Mar del Plata tiene un 13% de la población con discapacidad y persiste la necesidad de mejorar los espacios públicos
Miles de marplatenses se movilizan por el espacio público de la ciudad sin ser conscientes de la existencia de barreras físicas y arquitectónicas que, junto con la ausencia de señalética adecuada, limitan e impiden la circulación de las personas con discapacidad o movilidad reducida. Existe en la ciudad un reclamo constante por parte de este sector de la población que se encuentra sistemáticamente excluido y privado de su autonomía.
Basta caminar por el centro y macrocentro de la ciudad con ojo observador para encontrar en las calles una elevadísima ausencia del que tal vez sea el recurso más básico para garantizar la circulación de todos los ciudadanos: las rampas en las esquinas. Incluso se dan situaciones donde en un mismo cruce de calles, una esquina cuenta con rampa y las demás no.
Ante esta situación, donde un sector de la población es deliberadamente excluido desde el diseño y la concepción de los espacios públicos, es inevitable preguntarse: ¿Es la vía pública realmente pública? Para intentar contestar esta pregunta y visibilizar esta problemática, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Carlos Mattos, Bibliotecario profesional, activista por los Derechos de las Personas con Discapacidad y miembro del Consejo Municipal de Discapacidad.
Consultado respecto de si son accesibles o no para personas con discapacidad las calles de Mar del Plata, Mattos dijo: “El tema suele abordarse desde un sesgo que es necesario cambiar. Se habla de un entorno amigable y adecuado para las personas con discapacidad cuando en realidad es necesario plantear si el entorno es amigable para toda la ciudadanía. Es importante hacer este planteo para no partir de una visión fragmentada, porque eso puede resultar en una visión excluyente, aunque la intención no sea excluir”.
Se suele pensar en la persona que tiene la discapacidad y no en la construcción de la discapacidad como fenómeno social.
“Se suele pensar en la persona que tiene la discapacidad y no en la construcción de la discapacidad como fenómeno social. Hay una cuestión simbólica con relación a la discapacidad que se puede ver en las campañas electorales por ejemplo, cuando se intenta descalificar a un sector y se habla un gobierno autista, un gobierno sordo. Esto descalifica y se estigmatiza incorrectamente a las personas sordas, porque una persona sorda no tiene la voluntad de no escuchar. Yo no soy ciego por voluntad, tengo una imposibilidad de ver, no es una elección”, explicó.
En cuanto a la situación puntual de Mar del Plata, Mattos dijo: “Para hablar de lo que pasa en la ciudad es necesario definir un tema importante que es la cuestión de lo público. La Comisión Interamericana de Derechos de Personas con Discapacidad tiene rango constitucional para la Argentina. Esto significa que el ordenamiento interno jurídico argentino debe interpretarse también a la luz de los valores que establece esta convención y ahí es donde entra en crisis la noción de lo público. Muchas veces me tocó preguntar esto desde la banca 25: ¿Se puede considerar público a un espacio que excluye al 13% de la población?”
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“La realidad es que mientras los espacios no permitan el tránsito de toda la población, no se puede considerar público desde el punto de vista jurídico. Muchas veces se promocionan “espacios públicos accesibles”, con la idea de hagamos accesible el espacio público para que entren todos. El tema es que en esa denominación se está reconociendo que hay espacios públicos inaccesibles. Si asumimos esa lógica, tenemos que pensar entonces que en nuestro país hay dos categorías de personas y esto atenta y va contra cualquier noción democrática”, aseguró.
Mientras los espacios no permitan el tránsito de toda la población, no se puede considerar público desde el punto de vista jurídico.
Por otro lado se refirió a la inclusión y expresó que “está bien que se hable de inclusión pero el tema no es solamente la inclusión, el tema es la accesibilidad porque la inclusión es una consecuencia de la accesibilidad. Si hablamos únicamente de inclusión, sin establecer los estándares del inclusor, caes en una trampa porque te incluyen desde estándares que hay que discutir a ver si son estándares democráticos o no. Tenemos que empezar a romper todos los estereotipos que hay en torno a la discapacidad porque terminan complicando la situación. Una vez rotos esos estereotipos deberíamos poder decir que una ciudad debe ser pensada para toda la población, en consecuencia, la gente con discapacidad”.
“Podemos tener una discapacidad permanente o transitoria. En los países más avanzados socialmente también se tiene una idea más amplia sobre las distintas etapas que transitan los ciudadanos en su vida, porque en un momento, alguna discapacidad vamos a tener todos. Necesitamos una ciudad con señalética accesible donde haya cartelería en lenguaje claro, donde no solo haya rampas sino que las barreras arquitectónicas se eliminen, eso una ciudad que nos integra a todos y no sólo a las personas de 35 años, con una altura promedio y atlética. Tenemos que hablar del diseño universal donde si adquirís una discapacidad tu calidad de vida no debería modificarse”, afirmó.