Trigo genéticamente modificado: “Nos quedaremos sin la soberanía alimentaria, sin nuestras semillas”
A principios de Julio, una resolución judicial prohibió el uso y liberación del trigo HB4 en la provincia de Buenos Aires. La medida cautelar fue dictada por el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil Nº 2 de Mar del Plata, a cargo del Juez Bonaerense Néstor Salas, ante una presentación colectiva realizada por productores de establecimientos agroecológicos, organizaciones socioambientales y pueblos indígenas.
Posteriormente, a mediados de julio, la Fiscalía de Estado bonaerense apeló el fallo, por lo que esa medida quedó sin efecto y ahora los productores que así lo deseen podrán acceder a la compra del producto, que fue autorizado en el país en mayo pasado.
Para aportar mayor claridad sobre los posibles beneficios y/o consecuencias que puede llegar a tener permitir el uso de semillas de trigo modificadas genéticamente, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Jorge Taylor, Médico Veterinario , director del programa de elaboración segura de alimentos de la Universidad Nacional de La Plata.
En primer lugar, para poder abordar el tema con mayor profundidad, Taylor explicó en qué consiste el trigo transgénico HB4. En ese sentido, dijo: “La modificación genética de semillas es un evento genético propuesto por un laboratorio, un instituto de una empresa privada que es el Instituto de Agrobiotecnología de Rosario (INDEAR), que propuso al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación en el año 2016, la solicitud de aprobación de este evento genético”.
“Es una modificación que se introduce dentro del genoma de la planta, con algunas características que se le quieren brindar. En este caso, dos modificaciones genéticas para las cuales lo hace resistente, a las sequías por un lado y resistente a un agente químico herbicida, denominado glufosinato de amonio por el otro. Esas dos modificaciones genéticas realizadas en un laboratorio, después se plasman en la aplicación real en el territorio con la siembra y el cultivo, cosecha y procesamiento de los derivados de esa semilla, en este caso del trigo transgénico”, agregó.
Asimismo, explicó que el uso de la modificación genética no significa en sí misma una cosa negativa, sino que “es importante analizar para qué se modifica genéticamente el trigo. El fallo del Juez Salas, es muy importante porque pone un freno a una situación que viene desde hace mucho tiempo, impulsada por los sectores de acumulación económica que tiene nuestro país y avalado, sin duda por la cronología de los hechos, por distintas instancias del Estado Nacional”.
Por otro lado se refirió a la decisión que tomó el Estado nacional a la hora de aprobar el uso de este tipo de semillas y dijo: “Argentina avanzó hacia una decisión que no tomó ningún país del mundo y de hecho, la primer medida tomada por el bloque económico de la Unión Europea fue no recibir ningún tipo de producto derivado, ni la tecnología implementada por Argentina para ese cultivo, cosecha y mucho menos procesamiento de los derivados subproductos y productos de origen vegetal para el consumo humano”.
“Argentina avanzó hacia una decisión que no tomó ningún país del mundo y de hecho, la primer medida tomada por el bloque económico de la Unión Europea fue no recibir ningún tipo de producto derivado”
“Europa sistemáticamente negó la posibilidad de compra de ese material, por lo cual se cae un argumento sostenido por Bioceres, que es la empresa comercialmente beneficiada con esta medida, pero tuvo otras alternativas como Brasil, que ha aportado su granito de arena en esta masacre ambiental que se está produciendo, definiendo que va a comprar los derivados de esa producción del trigo HB4. A lo que se sumaron después otros países, Australia, Nueva Zelanda, Colombia, Canadá, China y en los últimos días EEUU también”, aclaró.
Sin embargo, Taylor explicó que existe una importante salvedad en cuanto a la decisión tomada por estos países: ellos tomaron la decisión de consumir el subproducto o el producto procesado pero sin tener el cultivo en sus territorios. Evidentemente hay un daño ambiental, por lo cual el Juez Salas tomó una medida muy importante en cuanto a poner un freno a detener esta liberación del trigo en la Provincia de Buenos Aires, porque es una consecuencia que inicia hoy, pero a mediano y largo plazo se van a ver las consecuencias negativas sobre la salud. Es importante tener en cuenta una postura holística, hablar de una sola salud, el ambiente, las plantas, los animales, las personas, el aire, el agua, la tierra y los alimentos”.
El uso del trigo modificado puede perjudicar a la semilla original
Respecto de los riesgos ambientales y económicos que puede producir esta decisión, Taylor explicó que es solo cuestión de tiempo para que estas semillas modificadas contaminen al trigo natural. “Una vez contaminada la semilla natural, la empresa privada podrá cobrar el patentamiento de la semilla, lo cual genera regalías. La titularidad de esas semillas, de esas regalías, va a ser de la empresa Bioceres porque todos los trigos que se determinen contaminados con esta semilla de trigo transgénico van a ser de su propiedad”.
