Acoso escolar: el rol de los adultos es fundamental a la hora de prevenir el bullying

 

El acoso escolar, popularmente conocido como bullying, es una problemática grave que afecta a niños y jóvenes en edad escolar y se define como la intimidación y la violencia física o psicológica ejercida de forma repetitiva entre estudiantes en situaciones de desequilibrio de poder. Los efectos del bullying no son menores y pueden tener consecuencias a largo plazo para la salud mental y emocional de las víctimas, incluyendo depresión, ansiedad y estrés postraumático así como afectar negativamente el rendimiento académico y la socialización de las víctimas.

Para conocer con mayor detalle esta problemática, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Paola Zabala, consultora psicológica especialista en acoso escolar y directora de la Comunidad Anti Bullying Argentina. 

Respecto de la definición del concepto, Zabala explicó que “es un tipo específico de violencia con algunas características particulares que si no se dan, no estamos hablando de bullying. Muchas veces el término se usa de forma masiva para aplicarse a cualquier situación que genera malestar o dolor y es muy importante ser específico en cuanto a la definición del bullying, no todo lo que duele es bullying. Consiste en una situación de hacinamiento entre pares en edad escolar, con la intención de someter y dañar a la otra persona. Si se da desde un docente a un alumno es violencia pero no hablamos de bullying y viceversa. Es importante diagnosticar el problema correctamente para poder abordarlo desde la intervención adecuada. No es la misma intervención, en un caso de violencia donde hay una situación de paridad de poder, donde podemos llevar a los implicados de forma simultánea a la dirección, que un caso donde hay alguien que hostiga y alguien que sufre ese hostigamiento”.

“En general los adultos le damos mayor importancia al bullying físico, pero los chicos siempre remiten en las charlas que lo que más les duele es el bullying social. Duele quedar afuera de todas las actividades grupales, que no les permitan participar, que llegue la hora de hacer un trabajo práctico y no tengan con quien, que no se los invite a los eventos sociales. Asimismo, tenemos el bullying psicológico, que tiene que ver con ponerle apodos, motes a las personas o dañar sus pertenencias. Para los chicos es muy importante formar parte del grupo y quedar afuera es una de las cosas que más les duele. Es importante decir que con la irrupción de las redes sociales estas problemáticas cobran una mayor dimensión”, aseguró.

Frente a las herramientas con las que contamos como adultos para abordar la problemática y el tipo de intervenciones que deberíamos realizar, Zabala dijo: “El rol del adulto es fundamental, la prevención es la herramienta más importante que tenemos para trabajar sobre el tema. El bullying es cosa de chicos pero debemos ocuparnos los adultos porque es una situación de la cual los chicos no pueden salir por sus propios medios. El rol del adulto es fundamental porque puede convertirse en un factor agravante del problema, muchas veces los papás afectados recurren a amenazar a la familia del que hostiga o amenazan al docente. Es importante decir que son formas poco asertivas que no aportarán a la solución del problema”.

“Para que este problema tenga una salida, todos nos tenemos que involucrar como comunidad educativa. No podemos dejar solos a los docentes haciéndose cargo de esto, es necesario que los padres se involucren y que no se conviertan en agentes agravantes del problema. Es necesario transmitir valores y actitudes pro sociales a nuestro hijos. No podemos dar el mensaje de que tienen que defenderse a los golpes porque en la vida adulta las cosas no se solucionan a los golpes. Es sabido que a la escuela no vamos a aprender conocimientos solamente académicos, aprendemos a hacer amigos, a discutir con otros, a adquirir habilidades sociales que vamos a utilizar a lo largo de la vida”, explicó.

En el mismo sentido, respecto de los signos a los que hay que estar atentos como padres dijo: “Muchas veces los chicos están preocupados porque el lunes tienen que ir a clase, o no quieren hablar en casa de lo que pasa en la escuela, si dejan de hacer actividades que antes disfrutaban o dejan de asistir a eventos sociales. Ante cualquiera de estas señales tenemos que estar atentos porque son claros indicadores de que algo sucede en la escuela”, aseguró.

¿Qué se puede hacer frente a esta problemática?

En cuanto a las acciones que se deberían tomar para prevenir y reducir las situaciones de bullying, Zabala expresó: “En Finlandia se dedicaron a investigar este tema, donde el Estado hizo una inversión para desarrollar un método que consiste en trabajar con los alumnos, los padres y los docentes. Esa es la única forma de trabajar sobre este tema de forma asertiva porque de nada sirve ir al colegio una vez al año, dar una charla y volver a tocar el tema el año siguiente. Es algo que tiene que trabajarse todo el año”.

Es fundamental que los chicos aprendan habilidades sociales y que puedan incorporar esos conocimientos desde la niñez. Es algo que nosotros como adultos no recibimos, muchas veces no sabemos cómo abordar un pedido a alguien o recibir un halago, esas habilidades sociales hay que ejercitarlas de manera temprana durante la escuela primaria y secundaria. El círculo de violencia es una conducta aprendida, no es una conducta natural, por eso también podemos aprender a ser asertivos y a tener habilidades sociales”, destacó.

El círculo de violencia es una conducta aprendida, no es una conducta natural, por eso también podemos aprender a ser asertivos y a tener habilidades sociales.

Por otro lado se refirió a la importancia de brindar herramientas a los docentes y aseguró: “La única forma es involucrar a toda la comunidad educativa, no podemos trabajar solamente con los alumnos, también tenemos que trabajar con los docentes dándoles herramientas para que sepan qué hacer en estos casos. Necesitan herramientas concretas y una de las cosas que refieren los docentes es que en su carrera no reciben formación sobre este tema y no saben cómo actuar, qué hacer y qué no hacer. Pueden diagnosticar que están frente a un caso de bullying pero no saben cómo proceder”.

“También es necesario involucrar a toda la institución escolar, tenemos una ley de convivencia escolar que establece que los colegios tienen que tener acuerdos de convivencia pero no se especifica un accionar determinado para los casos de bullying. De hecho ni siquiera contamos con estadísticas oficiales sobre bullying. El Estado hasta el momento no tiene un rol protagónico frente a esta problemática y es muy difícil pensar en atenderla si ni siquiera conoces la gravedad del problema que estás intentando solucionar”, concluyó.

 

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