es una carne que tiene muchas bondades y, en estos últimos años, el argentino cada vez la consume más y aprende a hacerla de diferentes maneras. Hoy es normal consumir una hamburguesa o milanesa de cerdo, cosa que antes jamás se hubiese planteado“, reveló.

Con respecto a las necesidades que requiere el sector, el presidente de la asociación declaró que “se tiene que desarrollar y lograr rentabilidad, para que esto ocurra el productor tiene que ser eficiente y eso va de la mano de la tecnología. Es decir, si hablamos de una producción estratégica tiene que ir acompañada por políticas de estado que le faciliten el desarrollo al productor, por ejemplo a través de créditos que sean accesibles con un tiempo de gracia lógico”.

Sabiendo que el 95% de los productores del país son pequeños o medianos, Lamacchia concluyó que “necesitan un acompañamiento económico para que puedan crecer. Hoy se habla de una unidad básica, lógica y rentable cuando un productor tiene 100 madres pero hay muchísimos que tienen menos. Entonces, tenemos que apoyarlos económicamente para que se desarrollen, puedan alcanzar la unidad básica de producción y así ayudar al desarrollo global de la producción en el país”.

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