Aseguran que eliminar la educación pública, gratuita y obligatoria es una pésima idea a nivel pedagógico, ético y filosófico

Fuente: Télam.

 

El candidato presidencial y referente del espacio Libertad avanza, Javier Milei, propuso en una entrevista radial la eliminación de la obligatoriedad en la escuela primaria y secundaria y la modificación del sistema público de educación a partir de la entrega de vouchers. 

Este sistema de vouchers educativos consiste en que el Estado, en vez de subsidiar la oferta, es decir las escuelas, subsidie la demanda, los alumnos. El acceso quedaría supeditado sólo a aquellos que expresaran el deseo de ir a la escuela y esta política resultaría en que las escuelas se financien a partir de los vouchers que el Estado proporciona a sus alumnos. De este modo, el imaginario liberal sostiene que las escuelas, al competir por aumentar su matrícula, mejorarían la calidad de su servicio.

La propuesta, que generó repudio desde distintos sectores políticos y sociales, no es nueva: fue ideada por el economista liberal Milton Friedman en 1950 y en la década del 90 se consideró implementarla en Argentina, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem.

Foto: La propuesta fue realizada por Javier Milei, candidato de Libertad Avanza en una entrevista radial. Fuente: Télam.

Para profundizar sobre este tema desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Víctor Palacios, Doctor en Humanidades y Ciencias de la Educación. Licenciado y Profesor de Filosofía, Especialista en Gestión de las instituciones educativas, docente y director de nivel superior.

Con relación a la propuesta de eliminar la escuela común, pública y gratuita, Palacios dijo: “Fue muy impactante escuchar la propuesta porque implica un retroceso muy grande en un camino de lucha que tiene ya casi 140 años. Es una obviedad que la educación pública de acceso gratuito la pagamos entre todos, se financia con los impuestos de toda la comunidad pero es de acceso gratuito para el que lo necesite y el beneficio de esa inversión también llega a toda la sociedad. Nada es gratis y todo se paga solidariamente, pero su gratuidad se estableció por ley en el año 1884 con la Ley 1.420 y se hizo desde un punto de vista filosófico, que implica que la educación tiene que ser la gran igualadora de oportunidades”.

“Así tengan muchos recursos o pocos recursos, todos tienen que tener acceso libre y gratuito porque todos nacemos con diferencias. Es una instancia de igualación para que el que nació sin herencia tenga herramientas en el punto de partida. Si proponemos arancelar la escuela, el que tiene plata tiene mejores chances de acceder que el que no tiene, con lo cual se pierde esa instancia de igualación en el inicio”, aseguró.

En cuanto a la obligatoriedad del sistema, Palacios expresó: “Hay una mala comprensión del concepto de libertad llevado al ridículo. Si uno no dispone de los recursos para hacer uso de esa libertad, la misma se torna abstracta porque no se puede concretar. Estamos hablando de darle libertad a personas que no están en situación de elegir, porque no cuentan con los recursos para tomar una decisión en beneficio de sus propios intereses: hablamos de recursos económicos, conceptuales, teóricos o académicos. Esta comprensión falaz de la libertad se puede explicar en una metáfora donde las gallinas son libres de elegir que un zorro les cuide el gallinero: en este contexto se transforma en una trampa, donde los más vulnerables, los que menos tienen, quedan a merced del zorro”.

“Todas las personas que hemos tenido alguna formación en educación, que tenemos algún contacto con el sistema educativo y contamos con una formación pedagógica coincidimos en que lo que plantea el candidato es un disparate y es una posición que no compartimos. Somos muchísimos los que venimos luchando por sostener una tradición que tiene 150 años de historia y no vamos a convalidar esta propuesta, que a nuestro modo de ver es disparatada y nociva. No solo es disparatada porque tiene problemas de implementación, sino que se orienta en una dirección filosófica y éticamente mala, pedagógicamente mala”, afirmó.

No solo es disparatada porque tiene problemas de implementación, sino que se orienta en una dirección filosófica y éticamente mala, pedagógicamente mala.

