Moda Tóxica: el impacto ambiental de la industria textil da una tregua

 

Por Florencia Arrúa y Lorena Volonté*

 

Que la industria textil es una de las más contaminantes es parte de la realidad innegable de estos días. Se posiciona en segundo lugar detrás de la industria petrolera y, a pesar de los esfuerzos mancomunados por batallar los efectos que acarrea, logra resistir en el podio del ranking de la contaminación ambiental.

Según la ONU, el sector textil origina, a nivel global, el 20% de las aguas residuales y es el responsable del 10% de las emisiones de carbono. Por lo tanto, no resultaría difícil creer que en la fabricación de unos jeans se requieran 3,781 litros de agua. Así lo asegura un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el cual contiene cifras sumamente elevadas en torno a esta producción a gran escala.

El aporte que esta colosal industria hace al cambio climático parece no detenerse. Al consumo masivo de materias primas intervinientes en la elaboración de sus manufacturas, se le suma el de la energía, lo que hace que su engranaje genere un alto impacto a través del uso del agua y la explotación de los suelos.

El algodón como fibra natural y el poliéster y nylon, como exponentes de las sintéticas, se encuentran dentro de las fibras más empleadas para la elaboración en este tipo de industria. En lo que respecta al algodón, es la tercera clase de cultivo que más agua requiere. Por su parte, el poliéster y nylon al ser realizados por medio de agregados químicos, generalmente derivados del petróleo, provocan una gran cantidad de gases de efecto invernadero. Asimismo, como si esto no alcanzase, no son biodegradables, ya que en el lavado de las prendas que contienen estas fibras se liberan microplásticos, los cuales terminan, de alguna forma u otra, depositados en el mar. Una situación similar sucede con los tintes instrumentados en este proceso: tiñen los cursos de agua adyacentes a las plantas de producción.

Foto: Cementerio de ropa en el Desierto de Atacama, Chile.

La industria textil requiere el diseño y promoción de políticas ambientales

La Cámara Textil de Mar del Plata brinda asesoramiento a sus socios sobre el impacto ambiental que origina este tipo de industria. En relación a ello, Guillermo Fasano, su actual presidente, reflexionó: ”En el primer mundo hay una oferta muy grande de materiales reciclados, porque ellos tienen una conciencia ambiental. Si comparamos, en nuestro país no hay prácticamente materiales reciclados, se sigue trabajando con el algodón original y todo lo que es residuo va a la basura”. No menos importante son los residuos que se originan mediante los procesos de lavado o de tinte, por lo que las empresas deben comprometerse a cumplir con las normativas vigentes. “Es obligatorio la existencia de plantas de tratamiento”.

La introducción de tecnologías alternativas en los procesos de acabado de las prendas (como lo es el láser) es una realidad cada vez más presente en la industria a nivel mundial. En sintonía con ello, las legislaciones de muchas naciones, sobre todo las del primer mundo regularon progresivamente el uso de agua, así como el tratamiento de los afluentes en el sector.

Luciana D´Alessandro es una diseñadora industrial, miembro de la Asociación de Confeccionistas de Mar del Plata; emprendedora y docente de la carrera de Diseño Industrial de la UNMdP. Portal Universidad la entrevistó para que nos comparta su mirada sobre la situación de esta industria en el contexto local.

“En algunos países que regulan el desecho, el agua, por ejemplo, se vuelve a utilizar, luego de recibir cierto tratamiento para volver a formar parte del proceso. También hay toda una industria que logra que las telas se transformen nuevamente en fibras para que puedan reutilizarse desde el inicio”, expresó la docente. Sin embargo, se desconoce cabalmente por la comunidad hasta qué punto estas iniciativas, u otras similares, están contempladas por nuestra legislación nacional o local.

