Aulas y tecnología: “La escuela compite con las redes sociales”

 

Con los años, el uso de la tecnología en los más chicos es cada vez más constante y rutinario, lo que se agravó con la llegada de la pandemia. Las horas de pantalla aumentaron, no solo para jugar y entretenerse, sino también para aprender.

La educación pasó a necesitar de estos dispositivos para poder seguir en contacto con los alumnos y que su nivel de aprendizaje no se quede allí. Sin embargo, luego de ese tiempo de aislamiento y con una vuelta a la presencialidad, llegan otras preguntas sobre cómo atraer la atención de los chicos al aula cuando sus cabezas están navegando por internet.

Portal Universidad dialogó con Analía Correa, presidenta del Centro de Graduados de la Facultad de Humanidades de la UNMDP y profesora de historia en distintos colegios de la ciudad, sobre el desafío de las redes sociales en el aula y cuáles serían las mejores estrategias a la hora de enfrentarlas.

Correa analiza que desde el regreso a las aulas de manera presencial “se observa una intensificación de todo comportamiento. Hay una mayor obsesión en algunos y algunas estudiantes por el uso del celular de un modo compulsivo”.

La docente expresó que “en las escuelas donde trabajo no es que todos y todas tienen celular. A veces son una minoría, los que tienen acceso a ese dispositivo”. A lo que agregó que “es importante aclararlo porque habla de los límites que tenemos a la hora de pensar propuestas pedagógicas que integren los celulares como una herramienta”.

Se podría afirmar que la pandemia trajo un cambio notable a las aulas con la incorporación de estos dispositivos. “En la revinculación, los hábitos que hacen a la organización escolar se diluyeron, se quedaron totalmente  desestructurados. Tengo cursos, por ejemplo de tercer año, que son estudiantes que salieron de la escuela primaria y entraron a un mundo donde hay profes, muchas materias, todo lo que significa centrarse en tareas, las normas básicas para la convivencia escolar. Todo eso hay que construirlo empezando después del aislamiento, del distanciamiento, de las burbujas”.

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“Eran niños, niñas en edad escolar que estaban en un nivel inicial en la escuela primaria y pasaron a la secundaria, o chicos y chicas que estaban en secundaria básica y ahora están egresando. Eso es algo que no debemos olvidar, porque la misma noción de que estamos lidiando con el celular sería un aspecto, de todo lo que implica generar hábitos, construir otras posibilidades dentro del trabajo áulico y extraáulico”, declaró.

El aula y las redes sociales

Un nuevo interrogante surge a raíz de esto: ¿Cómo incentivamos a los más chicos?. Para Correa, “por lo menos hay que saber dónde está el interés, quizás lo que nos cuesta más ahora es saber cuáles son, en qué están interesados, qué es lo que les atrae. En este mundo adolescente, por lo menos en el que trabajo, la escuela compite con las redes sociales”.

“Aunque no tengan celular, les llega todo lo que está circulando, a través de sus compañeros o de lo que se replica en los medios de comunicación masivo. Se informan a través de lo que se reproduce en redes, el acceso a la opinión y a la información vertiginosa sin recepción”, destacó la docente.

Ante esto, señaló que “el celular es la manifestación de estas nuevas subjetividades donde todo es rápido y todo tiene que ser consumible velozmente. El celular es la materialización de ese modo de acercarnos a los discursos, a la palabra, a los nuevos lenguajes, las imágenes. Es parte de esta realidad con la que tenemos que lidiar, porque el trabajo pedagógico significa reflexión y lo que los pibes, las pibas consumen no está orientado a esto, sino a ese consumo de redes”.

¿Cuáles serían las mejores estrategias?

Podríamos considerar que integrar los dispositivos como herramientas para la educación es la mejor solución, Correa detalló que “cuando hay algún dispositivo siempre hay posibilidad, todo depende de la organización escolar. Hay escuelas que cuando las normas de convivencia están claras, no lidias con el celular, porque ya hay acuerdos con la familia y está establecido que el celular está habilitado cuando el docente lo autoriza”.

La docente habló sobre la problemática de los celulares y ejemplificó con una situación que vivió: “Hay una pelea en el barrio y se están por encontrar en una esquina para pelear,  eso se viraliza desde el celular donde hay acceso a internet, porque no tienen datos. Entonces hay una necesidad de poner un límite, como en estas situaciones de violencia en la calle donde la escuela a veces resuelve lo que pasa en la calle”.

“Hay instituciones donde esto se va trabajando pero es un laburo de hormiga. Permanentemente tenés que estar llamando la atención sobre los riesgos que implica la viralización de estas peleas, de imágenes de violencia. Y ahí también estás enseñando, estás proponiendo una reflexión sobre la utilización de las redes sociales”, afirmó Correa.

Del mismo modo, la presidenta del centro de graduados indicó que “hay que aprovechar si está la herramienta para integrarla a el proyecto. Si tenemos que visualizar un pequeño video, se puede compartir ese video y reproducirlo en el celular, mostrando otras posibilidades”.

Con la pandemia, los grupos de whatsapp se volvieron clave a la hora de continuar el contacto de los docentes con los alumnos, a lo que Correa mencionó que “algunos o algunas hemos mantenido una vinculación a través de whatsapp. Los estudiantes que por distintos motivos no pueden asistir a la escuela, es garantizarles una continuidad desde la presencialidad y ahí el trabajo con el celular es vital, es la manera”.

La docente hizo referencia a las propuestas pedagógicas que se puedan ir llevando adelante en el ámbito escolar y comentó que “está la posibilidad de la investigación, de acompañar en la búsqueda de información, poder contrastar las distintas fuentes y además generar la posibilidad de que los propios pibes y pibas se expresen a través de estos dispositivos y aplicaciones. Esto requiere una formación del profesional para poder orientar en esa tarea”.

Por último, Correa destacó que “lo que ocurre en el aula es bastante distinto a lo que podemos teorizar de los modelos pedagógicos. En el aula hay que poner a prueba mucha creatividad, paciencia, porque la revinculación para garantizar la continuidad pedagógica es un trabajo donde ponemos el cuerpo, las emociones, todo”.

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