Por otro lado, Palacios se refirió a la propuesta de incorporar a las escuelas, tanto de gestión pública como privada, un sistema de vouchers con el objetivo de que la elección de los alumnos sea la que financie las instituciones. Sobre este aspecto dijo: “El voucher fue muy utilizado en Chile en los 90. La idea es que le daban un préstamo a los estudiantes y después esa plata tenían que devolverla. Hubo gente que quedó endeudada de por vida, porque salías de la escuela con una deuda. La escuela en vez de darte un oportunidad y mejores chances en la sociedad, te ponía debajo del brazo un pagaré”.

“Este sistema es funcional a la privatización de la educación, con sistemas de evaluación internacional que le ponen una nota numérica a cada escuela, un ranking. Con ese voucher vos elegirías presuntamente la escuela con mejor puntaje. Todo eso está orientado a pensar a la educación como si fuese una mercancía, algo que se compra y se vende y su financiación es considerada un gasto. Transformar todo en una mercancía culmina en la cosificación de los seres humanos, las personas se convierten en números y lo único que importa es maximizar las ganancias. Por eso es importante decirlo: la libertad liberal es una libertad que se propone para el dinero, no para las personas. Es libertad para las mercancías y la circulación del dinero, pero las personas terminan esclavas del rendimiento económico y la maximización del beneficio. Es un retroceso ético y moral espantoso”, consideró.

El estado de la educación en Argentina

Es evidente que en muchos casos el sistema educativo argentino no funciona como debería, presenta numerosas falencias y requiere de reformas urgentes. Sobre este aspecto, Palacios explicó: “Es un tema complejo que no se puede analizar livianamente. Mi punto de vista puedo explicarlo con una comparación: leyendo estadísticas sobre la maratón de Nueva York encontré que en los inicios participaban 100 mil personas y en la actualidad cuentan con más de 2 millones de participantes. Cuando había menos participantes, las marcas de los competidores eran mejores y conforme la competencia se fue democratizando y haciendo más masiva, esas marcas promedio comenzaron a empeorar porque los deportistas de élite representaron un porcentaje cada vez menor del total de participantes. Esta mala interpretación es el riesgo que corremos cuando analizamos una baja en el rendimiento observando un solo indicador”.

“En Argentina, en el 2008 la educación secundaria se hizo obligatoria y la participación en la educación secundaria pasó del 60% al 95%. En los últimos 15 años la cantidad de chicos que participan aumentó muchísimo. Eso trae otros problemas, tenés que atender a más gente. Por supuesto que hay problemas de todos los colores, necesitamos resolver cuestiones edilicias y de infraestructura, hay muchísimas deficiencias. El problema más complejo que yo veo es que sigue habiendo mucha segmentación y diferencia entre educación privada y pública. También tenemos que revisar cómo se financia la educación, porque el Estado financia escuelas privadas que tienen muchos recursos y relega instituciones de educación pública que padecen muchas limitaciones. Asimismo, es necesario plantear que en muchas escuelas un docente por aula es poco, hay que empezar a pensar en parejas pedagógicas porque muchas veces existen situaciones que exceden a un docente solo”, detalló.

Finalmente, Palacios fundamentó la importancia de contar con una escuela pública, libre y gratuita y dijo: “Hay mucho para mejorar pero la lección que nos dejó la pandemia es que cuando los chicos no van a la escuela, toda la sociedad se desestructura. La escuela podrá tener muchos problemas pero no existe ningún sistema mejor, incluso con todas las dificultades que enfrentamos”.

La lección que nos dejó la pandemia es que cuando los chicos no van a la escuela, toda la sociedad se desestructura.

“Todos coincidimos en que hay que mejorar la educación, pero si le preguntas a la gente de los barrios si les parece bien arancelarla, la mayoría de la gente entiende que justamente esa no es la medida que hay que tomar. Es lo único que es indiscutible para una enorme mayoría de gente, que entiende que la educación genera pertenencia y construye ciudadanía con solidaridad e igualdad de oportunidades. Arancelar la educación es nocivo y a los que tenemos formación en este tema nos parece una pésima idea”, concluyó.

 

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