 

“En el país, lo que más se hace son algodones, tejidos de punto, jersey, las telas más comunes”,relató. De esto se deduce que la gran mayoría de los insumos son producto de importación, “la que proviene, en su mayor parte, de China y de Europa. Si bien en el distrito la industria textil y de indumentaria posee un papel de importancia en el entramado productivo, “no se genera tela, porque para ello se requieren maquinarias muy grandes y no hay industrias de ese tamaño en Mar del Plata”.

Con respecto a ello, consideró que lo que más observa dentro del marco de su actividad es “el gran desperdicio que se produce con los sobrantes de las telas, que son uno de los materiales más preciados dentro de la producción”. Desde el momento que se produce el corte, “más o menos un 25% de la tela se descarta porque no se usa. Nadie te dice qué hacer con ellas. Siempre se habla de plásticos, vidrios, cartones, pero nunca de materiales textiles, que puede ser reciclable, dependiendo su composición. Lo mismo sucede con hilos, botones, cajas, bolsas, todo lo que sea desechos en general que es mucha cantidad”.

La UNMdP dice presente

Con el paso de los años, de la mano de la creciente necesidad por dar respuesta a las problemática ambiental, diversas iniciativas impulsadas desde la universidad pública se tornaron más presentes en el escenario educativo. De este modo, tanto sus proyectos de extensión como demás propuestas fomentadas a través de los convenios que con otras organizaciones se pusieron al servicio de la comunidad en su conjunto, en nombre de la tan preciada sustentabilidad.

La diseñadora D`Alessandro, comunicó que, actualmente, “estamos en tratativas de generar un proyecto de extensión para el año entrante”. Su finalidad será la de beneficiar con la confección de·lencería de lactancia a las madres del Materno Infantil y vincularlas con estudiantes que hicieron un curso de lencería este año. Todo lo que es lencería se puede hacer con pedacitos de tela y los desechos textiles son ideales para esto”, concluyó.

La popular fast fashion, que se traduce en consumo masivo de moda en un tiempo reducido, de bajo costo y calidad, no hace otra cosa que acrecentar la gravedad de esta problemática ambiental. Esta moda rápida genera un sinnúmero de desechos textiles sentenciados a convertirse en basura, ya que tan sólo un pequeño porcentaje de ellos se recicla.

En efecto, al ser consultada sobre el papel de las ferias americanas, la licenciada D`Alessandro,sostuvo que “hoy día, son un furor, representan una segunda oportunidad, pero, en algún momento, la ropa termina siendo basura”. Por consiguiente, los ciudadanos deben recibir “información clara por parte de las

autoridades competentes”, en el contexto de la práctica de la política ambiental que se implemente, “sobre cómo proceder con los excedentes o retazos que ya no se utilizan”. De lo que se trata, es de “dar herramientas y educar, que es lo único que nos puede salvar en este momento. Toda la cuestión ambiental no va a cambiar si no empezamos a educar a la gente”, remarcó.

El as bajo la manga que traen las ferias americanas y la moda sustentable

Frente al escenario que diseña la industria textil surgen, como bocanadas de aire limpio, movimientos como el de la moda sostenible o “slow-fashion”, cuyos criterios se fundamentan en un concepto de moda sustentable, con escaso impacto ambiental.

Para ello, emplean fibras naturales orgánicas como la seda, el algodón, el lino, el bambú, el cáñamo, o incluso fibras recicladas. Intentan minimizar el impacto ocasionado por medio de esta industria con el uso de material reciclado y recuperado. Además, introducir mejoras sustanciales en el transporte de la mercadería, así como en las condiciones laborales de los trabajadores. En la ciudad, cada vez más son las marcas de diseño que se inscriben como iniciativas de indumentaria sustentables, como lo son Hattori bags, Chúcara, Leitmotiv y Lulea.

Foto: El movimiento de “Fashion Revolution” se fundó en el año 2013 tras el derrumbamiento de Rana Plaza en Bangladesh, una de las capitales mundiales de la explotación en mano de obra textil.

Ferias Americanas: “Los Robin Hood que salen al rescate”

En los últimos años, dentro del contexto de estos movimientos emergentes, las ferias americanas, en el marco de la Economías Sociales, Solidarias y Populares, se convirtieron en verdaderas expresiones de la Economía Circular. Con ellas, la idea de la sustentabilidad recobró sentido, así como la importancia de la palabra “reutilizaral fomentar la prolongación de la vida útil de los productos en el circuito que propone su compraventa o consignación.

@Catandoferias representa a una comunidad en Instagram de más de 7000 seguidores que sale al rescate y valorización de los emprendimientos de moda sostenible de la ciudad, donde las ferias tienen un protagonismo indiscutido. En diálogo con Portal Universidad, Adriana, su responsable, se refirió a estos emprendimientos como “algo de lo que se puede estar orgulloso porque, por un lado, estás hackeando el sistema y, por el otro, comprando barato, haciendo algo sustentable, ayudando a emprendedores locales; no tiene contras realmente”.

Foto: Perfil de @catandoferias en Instagram.

Con relación a su creación, aseguró que “nació porque observé que tenía que ofrecer contenido de valor para quitar los preconceptos de la gente que no conoce. Ese contenido de valor es la reseña de la feria, el mapa, la lista de todos los emprendimientos sustentables y la información sobre el impacto ambiental que se origina”.

Actualmente, la página lleva realizadas unas 100 reseñas, sobre un total de 140 ferias que figuran en su lista. Cabe aclarar que todas son iniciativas que cuentan con un espacio físico en donde concretan sus operaciones comerciales, ya que “si, además, se suman aquellas que son únicamente tiendas virtuales, el número es, sin duda, incontablemente superior”, enfatizó.

Según Adriana, la percepción de las ferias americanas como “espacios lúgubres para revolver ropa con olor a humedad” abrió paso a otras nuevas, al ritmo de los vertiginosos cambios socioeconómicos ante la crisis. “Se trata de un gran ecosistema que al visibilizar la moda circular supone un cambio en los hábitos de los clientes donde no sólo buscan consumir de un modo más económico, sino también, de hacer un consumo consciente”, prosiguió. Cada vez más personas prefieren comprar en ferias, donde hasta con poco dinero se puede adquirir prendas o calzado “de segunda mano” los que, probablemente, son de primeras marcas. Además, dejar la ropa propia en desuso también es una posibilidad para conseguir algún rédito económico en toda la cadena que se genera. Para Adriana, muchos optan por este camino “antes que comprar ropa fea, mal diseñada, mal cortada, en talleres que explotan a la gente”, recalcó.

Como si con la contaminación resultante no bastara, la precariedad e informalidad laboral encuentra en la industria textil otra oportunidad para propagarse como enfermedad entre los asalariados. Reproduce un viejo modelo, tan vigente como las modas: mano de obra calificada barata con el fin de disminuir los costos de producción, pero esto es a cambio de salarios bajos, jornadas de trabajo excesivas y condiciones de trabajo, generalmente, deficientes.

Foto: El Ropero de Anabela, feria second hand.

La reconversión de las ferias americanas de simples eventos de garaje hacia propuestas de consumo más novedosas y amigables con el entorno es un proceso que lleva varios años y se profundiza a medida que lo hacen los efectos indeseados de la industria. Hay ferias en todos los barrios, de todas las clases y a cargo de

personas de todas las condiciones sociales. Sin embargo, el componente social y de género es el que predomina. El promedio de edad del usuario consumidor es por lo general de 40 años, pero también varía en función del tipo de prenda o producto en el que se especialice, por ejemplo, si priorizan la compra venta de una indumentaria como la vintage.

