Las noticias falsas también circulan en Mar del Plata
Por Albertina Marquestau*
Un tweet que casi logra suspender las clases en toda la ciudad. La noticia de que el submarino ARA San Juan estaba siendo remolcado, horas antes de que se hiciera pública su desaparición. Un audio con expresiones discriminatorias de un candidato a Intendente. Tres ejemplos de desinformación que se produjeron en Mar del Plata y se propagaron a nivel nacional a través de medios de comunicación, redes sociales y grupos de WhastApp. Casos en los que ganó la ansiedad por dar “me gusta” y compartirlo, y perdió uno de los principios básicos del periodismo: chequear la información.
El poder de un tweet. En medio de un fuerte temporal de viento y lluvia toda la ciudad de Mar del Plata, los medios de comunicación locales incluidos, aguardaba expectante el comunicado de prensa de la Municipalidad de General Pueyrredon para saber si al día siguiente habría actividad escolar o no. “Suspenden las clases, lo dicen en la cuenta de Twitter de la Municipalidad”, informó casi a los gritos el redactor de un medio gráfico de gran alcance. El texto de la nota, que ya estaba casi listo, no tardó en aparecer publicado en el sitio digital de tal medio. Al instante fue replicado en las redes sociales y comenzó a sumar comentarios, likes y a ser compartido. Incluso otros medios locales lo subieron a sus plataformas. Minutos más tarde, uno de los jefes de redacción recibió el llamado del director de prensa de la Municipalidad alertando de la falsedad de tal información.
Se trató de un típico caso de contenido impostor en el que se finge ser una fuente real y se brindan contenidos falsos o engañosos acompañados de logos también conocidos.
La primicia que no fue. Cuando ya habían transcurrido varios días desde que se había perdido contacto con el ARA San Juan y crecía la tensión entre los familiares de los 44 marinos, que reclamaban información, y las autoridades que no la brindaban, finalmente, un medio de la ciudad balnearia tuvo una primicia. Según esa publicación, tras un incidente en el sur, el submarino había sido rescatado y estaba siendo remolcado hacia Mar del Plata. En pocos segundos tal información apareció en una veintena de medios locales y nacionales que venían siguiendo el tema. Pero lo que ese día, 17 de noviembre de 2017, encendió una luz de esperanza en muchos de los familiares y miembros de la Armada, con el correr de las horas se convirtió en una noticia falsa que oscureció aún más las expectativas de todos.
En este caso, fue una noticia de contenido falso que buscaba saldar una deuda informativa con una sociedad que reclamaba novedades.
Una voz discriminatoria. “Los negros eligieron. No queremos cloacas, no queremos agua, asfalto para qué, metemos las patas en el barro”, decía un audio que se atribuía al hoy Intendente de General Pueyrredon, Guillermo Montenegro, cuando aún era candidato, en 2019. El mensaje circuló por grupos de WhastApp y otras redes hasta que un medio digital local lo publicó y luego salió a desmentir que la voz fuera la del candidato. El malestar por los dichos discriminatorios del político provocó el repudio público de algunos de sus opositores. Más tarde se confirmó que la voz no era la del entonces jefe comunal.
Las tres noticias falsas descriptas evidencian que en un mundo en el que la información vuela y las redes sociales tienen un rol protagónico, cualquiera puede ser editor. Con un poco de conocimiento de algunas herramientas y mala intención, se puede echar a correr una noticia falsa.
Del otro lado están las personas que luchan por discernir lo que es real de lo que no lo es. ¿Qué pasa con quien comparte esa desinformación sin saber que no es real? Se convierte en víctima. ¿Y en caso de saber que no es real? Es cómplice.
¿Qué hacer frente a la desinformación? Para el periodista, el desorden de la información genera cuestionamientos y le ofrece la oportunidad de revisar sus prácticas profesionales. El público, o las audiencias, por su parte, deben ser conscientes de que existen herramientas que permiten verificar no sólo artículos, fotos o hasta memes que hoy se distribuyen rápidamente sin filtros y sin medir las consecuencias. Algunos de esos recursos para combatir la desinformación se pueden encontrar en los trabajos desarrollados por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) con financiación de la Unión Europea y Thomson Media.
Aprender a detectar la desinformación debería ser hoy una práctica habitual en un país donde el usuario digital se describe como hiperconectado, con un consumo importante de información y una conexión estrecha con los medios de comunicación. Mientras que brindar información confiable, transparente y chequeada, es la labor que el periodismo no debe olvidar. Las redes sociales cambiaron la práctica del periodismo y a eso se lo combate con verificación.