La Universidad busca derribar mitos y educar sobre la menstruación

Foto: María Bessone

Muchas niñas, adolescentes y personas menstruantes no asisten a sus lugares de estudios debido a su ciclo menstrual, ya sea por la escasez de productos de contención del sangrado como por la falta de espacios de higiene en condiciones adecuadas. Eso dificulta la continuidad de la formación académica que significa a largo plazo una diferencia de saberes con sus pares. Lo mismo pasa con aquellas en edad laboral, a las que se les dificulta la continuidad en el trabajo, y a las que se encuentran en situación de encierro, por ejemplo, en cárceles. Esto sucede en todo el mundo y la ciudad de Mar del Plata no es la excepción.

Desde Portal Universidad nos comunicamos con Ludmila Azcue, secretaría de extensión de la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo Social, que coordina el Programa de Género y Acción Comunitaria. Este programa contempla en sus distintos proyectos aquel de “Acciones para la Salud Menstrual”. El taller busca derribar mitos sobre la menstruación y educar sobre la misma.

La Ley de Educación Sexual Integral en Argentina, n°26.150 contempla la educación menstrual en los niveles educativos, pero, escasas veces se lleva adelante de manera correcta o completa. El grupo de extensión de alguna manera acerca esta información y suple esa falta del estado en el Partido de General Pueyrredón. Entre los problemas que se observan en las escuelas, Azcue remarcó la falta de productos de higiene menstrual y como higienizarlos, “tal vez algunas personas podemos acceder rápidamente a cómo usar cómo higienizar una copa menstrual pero no todo el mundo sabe cómo hacerlo ni puede acceder a esa información. Hay otra complejidad y es que es un insumo que, aunque para algunas personas puede parecer accesible, el día de hoy ronda los 1400 pesos y no todas las personas disponen de hacer ese gasto en un momento concreto”. Señaló que tampoco tienen la información ni la posibilidad de decidir qué tipo de producto usar y cual es más saludable para su cuerpo.

También existe la cuestión de los espacios de higiene: “Somos conscientes que cuando vamos a trabajar al barrio para hablar existen distintas realidades y hay dificultades para acceder a agua potable y a la higiene del producto. No todas las personas tienen un baño con privacidad para poder usar la copa e higienizarla. En los barrios, sobre todo en el sudeste de la ciudad, tienen problemas vinculados con los basurales” comentó Azcue.

“Es necesario que pensemos que lo que históricamente nos dijeron que era una cuestión íntima que teníamos que solucionar las personas que menstruamos cuando es pensado desde una perspectiva de derechos y de salud pública empieza a ser un problema colectivo y de la sociedad en su totalidad”.

Es necesario que pensemos que lo que históricamente nos dijeron que era una cuestión íntima que teníamos que solucionar las personas que menstruamos cuando es pensado desde una perspectiva de derechos y de salud pública empieza a ser un problema colectivo y de la sociedad en su totalidad

El proyecto “Seguimos Menstruando”

El proyecto inició como tal en el seno de una unidad penal de mujeres, concretamente la número 50 de Batán. Según explicó Azcue, allí dictaban talleres de violencia formativa de género y un día, hablando de violencia obstétrica surgió el tema de la salud menstrual. Estas mujeres tienen una dificultad real para acceder a productos menstruales, que se acrecentó durante la pandemia porque las pocas visitas que recibían que les aportaban estos productos se volvieron más escasas. “Identificamos que los primeros productos que estaban faltando en los supermercados, eran el papel higiénico y los productos menstruales. Todo era más complejo en el servicio penitenciario. Ahí empezamos a pensar con otros espacios comunitarios que productos faltaban a las donaciones que estábamos haciendo desde la universidad”.

