Adjudican la creciente muerte de ballenas a la marea roja

Foto: Cadaver de una Ballena Franca Austral en Península de Valdés. Fuente: Télam.

La Península de Valdés es un espacio privilegiado para el avistaje de ballenas reconocido internacionalmente. Este importante enclave turístico se vio afectado en las últimas semanas por una alarmante situación en la que los cadáveres de  30 ballenas francas australes vararon en sus costas. 

De acuerdo con información vertida por el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB), una de las principales hipótesis a la hora de explicar estas muertes es la presencia de una toxina en el agua, generada por microalgas que fueron ingeridas por los animales.

Para conocer con mayor detalle esta situación, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Nora Montoya, responsable del Programa Química Marina y Marea Roja del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP). 

Foto: Cadaver de Ballena Franca Austral en las costas de Península de Valdés. Fuente: Télam.

Con relación a las probables causas detrás de esta situación dijo: “La hipótesis más fuerte que tenemos es asociar la mortalidad a florecimientos algares nocivos. Estos florecimientos de una microalga producen una toxina que al ser ingerida es letal para las ballenas. Estos eventos son naturales y son bastante impredecibles como los volcanes o los terremotos. No podemos predecir cuándo va a ocurrir y aunque se han identificado algunos factores que podrían favorecer el crecimiento de algas tóxicas, todo esto está bajo estudio en Argentina y el mundo”.

Una de las características que hace que crezcan más estas algas es el agregado nutrientes en el mar. En algunos lugares como Chile o China se ha asociado la problemática con el cultivo de peces. Otros estudios han identificado un vínculo entre el cambio climático y el incremento de estos eventos, pero todo esto está bajo estudio”, agregó.

Estuvimos en el INIDEP procesando las muestras cuando comenzaron a ocurrir las muertes y nuestro objetivo es en particular la identificación de toxinas marinas.

En cuanto a la investigación que se está llevando a cabo para esclarecer este hecho en particular, Montoya explicó: “Todo el tema de investigaciones de ballenas lo maneja el ICB. En este evento trabajamos varios institutos donde cada uno aporta su granito de arena para tratar de entender lo que ocurrió y toda la parte de procesamiento de las muestras lo realiza el ICB in situ. Es bastante complejo de realizar, estuvimos en el INIDEP procesando las muestras cuando comenzaron a ocurrir las muertes y nuestro objetivo es en particular la identificación de toxinas marinas”.

“El trabajo consiste en analizar distintos tejidos y fluidos de las ballenas que estaban en mejor estado, porque para poder hacer este trabajo se requiere que los tejidos estén en buenas condiciones. Trajimos las muestras y las estamos analizando ahora, nos focalizamos en dos tipos de toxinas: las amnésicas de moluscos, que son producidas por unas diatomeas y las paralizantes de moluscos. Estos dos grupos estaban presentes en las muestras de fitoplancton del área y unos estudios detectaron concentraciones importantes de toxinas en mejillones. Los mejillones concentran las toxinas pero no se ven afectados entonces son los organismo centinela para ver los efectos en la región”, detalló.

Foto: Los bivalvos concentran las toxinas pero no se ven afectados entonces son los organismo centinela para ver los efectos en la región. Fuente: Télam.

Consultada sobre la frecuencia con la que suelen suceder estos eventos de marea roja, la investigadora explicó: “Estos eventos son muy comunes en la zona de Valdés. El primer evento tóxico registrado ocurrió en 1980, precisamente en la misma zona y todos los años hay eventos con mayor o menor magnitud. Lo que ocurrió este año, y esto es una hipótesis, es que el evento se adelantó. Normalmente sucede en octubre o noviembre, y esta vez fue en septiembre cuando hay mayor cantidad de ballenas en la región por sus comportamientos migratorios”. 

Es un evento muy tóxico en la región y no sólo afecta a las ballenas sino también a otras especies como lobos marinos, pingüinos y otras aves.

Respecto de la magnitud del evento y los peligros que representa para el consumo humano de peces y mariscos, Montoya expresó: “Para dar una idea, el nivel de toxicidad en las aguas se mide en Unidades Ratón (UR). 400 unidades es el límite que se puede ingerir y en este caso hablamos de 36 mil unidades. Es un evento muy tóxico en la región y no sólo afecta a las ballenas sino también a otras especies como los lobos marinos, pingüinos y otras aves. Si bien el fitoplancton es el primer productor de la toxina  y es consumido por las especies pelágicas, como las ballenas que consumen plancton, también es consumido de forma bentónica por lo bivalvos, que no sufren los efectos tóxicos pero acumulan las toxinas en su cuerpo. De este modo las toxinas llegan a otros seres vivos, incluidos los seres humanos. Ante una marea roja es importante tener cuidado con el consumo de mejillones y caracoles que tienen una alta tolerancia a la toxina. Un mejillón puede matar a una persona. Por otro lado, el consumo de pescados no es peligroso porque los peces son muy sensibles a este problema, no tienen gran acumulación de toxina en su cuerpo y mueren antes de ser pescados”.

Ante una marea roja es importante tener cuidado con el consumo de mejillones y caracoles que tienen una alta tolerancia a la toxina.

Estos eventos naturales tienen sus dinámicas propias que tienen que ver con condiciones ambientales, de luz solar, viento y temperatura. Estas variaciones hacen que sea muy difícil predecir este tipo de eventos. Si bien las toxinas pueden aparecer todos los años, la cantidad y la magnitud de este evento en particular hace que sea grave”, concluyó.

 

También puede gustarle...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *