A tres años del inicio del aislamiento: ¿Qué efecto tuvo la pandemia en las infancias?

El 20 de marzo de 2020, un decreto presidencial daba inicio al aislamiento social preventivo y obligatorio por la expansión del virus SARS-CoV-2 más conocido como coronavirus. El mismo se extendió de manera total durante 37 días y continuó durante el siguiente año de manera intermitente. La tasa de mortalidad fue muy alta y hubo miles de infectados. Pero la enfermedad no fue la única consecuencia que dejó la pandemia. Miles de niños y adolescentes vieron modificadas sus vidas y rutinas a tal punto que las secuelas pueden observarse aún hoy en día, 3 años después.

Desde Portal Universidad nos comunicamos con Patricia Marín, psicóloga, docente de la cátedra de Psicología del Desarrollo e integrante del Fórum Infancias, para entender las consecuencias del aislamiento en los niños más pequeños, en especial aquellos que nacieron o vivieron sus primeros años en ese contexto. 

“Los efectos de la pandemia en los niños que nacieron o vivieron sus primeros tiempos allí, fueron varios. Uno de los aspectos que se fue notando fue el tema de cierta desconfianza en las primeras socializaciones” dijo Marín, y explicó que los nacimientos o primeros años de vida se dieron en un contexto donde la enfermedad trajo aquella idea de “peligrosidad” del contacto con el otro. “Esto de alguna manera no solamente atravesó esos primeros tiempos del niño, sino también a esos papás y mamás que también vieron dificultada la la participación de otros en los primeros momentos en la crianza” expresó, haciendo referencia a que el aislamiento no permitió la participación de otros familiares con personas de confianza en las crianzas.

Foto: UNICEF

En referencia al distanciamiento social y la preservación de la higiene personal comentó que “los niños de repente se encontraron con rostros llenos de barbijos, que cambiaron, rostros que no tenían ni la misma espontaneidad ni el mismo acercamiento que antes” dijo la psicóloga, a lo que agregó: “Como todo niño naturalmente se adaptan a esto de que hay que usar barbijo pero trae consecuencias en esos primeros contactos, por ejemplo el táctil, el de la caricia, el del tocar. Ser tocado de repente se inundó de cuestiones de alejamiento, de distancia. Y por supuesto esto generó cambios afectivos importantes” .

Ser tocado de repente se inundó de cuestiones de alejamiento, de distancia. Y por supuesto esto generó cambios afectivos importantes.

Además, Marín comenta que los efectos se notaron en lo físico: “encontramos a niños con mayores dificultades en el desarrollo motor, especialmente en todo lo que es las prensiones gruesas, que es todo lo que tiene que ver con habilidades de fuerza y habilidades de salida”. Aunque esto ya venía alertando antes de la pandemia, en este contexto se agravó, y algunos ejemplos se pueden ver en niños con dificultades en la marcha, en el correr, tirar de fuerza con objetos o andar en triciclos o bicicletas. 

“Todo esto siempre en detrimento de otras actividades que tiene que ver sólo con lo táctil” dijo la psicóloga que mencionó que los niños muchas veces manejan con gran habilidad objetos electrónicos, “controles remotos, teléfonos y todo el touch lo tienen muy claro, y sin embargo tienen grandes dificultades en las coordinaciones de arrojar pelotas o de correr simplemente”.

Todo el touch lo tienen muy claro, y sin embargo tienen grandes dificultades en las coordinaciones de arrojar pelotas o de correr simplemente

El impacto de la virtualidad

En relación a eso, el impacto de la virtualidad también influyó en las cuestiones vinculares en dos aspectos. Por un lado fue muy importante para estar que los niños puedan estar en contacto con otros vínculos afectivos, que de otra manera no habría sido posible. “Lo virtual acercó este lazo, invitó a aprender cosas nuevas” dijo la psicóloga.

“En lo virtual lo que queda más enfatizado es lo escópico, puesto en pantallas donde se ven rostros. La disminución fue en el resto del contacto, lo físico, el ser tocado, abrazar y  hacer upa. Pero era la única manera de acercarse con aquellos familiares, como los abuelos, y que no quedaran totalmente desconectados. Por lo tanto esas videollamadas fueron muy importantes e influyeron muchísimo. Estos chiquitos que aprenden tan fácilmente sobre esto, se acostumbraron también a tener este contacto” explicó Marín.

El lado negativo llegó con la sobreexposición a las pantallas, “el exceso de esto tampoco fue bueno a la hora de encontrar en la tecnología divertimentos o entretenimientos que muchas veces se usaban en reemplazo del contacto real con los otros. Hoy por hoy la tecnología muchas veces queda obstaculizando la posibilidad creativa, básicamente porque los jueguitos, lo que es el contacto con las maquinitas tienen un poder muy hipnótico para los niños. El sonido, la luminosidad, los colores, los movimientos captan la atención de niños y niñas de una manera que es, muchas veces, paralizante” dijo Marín.

