La medicina del deseo y las cirugías estéticas en los más chicos: “Estas decisiones son a veces irreversibles”

 

En una sociedad donde los estereotipos de belleza son cada vez más fuertes y la necesidad de “ser parte” es moneda corriente, las cirugías estéticas entran en escena como una “solución” a los problemas. 

La principal alerta es lo que genera en los más chicos, donde los efectos psicológicos y emocionales de quedar excluido son más fuertes. Aún más cuando los motivos de realizarse intervenciones estéticas se deben a burlas de compañeros por sus cuerpos y el arrepentimiento por las decisiones tomadas pueden llegar demasiado tarde.

Portal Universidad dialogó con Susana La Rocca, Magíster en Epistemología y Metodología de la Ciencia, Coordinadora del Programa de Bioética de la UNMDP y miembro de la Red de Bioética del Sur Bonaerense, sobre la visión de la bioética hacia las cirugías estéticas en menores.

La especialista mencionó que no existe una reglamentación dentro de la bioética que prohíba este tipo de cirugías en menores, y comentó que “puede derivar del corpus general de normativas”.

Si bien existen intervenciones estéticas que son necesarias por un hecho de salud, en este caso “son aquellas que responden a lo que llamamos medicina del deseo, que de pronto los niños y las niñas puedan corregir su cuerpo en base a un patrón cultural de belleza”.

La Rocca mencionó que “hay un proyecto de ley del 2014 de una diputada cordobesa hasta donde yo sé que no prosperó y nada más. Después lo demás lo podemos inferir de la normativa general”.

Del mismo modo, hizo hincapié en el principio de beneficencia y destacó que “tiene su contrapartida con el principio de no maleficencia que en latín es primum non nocere, primero no dañar y eso es lo que debe guiar todas las acciones. Este principio trata de que si no puedo hacer el bien por lo menos no debería hacer el mal”.

La especialista declaró tres aspectos importantes en el caso de las cirugías estéticas innecesarias y declaró que “el primero es que en esa etapa etaria no existe todavía el desarrollo completo, entonces intervenir quirúrgicamente es trabajar sobre un material biológico que todavía no está definido y no sabes que consecuencias puede traer”.

Intervenir quirúrgicamente es trabajar sobre un material biológico que todavía no está definido y no sabés que consecuencias puede traer

Del mismo modo, ejemplificó que “en el caso del implante mamario, que requiere reemplazos cada tanto, si se empieza demasiado temprano no sabemos las consecuencias que puede traer hacer dos o tres desplazados durante la vida. Frente a la incertidumbre, el principio de precaución aconseja que esto no se haga”.

Por otro lado, se encuentra el campo de la autonomía “que es propio del derecho y la bioética. Un adolescente también le falta maduración, no sabe si las decisiones son apresuradas. Si bien el código civil inaugura de una manera muy interesante el tema de la autonomía progresiva, que implica que no toda la franja que va en la niñez y adolescencia tiene la misma madurez, si es cierto que es necesario tener determinada madurez para determinadas decisiones”, detalló.

“Estas decisiones son a veces irreversibles, porque vos operas sobre una nariz o sobre una mama y no es sin consecuencias. Lo ideal es, aún cuando el código otorga la autonomía progresiva, para determinadas cuestiones ver si es verdaderamente autónomo el adolescente que va a tomar la decisión de esta intervención estética. Porque muchas veces responde a las presiones sociales o a una moda”, expresó la especialista.

Sin embargo, en el caso de una patología o discapacidad, “si uno podría decir que es una intervención beneficiosa y no en aras de un deseo es correcto. Además desde el punto de vista psicológico, el deseo no tiene límite’‘, aclaró.

Por último, explicó que “el tercer elemento que tiene que ver con lo que llamamos en bioética justicia social, es el hecho de que siempre hay que distribuir escasos recursos para necesidades extraordinarias”.

Si bien la bioética recomienda esperar, solo por el hecho de estar autorizado por un mayor se puede realizar la práctica además de poder decidir siendo mayores de 16 años. “Después de los 16 los niños, salvo en intervenciones de riesgo, pueden tomar decisiones incluso que se opongan a las de los padres, y esta no es una intervención sin riesgo”, comentó. A lo que agregó que “se habla de una autonomía progresiva y estas intervenciones deben ser calificadas según el riesgo”.

“La autonomía en general de todos siempre tiene sesgos, en el caso de los adolescentes y los niños que se están formando, tienen más vulnerabilidad, entonces los adultos deben ser mucho más prudentes en las intervenciones que realicen y autoricen”, afirmó La Rocca.

Por último, la especialista declaró que “este juego de beneficencia, maleficencia, justicia social y vulnerabilidad son los que nos permiten analizar el caso por caso. Si hablamos de corrección porque hay un sufrimiento es una cosa, una variable a respetar, si hablamos simplemente del deseo, puede esperar. En ese caso la bioética aconseja esperar hasta que se sea mayor de edad”.

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