Denuncian que la pesca del tiburón en Cabo Corrientes fue ilegal

 

En los últimos días, el avistaje de un tiburón de gran tamaño en la costa de Mar del Plata generó asombro y temor entre los pescadores que se encontraban cercanos a la Escollera Sur. Sin embargo, en la jornada siguiente, otro animal de la misma especie que merodeaba la zona fue capturado por un grupo de tripulantes en una “lanchita amarilla” frente a Cabo Corrientes.

Desde Portal Universidad dialogamos con Santiago Barbini, Doctor en Ciencias Biológicas e Investigador del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras perteneciente a Conicet – Mar del Plata, quien explicó por qué este caso se trata de una pesca ilegal y cuáles son las consecuencias que trae para la especie y para el ecosistema en general.

A pesar de que el reporte de esta especie haya generado cierto asombro entre la comunidad marplatense, el especialista aseguró que “es común verla entre principios de primavera hasta marzo o abril y está presente en toda la Provincia de Buenos Aires. Si bien los tamaños del tiburón Bacota pueden ir desde los dos metros hasta casos excepcionales de tres metros, la talla que ronda la zona suele ser de 2,50 o 2,70mts”.

Con respecto a la distancia de la costa en la cual permanecen, reveló que “pueden andar a 100 metros. Incluso, en la zona de la Restinga, cerca del Faro, o en Mar Chiquita y Villa Gesell, se los puede pescar tirando la caña desde la arena al mar“.

Sin embargo, la pesca de estos animales no solo tiene repercusiones en el ecosistema marino, sino que se trata de una práctica ilegal. “Tenemos dos reglamentaciones para tiburones grandes. Por una parte, la provincial dice que se puede pescar con caña pero es de devolución obligatoria, ósea que no se lo puede matar. Pescás y devolvés el animal vivo al mar. La segunda reglamentación es para pesca comercial, la desarrolla el Consejo Federal Pesquero, y dice que siempre que se capture una especie de este tipo tiene que ser sí o sí devuelta al mar viva”, confirmó.

Siempre que se capture una especie de este tipo tiene que ser sí o sí devuelta al mar viva.

En el caso de que el animal esté muerto, “hay que declararlo en la estadística pesquera, traerlo a puerto y destinarlo a alguna institución de investigación del país, ya sea el INIDEP o alguna universidad”, manifestó. A lo que agregó que en el caso de esta semana, “según el criterio de los pescadores, el tiburón estaba moribundo, entonces tendría que haber sido devuelto al agua porque no estaba muerto”.

Según el criterio de los pescadores, el tiburón estaba moribundo, entonces tendría que haber sido devuelto al agua porque no estaba muerto.

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Entonces, además de que se trató de una pesca ilegal, la problemática mayor aparece cuando los pescadores no tienen conciencia de las consecuencias que generan en el ecosistema marino. Por ejemplo, “estos grupos de grandes tiburones son especies longevas que tienen procesos de gestación largos y maduran sexualmente a muchos años de su nacimiento. El bacota lo hace alrededor de los 20 años, es decir, recién se puede reproducir a esa edad”, afirmó Barbini.

Es por esto que, si la pesca de estas especies comienza a ser más frecuente, con el tiempo “la población va a disminuir porque nunca llegan a recuperarse. Además, desde el punto de vista de la comunidad, ocupan niveles altos de la cadena trófica, por lo que si los eliminás se producen desequilibrios en las partes inferiores del proceso”, planteó.

Generar conciencia en la comunidad pesquera es una de las cuestiones más importantes a tratar desde la sociedad porque “cuantos más tiburones haya, más saludable va a ser el mar”, concluyó el investigador.

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