“La titularidad de esas semillas, de esas regalías, va a ser de la empresa Bioceres porque todos los trigos que se determinen contaminados con esta semilla de trigo transgénico van a ser de su propiedad”.
“Estamos hablando de un impacto enorme. El Juez Salas estableció el criterio de que se reglamente y se conforme una comisión en la provincia de Buenos Aires que fue definida ya por una ley de 2022 y que nunca se puso en vigencia, para evaluar los riesgos y eventualidades que van a aparecer a través de la modificaciones genéticas de productos animales y vegetales. Esta ley, la ley 12.822, nunca fue reglamentada”, agregó.
Asimismo, Taylor explicó que independientemente de las medidas judiciales, en el año 2021 se sembraron 52.700 hectáreas en 11 provincias, en modelos experimentales de loteos desarrollados por la empresa y el interés de las empresas privadas por autorizar los modelos transgénicos presiona al sistema político hace ya mucho tiempo. En ese sentido explicó que “el primer evento en nuestro país fue la soja transgénica en 1996”.
¿Son válidos los argumentos que apoyan esta modificación genética?
Con relación a los argumentos que sustentan el uso de transgénicos, las empresas que los promueven aseguran que “El trigo será resistente a la sequía el argumento que emite Bioceres es que al haber mayor posibilidad de ampliar la superficie de cultivo, habría mayor volumen y cantidad de trigo, lo que indicaría mayor cantidad de harina para consumo humano y con lo cual se combatiría el hambre”.
Sin embargo, Taylor pone en discusión este argumento. “Es una falacia, porque sólo resalta una de las modificaciones, que es la resistencia a la sequía, pero también es una falacia en este sentido la situación en términos de acceso a la alimentación. El problema en Argentina con la alimentación no pasa por la cantidad sino por la inequidad en la distribución y en la calidad nutricional de los alimentos. Lo podemos vincular a la ley de promoción de alimentación saludable que se aprobó a fin año pasado y se reglamentó a principios de este año, que propone que los alimentos que tengan acceso de elementos críticos como por ejemplo el sodio, azúcar, grasas trans y calorías, estén indicados en sellos de advertencia para los consumidores. De esto deriva que los alimentos que causen un daño estén advertidos, hay una falta de acción porque no están indicados en los rótulos las modificaciones genéticas y como consumidores desconocemos lo que estamos consumiendo, así que pasaría desapercibido si los alimentos que consumimos están con este tipo de harinas derivadas del trigo HB4”.
“El problema en Argentina con la alimentación no pasa por la cantidad sino por la inequidad en la distribución y en la calidad nutricional de los alimentos“
Asimismo, destacó que lo grave desde el rol del Estado es que “el desarrollo científico tecnológico fue en el ámbito del Conicet, a través de una investigadora de la Universidad Nacional del Litoral, que desarrolló la modificación genética de incorporar un gen del girasol en el trigo para crear la resistencia a la sequía, pero también se acompaña la otra modificación, que es la resistencia a glufosinato de amonio. Esto es un herbicida que según la Food and Agriculture Organization (Fao), tiene una toxicidad y neurotoxicidad 15 veces superior al glifosato que todos conocemos. Este dato no es difundido en la publicidad que promueve la siembra y el cultivo del trigo HB4”.
¿Existe algún beneficio en torno al uso de este trigo HB4?
Con relación a los beneficios que podría tener el uso de este tipo de semillas, Taylor fue contundente: “Los beneficios son sólo para la empresa, porque hay una acumulación del capital. Se contaminará el trigo natural y nos quedaremos sin la soberanía alimentaria, sin nuestras semillas. El patentamiento implica la propiedad de la semilla y la imposibilidad de que cualquier productor de nuestro territorio, que hoy posee semillas nativas, para utilizarlas. La desinformación hace que estos grupos avancen en su objetivo”.
“¿Por qué en otros países no lo aprueban y acá sí?“
“Este tipo de demandas están respaldadas por científicos, organizaciones ambientales, productores y un conjunto de organizaciones de la sociedad civil, y distintos niveles del Estado. A nivel mundial sucede lo mismo, por eso se han tomado medidas de preservación en sus territorios. Europa tiene una agenda ambiental muy rigurosa y es una señal a tener en cuenta”, agregó.
Finalmente destacó que es importante preguntarnos: “¿Por qué en otros países no lo aprueban y acá sí? Está comprobado científicamente que en los animales de laboratorio, tanto anfibios como ratones, causa toxicidad y neurotoxicidad en el sistema nervioso y en el sistema reproductivo, malformaciones y productos teratogénicos que van en la misma línea del glifosato”.