Hoy por hoy la tecnología muchas veces queda obstaculizando la posibilidad creativa, básicamente porque los jueguitos, lo que es el contacto con las maquinitas tienen un poder muy hipnótico para los niños. El sonido, la luminosidad, los colores, los movimientos captan la atención de niños y niñas de una manera que es, muchas veces, paralizante.

De esa manera se insiste que los niños y niñas menores de dos años no deberían estar expuestos a ningún tipo de pantalla, por las posibles consecuencias físicas y motoras, además de otra muy importante: la tolerancia a la frustración. La virtualidad ofrece una sensación de inmediatez, una fantasía de aparición y desaparición que ha dejado eliminada la idea de proceso. Los tiempos de aprendizaje y de juego llevan tiempo, necesitan disponibilidad de otros y pausas para poder ser pensados, “si bien por un lado la pandemia dio tiempo a la gente para aprender un montón de cuestiones, por el otro lado quedaron instaladas estas ideas de aprendizajes veloces sin la posibilidad de los tiempos necesarios para pensar, jugar y desarrollarse” declaró Marín.

La virtualidad ofrece una sensación de inmediatez, una fantasía de aparición y desaparición que ha dejado eliminada la idea de proceso.

Otras consecuencias: lenguaje, autonomía y madurez emocional

El desarrollo del lenguaje también fue muy afectado ya que este es una co-construcción con el otro: “Hablar no significa solamente emitir palabras sino que está vinculado íntimamente con una organización psíquica y con una organización de presencias y ausencias básicamente. El lenguaje tiene su función socializadora que tiene que ver con dar a entender y entender códigos que están establecidos en una cultura y en una sociedad” dijo Marín, con lo que dio a entender que el contacto extenso con las figuras más cercanas generó un lenguaje bastante limitado, vinculado al funcionamiento “endogámico” entre pocos. El encierro no facilitó la fluidez y el enriquecimiento del lenguaje que se obtiene a través del contacto con otros, especialmente entre pares, de niños con niños.  

Otro efecto fue el de la independencia o adquisición de autonomía de los niños y niñas. Si bien hay niños y niñas que han podido circular y construir rasgos autónomos y hábitos, por ejemplo en lo que fue la vuelta a la escolarización o la inserción en los maternales o en los jardines para otros hubo una gran dificultad en los momentos de separación de las figuras de confianza. “En los más chicos muchos tuvieron dificultades a la hora de las nuevas adaptaciones: lloraban mucho, los rostros ajenos resultaban en susto, angustia y desconfianza. No se puede generalizar, hay de todo”.

“Las consecuencias post pandemia absolutamente se siguen notando y yo creo que queda un tiempo todavía donde se notarán en las crianzas, en las inserciones escolares, en los rendimientos académicos y de los desarrollos emocionales” comentó Marín.

Las consecuencias post pandemia absolutamente se siguen notando y yo creo que queda un tiempo todavía donde se notarán en las crianzas, en las inserciones escolares, en los rendimientos académicos y de los desarrollos emocionales.

Asimismo explicó esto se observa en la “madurez emocional” que los niños necesitan desplegar en cada etapa de la vida para poder responder a las exigencias de cada momento. “La aceptación de reglas, la tolerancia a la frustración creo que son unos de los aspectos que más se siguen notando: chicos que tal vez estuvieron acostumbrados a jugar solos o ser el centro de atención donde parecía que todo estaba a la mano, resultan con grandes angustias y dolores frente a pequeños fracasos por los que necesariamente tiene que pasar cualquier sujeto para poder fortalecer otras potenciales”.

¿Cómo deben proceder los padres?

Para ayudar desde lo cotidiano, la psicóloga explica que los padres deben acompañar tanto a niños como a adolescentes en la salida dosificada del encierro, “exigir arrebatadamente lo único que logra es que el niño, niña o adolescente se repliegue aún más”. También dijo que hay que permitir que los niños asuman riesgos y enfrenten situaciones con sus propias herramientas donde puedan asumir riesgos, sabiendo que no todo se va a dar de la manera en la que ellos quieren: “A veces es como enseñar a caminar a un bebé, sabemos que se va a caer pero no necesariamente ese raspón será una lastimadura que no pueda soportar. Ahí se estará para poder acompañar”.

 Informe realizado por UNICEF luego de un año de la pandemia sobre la salud mental de niños, niñas y adolescentes en contexto de aislamiento.

“A veces nos encontramos con figuras parentales que no toleran que este niño o niña tenga pequeñas frustraciones o fracasos y se les exige más de la cuenta. Hay muchos padres culposos por esta situación, a los que hay que alentar y decirles que hay que regular entre la exigencia y el estar. En lo cotidiano acompañar y estar atento es suficiente” concluyó Marín.

 

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