Una goleada histórica que plantea la necesidad de cambios
* Por Agustín Belga
La brecha institucional entre los 33 clubes que integran la Liga Marplatense de Fútbol presenta, desde hace décadas, una disparidad que se ve reflejada cada vez con mayor fuerza en el ámbito deportivo. La ubicación de sus predios, recursos económicos, cantidad de socios y estructura formativa son, principalmente, los elementos que han llevado a un presente donde siempre se destaquen los mismos y, que de vez en cuando, aparezca una “cenicienta” que intenta romper con la hegemonía.
Que un partido de categorías infanto-juvenil presente diez o más goles de diferencia es algo habitual en la primera mitad del año donde la estructura general de instituciones como Aldosivi, Kimberley o Alvarado chocan con otras que no cuentan con las mismas herramientas. Pero esto no se debe a una repartición injusta de recursos sino al producto de la historia que fueron construyendo.
Desde la fundación de Atlético Mar del Plata en 1906, el primero de los más de 30 que nuclea la casa madre, todos nacieron como clubes de barrio, dentro de una casa y con las ganas de un grupo de amigos de tener un lugar propio para pasar el rato. Sin embargo, sus desarrollos y oportunidades, sumados a una cuota de suerte, hizo que los caminos fueran antagónicos.
Pero cuando el resultado alcanza la primera división, ahí llegan las recriminaciones y los interrogantes. El triunfo del “Dragón”, actual campeón, por 10 a 0 sobre Racing dejó en clara evidencia la distancia que hay a la hora de competir y llevó a los amantes de la estadística a tener que revisar el archivo para encontrar resultados semejantes. Si bien el pedido de que haya “A” y “B” es una constante de este siglo (desde 1999 se juega en una sola categoría), la insistencia por conservar el formato actual tiene su lógica.
El primer punto es en el que menos se piensa a la hora de elevar esta petición. Separar a los clubes en dos categorías llevaría a ensanchar más las distancias que existe entre unos y otros. Sucede en las grandes esferas y también sucedería en Mar del Plata. Es casi un efecto natural. Padres y madres, chicos y chicas, van a querer jugar siempre en el equipo que esté en primera y eso llevaría a que los que se encuentren un escalón más abajo no tengan argumentos para contener a sus deportistas.
El segundo va ligado al anterior, pero desde el punto de vista económico. Al competir en distintas escalas, el valor de las entradas y, por qué no, la cuota social, que son los principales ingresos que tienen los clubes, también manifestarán diferencias. Inevitablemente, esto impactará en los elementos de trabajo, pago a técnicos y preparadores físicos, mantenimiento de las villas deportivas, entre otros.
En tercer lugar, quizás lo más sencillo de solucionar en términos teóricos, es ver quiénes y cuántos son los que descienden. Al igual que en el fútbol profesional argentino, se podría copiar la idea de los promedios y llevar a esto a un proceso de tres años. Ahí, los que hayan acumulado menor cantidad de puntos irían a la segunda. De ser así, el problema que se presentará es el formato actual de competición que también debería ser modificado.
En definitiva, visualizar un cambio a corto plazo es utópico hoy en día. Encontrar y elevar un proyecto que satisfaga 33 realidades y necesidades tan distintas no es nada fácil. Y luego lograr que el cuerpo de delegados de la casa madre del fútbol local lo apruebe, menos. Por eso, habrá que seguir conviviendo con estas diferencias que, cada algunos años, un resultado insólito haga que se replanteen conceptos, reglamentos y caminos recorridos.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.