Fue en ese contexto que empezó la campaña “Seguimos Menstruando” donde el grupo de extensión empezó a producir distintos materiales para visualizar que a pesar del aislamiento las mujeres y personas seguían menstruando y necesitaban acceder a aquellos productos. “Eso decantó en que, desde la universidad, a los aportes que hacíamos a los diferentes espacios comunitarios con los que nos articulábamos se incorporen los productos menstruales. Empezamos a hacer aportes a las organizaciones sociales, y a comedores por ejemplo de copas menstruales, que identificamos que era la alternativa más económica, ecológica y saludable. A partir de esas iniciativas empezamos a trabajarlo con el resto de la comunidad” explicó Azcue. Esto los llevó a realizar charlas con escuelas, sociedades de fomento y espacios de género entre otros.

Durante el aislamiento social preventivo obligatorio en articulación con las mujeres privadas de libertad del centro penitenciario realizaron y produjeron un material que reflejó las voces de aquellas sobre los mitos y realidades de la salud menstrual. Fue aquel material con el que trabajaron en distintas escuelas, como una de Batán, “pusimos en contacto estos dos espacios con los que pretendíamos trabajar y logramos empezar a dejar de pensar a las mujeres privadas de libertad como sujetas inactivas o que nada tienen para decir. A partir de sus propias experiencias de lo que habíamos trabajado en los talleres con ellas, también podían ser promotores de la salud menstrual a pibes y pibas de la misma localidad en la que ellas hoy al menos están viviendo”.

Con el retorno a la presencialidad el grupo debió hacer un recorte del espacio donde intervenían, pues las acciones venían llevándose a cabo de manera virtual. Desde el año pasado y hasta el día de hoy trabajan en las zonas norte y sudoeste de la ciudad acercando productos menstruales siempre y cuando haya una instancia formativa: “Nosotras no hacemos provisión de productos sin que haya una instancia de sensibilización. En ese sentido para la entrega de los productos tenemos talleres previos que, por más de que estén pensados por un equipo interdisciplinario, cuentan con personas del espacio al que asistimos como un directivo o referente, que estén comprometidas o que tenga formación específica en la temática” dijo la secretaria.

La articulación con el municipio

Debido a las acciones del grupo y la evidente falta de políticas públicas por parte del estado, desde la secretaría de extensión de la facultad en conjunto con organizaciones feministas empezaron a trabajar en el mismo contexto de pandemia en un proyecto sobre salud menstrual. “Este proyecto tardó uno o dos años en ser aprobado, pero el año pasado finalmente se creó el Programa Municipal de Salud Menstrual que depende directamente de la Secretaría de Salud del municipio” explicó Azcue. En este momento la ordenanza se encuentra en instancia de reglamentación.

El proyecto tiene varias patas, pero lo fundamental es que no se piensa únicamente desde la provisión gratuita de productos de contención y absorción menstrual, es más abarcativo. “Planteamos en primer lugar, que en el ámbito de educación que haya instancias de sensibilización con las comunidades educativas que incluyan no solamente a las niñas o las jóvenes que pensamos menstruantes sino a toda la comunidad educativa”.

Planteamos en primer lugar, que en el ámbito de educación que haya instancias de sensibilización con las comunidades educativas que incluyan no solamente a las niñas o las jóvenes que pensamos menstruantes sino a toda la comunidad educativa

Y, por otro lado, plantea que en la compra de productos el municipio no solamente tenga que comprar productos menstruales tradicionales como toallitas o tampones sino también que se tengan que comprar productos reutilizables y en ese sentido acudir a cooperativas o emprendimientos de la economía popular. Finalmente, en cuanto a lo espacial y a pensar a la menstruación también por fuera de la cuestión personal o del cuerpo individual la ordenanza exige que municipio tiene que velar por que los espacios tengan baños que habiliten a la higiene del cuerpo menstruante o a los productos menstruales reutilizables y el correcto descarte de los desechos que eventualmente se generen. “Es bastante integral el programa y no se acota únicamente a la provisión gratuita” comentó Azcue.

 

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