Japón, el país del anime que revolucionó la publicidad
Por María Laura Lago*
En época del Mundial de Qatar 2022, la selección de Japón se convirtió en la primera en presentar la lista definitiva de 26 jugadores, que primeramente disputará los encuentros enmarcados para el Grupo E.Takumi Minamino de 27 años de edad es la mayor esperanza de Japón para esta Copa del Mundo, quien actualmente juega como titular en el Mónaco de la Ligue 1 de Francia.
Meses atrás, muchos se preguntaban a través de redes sociales cuál sería la camiseta oficial de la Selección de Japón, a causa de la euforia generada por el influencer Juanito Say. El youtuber argentino publicó la foto de una increíble camiseta (aunque extraoficial) para el equipo nipón, con imágenes de diferentes e icónicos personajes del mundo del anime. Lamentablemente, solo fue una ilusión pensar en la remota posibilidad de que los jugadores la vistieran; aún así, los fanáticos la pudieron adquirir a través de la plataforma de comercio electrónico Spkits por tan solo 18 dólares. De esta forma, alentarán a los japoneses tanto en el fútbol, como su revolución cultural.
Sin dudas, Japón es uno de los países líderes en el mundo del manga y el anime. No solo se trata de simples dibujos animados y cómics, sino también son aspectos protagónicos de su cultura, que luego se ven reflejados en otros ámbitos, como la publicidad. De hecho, es más común de lo que creemos, ya que tanto productos como servicios son publicitados en el continente asiático, a través de famosos personajes de la animación japonesa. Si alguna vez creíste ver una original publicidad en la televisión, sin dudas, Japón te hará cambiar de opinión.
Pokemon, Dragon Ball Z, Los Caballeros del Zodiaco, One Piece… son algunos de los animes que marcaron la historia de millones de millennials (1981-1995) y zillennials (1995- 2010) en todo el mundo. ¿A quién no le gustaría ver a Pikachu anunciando una bebida o a Vegeta promocionando una sopa de verduras?
Mientras que en Occidente el marketing es una especialidad profesional, donde el vendedor busca solo ganar y el cliente desconfía de la campaña publicitaria; en Oriente, aplican intuición y sentido común, convirtiendo al consumidor en un amo y al empresario, en sirviente.
Por ello, no es extraño ver publicidades japonesas en las que se presentan historias animadas y aparentemente irrelevantes, donde apenas se menciona el producto. A menudo, el cliente no sabe qué es lo que se ofrece con respecto a la competencia, o incluso, cuál es su uso, pero el anuncio y las sensaciones que éste le provoca quedarán implantadas en su mente.
El increíble caso del McDonald’s japonés
Gran parte de las publicidades de origen japonés intentan captar mayormente la atención de un público adolescente y juvenil, pero la industria también encontró la manera de vender aquellos insumos destinados a los adultos. Por ejemplo, el popular anime “Evangelion” fue utilizado para promocionar máquinas de afeitar, e incluso, la firma alemana de automóviles, Mercedes Benz, diseñó su propio spot publicitario de animación japonesa para el lanzamiento de uno de sus tantos modelos.
Sin dudas, el vínculo emocional creado en la infancia de muchos (que ahora son adultos) con la programación de televisión, es muy difícil de romper y aún perdura en el tiempo. Por ello, nada mejor para las empresas capitalistas que aprovechar ese sentimiento nostálgico para hacer marketing original y cautivante, en busca de aumentar el consumo de sus productos y servicios.
La reconocida cadena de comidas rápidas no es una excepción al creativo mundo de la publicidad japonesa. Uno de los tantos cortos animados que McDonald’s lanzó, narra la historia de tres amigas que, durante el duro invierno asiático, decidieron resguardarse del frío en uno de sus locales, para disfrutar unas ricas hamburguesas que la firma publicita como “Gurakoro”.
La influencia del anime en Latinoamérica
Como contrapartida de los cómics en Estados Unidos, el manga se creó durante un período de apertura económica y cultural en Japón, en el período comprendido por los años 1868 y 1912, siendo el pintor Hokusai Katsushika uno de los mayores mangakas. El término se divide en dos y significa “informal” (man) y “dibujo” (ga), traduciéndose literalmente como dibujos caprichosos o garabatos.
A principios del siglo XX, surgió el anime, no solo para representar los famosos mangas, sino también para competir con el gigante Disney. El primer cortometraje de anime fue creado en 1917 por Junichi Kouchi, aunque fue recién en 1960 cuando los fanáticos comenzaron disfrutar de los primeros animes de calidad, como “El viaje de Chihiro”.
Lo sorprendente de este tipo de animación es que no está limitado al territorio nipón, sino que se trata de un fenómeno cultural y visual, que ha logrado mayor influencia en el mundo occidental, sobre todo en Latinoamérica, desde la década de los 70. Esto se debe al diseño de animación, la forma narrativa y los personajes creados, que superan el sesgo casi exclusivamente infantil que predomina en industrias como Disney y Nickelodeon.
En el anime, los fanáticos que se autodenominan otakus encuentran drama, acción y aventura, elementos que junto con una estética muy atractiva, interesan a un público mucho más amplio (tanto niños como adolescentes y adultos). Principalmente, se debe a que Japón emplea correctamente el anime como elemento de “soft power” (en español, “poder blando”), para exportar su producto cultural e incidir en las acciones y los intereses de sus potenciales consumidores, “orientalizando” a países alejados de su órbita territorial, como Chile y Argentina. No solamente con la proyección del anime a través de la televisión, también con la comercialización de merchandising y hasta en la búsqueda de doblajistas para poner las voces en español de sus staffs animados.
A lo largo de los años, las producciones japonesas importadas han logrado que sus personajes se vuelvan verosímiles y que los espectadores encuentren rasgos en común: son contradictorios, se equivocan, tienen malos sentimientos y hasta sienten impulsos eróticos, al contrario de lo que sucede con las historietas norteamericanas clásicas, donde se expone a “gente increíble” haciendo “cosas extraordinarias”.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.