Además de la mirada ambientalista que comprende, abarca la perspectiva laboral no sólo de quien decide emprender en este tipo de proyectos (con sus saberes y baja inversión) sino, también, de quién ofrece su ropa en consignación o la vende. En este contexto, la puesta en marcha de la feria “tiene que ver con muchas historias de vida relacionadas con condiciones de género. Hay un componente de género fuertísimo, porque la mayoría de quienes elaboran la ropa son mujeres en condiciones recontra precarias, en Bangladesh, en Flores y en Mar del Plata. Estas mujeres no tienen otras oportunidades laborales, muchas de ellas son madres y necesitan mantener a sus familias o compatibilizar el trabajo con su maternidad; generan medios de vida a contramano del sistema”, aseveró Adriana.

El trabajo que se realiza hacia el interior de las ferias es mucho: revitalizan las prendas dejándolas en condiciones lo más óptimas posibles para la venta. “Muchas veces también le sacan fotos, las publican, hacen reels, responden numerosos mensajes con el objeto de facilitar la transacción. Las ferias americanas son como una especie de Robin Hood, porque salen al rescate de productos que, de lo contrario, su destino final sería la basura”, finalizó Adriana.

Infinita, la primer gran feria de Mar del Plata

Existe cierto consenso a la hora de considerar -tanto del lado de los feriantes como de los consumidores- cuál es la primera feria americana que cambió el concepto de ferias en Mar del Plata. “Casi todas empezaron con Infinita Feria, y a partir de ahí las redes y el algoritmo te sugieren otras ferias”, aseguró Adriana de @catandoferias.

Su dueña, Sol, expresó que “la feria arrancó hace 8 años, yo había vivido varios años en España, me traje mucha ropa, estaba complicada con mis hijas muy chiquitas y también, de plata. Primero lo hacía con mi ropa y después me empezaron a preguntar si me podían dejar. Al principio, fue una feria de living los fines de semana. Con el paso del tiempo el proyecto fue creciendo hasta que nos instalamos con la feria en este lugar –en alusión a la esquina de Santiago del Estero y Vieytes, esquina donde funciona la feria desde entonces-. Hoy en día somos 8 mujeres, con una función más o menos específica, aunque todas podemos hacer de todo: algunas atendemos, otras recibimos o devolvemos la ropa, o la etiquetamos. Somos madres y estamos complicadas con los horarios de nuestros hijos, entonces nos intentamos amoldar a los horarios que tenemos disponibles”.

Con la pandemia, la necesidad fue adaptarse a los requerimientos del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio instrumentado: “Antes la gente hacía largas cuadras de cola para acercarnos sus prendas y calzado. Después, con los cambios por el coronavirus, incorporamos el mayor contacto a través del WhatsApp y empezamos a seleccionar por este medio la ropa más apta para la feria, porque sólo tomamos prendas impecables, actuales, esa es la idea” destacó. Tenemos aproximadamente 3 mil personas que nos dejan ropa, todas rotuladas y cada persona está registrada con un código particular”, continuó Sol.

Para Infinita, la propuesta circular del mundo de las ferias resulta ser “muy positiva, porque estamos todos ecológicamente tratando de hacer cambios, esta es una de las razones por la que nosotros también empezamos. Das una mano al que trae, al que compra, al que trabaja en la feria misma, para todo el mundo es positivo, para todos los que colaboran con la feria. Además, en muchas ocasiones, “buena parte de la ropa recibida que no es vendida por la feria es entregada para donación por disposición misma de los consignatarios. De esta manera, el alcance de la feria es, todavía, mayor y se benefician más personas, ya que buscamos dónde dejar productivamente las prendas”, puntualizó su responsable.

Escuchá el siguiente podcast:

 

Pequeños pasos, grandes decisiones

El consumo responsable también tiene que ver con la ropa. Hacerla más durable, intercambiarla, repararla, promete ser una opción alcanzable para todos los bolsillos que vuelve más perdurable las prendas y economiza la vida.

Con ello, se contribuye al ahorro de agua, la reducción de la huella de carbono y, por ende, a desacelerar el impacto nocivo en el entorno, a partir de las elecciones mismas del consumidor, más conscientes y comprometidas con el planeta.

 

 

 

 

 

 

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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