El negacionismo pretende quitarle valor histórico al proceso de justicia que se llevó adelante en Argentina
En el primer debate presidencial 2023, el candidato a presidente Javier Milei expresó que los desaparecidos durante la última dictadura cívico militar “no fueron 30.000” sino “8.753” y que durante los años 70 “hubo una guerra” en la que “las fuerzas del Estado cometieron excesos y los terroristas de Montoneros y ERP mataron gente”.
Con el objetivo de analizar estas declaraciones y sostener la perspectiva del proceso de Memoria, Verdad y Justicia que se inició en nuestro país a partir de la recuperación democrática, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Fabián Muñoz, integrante de Madres de Plaza de Mayo filial Mar del Plata e hijo de Ledda Barreiro, titular local de dicha organización.
El número que expresó Milei ni siquiera se corresponde con el número registrado por el informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), de 8961 desaparecidos, y lo expone como si de todos modos fuera pequeño y no demostrara la existencia de un plan sistemático por parte del Estado para torturar y asesinar civiles. Al respecto, Muñoz dijo: “Es espantoso pensar que dos de los candidatos con más chances tuvieron un discurso violento y de desconocimiento total o parcial de la historia. No hay que olvidar que la candidata Bullrich también habla de una cuestión vinculada a la teoría de los dos demonios, donde pone en pie de igualdad a las organizaciones armadas con lo que fue el proceso militar. Yo trato de ser objetivo, porque pertenezco a una familia que sufrió la violencia en las distintas escalas de la dictadura y de la violencia previa de la dictadura. El negacionismo pretende primero minimizar, quitarle peso y valor histórico al proceso de justicia que se llevó adelante en Argentina. Proceso que se realizó gracias a una decisión política de derogar las leyes del perdón en el 2003, que lo hizo Néstor Kirchner y fundamentalmente de los sobrevivientes que tuvieron el inmenso valor de brindar los testimonios que permitieron reconstruir parcialmente el rompecabezas del genocidio”.
Asimismo, agregó: “Hay que dividir entre la persona que pone en duda el número con amplio conocimiento sobre la materia, como es el caso del equipo de Milei – Villaruel y el equipo de Bullrich, y la gente que por ignorancia lo desconoce, donde no hay una intencionalidad, simplemente no sabe qué pasó. Hay un abismo de diferencia entre estas dos situaciones. Lo perverso es que quien lo afirma o quien lo relativiza con una cifra, que de todos modos es espantosa, es gente con mucho conocimiento. En el caso de Villaruel, ella tiene uno de los equipos de asistencia a genocidas más eficientes del país, es una persona que durante años ha estado encabezando todo lo que fue la asistencia personal, legal y política a los genocidas detenidos, acusados y condenados por crímenes de lesa humanidad”.
En cuanto al objetivo que tienen estos sectores con la discusión de los números dijo: “La naturalización que se busca generar no es casual. Negar si fueron 30.000 o si en lugar de un genocidio fue una confrontación de pares, busca naturalizar la posibilidad de que eso vuelva a ocurrir con otro formato. Hay que decirlo: el genocidio en Argentina se produce por la implementación de un plan económico, no se produce porque se juntaron cuatro generales que no tenían nada que hacer y se les ocurrió hacer un golpe de Estado. Acá hubo una planificación muy importante, con una pata civil detrás de un plan económico perverso. La amenaza más grande que tenía ese plan fueron las organizaciones políticas, que integraban mayormente las y los jóvenes detenidos y desaparecidos y toda la periferia, así como el sector trabajador. El 70% de los desaparecidos eran fundamentalmente laburantes y otro gran porcentaje eran estudiantes laburantes. Quieren sostener que frente al Estado había terroristas y se intenta depositar la responsabilidad sobre las víctimas, que en muchos casos no tuvieron participación violenta y no hicieron más que ejercer su derecho a la libertad de expresión”.
No se puede desconocer el contexto
Frente a la teoría de los dos demonios que se intenta instalar desde algunos sectores políticos, Muñoz dijo: “Es necesario aclarar que el primer acto terrorista masivo que hubo en Argentina fue en 1955 con el bombardeo de la Plaza de Mayo. Ese fue un acto que se hizo con el objetivo de difundir el terror y asesinaron a más de 300 personas. Luego el encadenamiento de la dictadura posterior, con los primeros secuestrados y fusilados, produjo el surgimiento de estas organizaciones armadas. Con esto yo no estoy justificando de ninguna manera la confrontación armada como instrumento, es un espanto y conduce a la muerte, nosotros estamos absolutamente en contra de eso”.
“Simplemente quiero decir que hay que tener conocimiento histórico para entender que existe una decisión política negacionista, que busca ocultar la realidad de que se llegó a los años 70 con 18 años de proscripción y un continuo encadenamiento de golpes y represión. No nació de un repollo la violencia. En ese marco, el plan que elabora la pata cívico militar, comienza desde el gobierno de Isabel Perón en el ‘75, porque los primeros secuestros masivos se producen en ese año. El primer asesinato político en Mar del Plata de la extrema derecha fue el de Silvia Filler en el ‘71, todo esto fue in crescendo y los volúmenes de víctimas y el accionar perverso de la pata parapolicial y paramilitar comienza en el ‘75”, explicó.
Más de 800 centros clandestinos de detención
Treinta años después del golpe militar, en el año 2006, documentos desclasificados mostraron que los militares estimaban que habían matado o hecho desaparecer a unas 22.000 personas entre 1975 y mediados de 1978, cuando aún restaban cinco años para el retorno de la democracia. El cálculo fue aportado por militares y agentes argentinos que operaban desde el Batallón 601 de Inteligencia a su par chileno Enrique Arancibia Clavel, y aparece entre los documentos que logró sacar a la luz el Archivo de Seguridad Nacional de la Georgetown University, a cuyas copias accedió el periodista Hugo Alconada Mon y fueron publicados su momento por el diario La Nación.
Frente a estos datos, Muñoz expresó: “Para aportar como información, es necesario destacar que Argentina ostenta un horrendo récord: es el único país, después de la Alemania Nazi, que implementa una red de campos de concentración, centros de detención y tortura, donde detienen a los prisioneros de forma ilegal para ser torturados y sometidos durante años. El único lugar del mundo donde un sistema represivo generó campos de concentración fue en Argentina, no hubo otro caso en América Latina. La red de centros de detención y tortura fue muy grande, ya se identificaron más de 800. La logística, la aplicación de tropa y de personal para sostener este tipo de red, no se hace para generar 8 mil desaparecidos, sin lugar a duda”.
Para ofrecer un panorama de lo que se vivió en esa época dijo: “Yo era pibe, la primera patada en la cabeza la recibí a los diez años, con el allanamiento del 75. En ese período secuestran a mi hermano y a mi cuñada y aparecen, entre comillas, a disposición del Ejecutivo Nacional en una cárcel en Mendoza. En el ‘76 secuestran a mi otra hermana, que estaba embarazada, a mi cuñado y destruyen mi casa. En el ‘78 secuestraron a mis padres. Este repaso no lo hago por algo personal, sino porque me parece que es un perfecto ejemplo de lo que son los números y las cifras de la incertidumbre. Si hay algo que ellos dejaron como legado, y hablo de la dictadura y el proceso cívico militar, fue la incertidumbre. Si hay algún sector que pretende saber cuál fue exactamente la cifra, ese sector somos las víctimas, no los victimarios”.
“El número de 30.000 se queda corto”
Respecto de la incertidumbre como herencia de la dictadura dijo: “Cuando se presenta el informe de la CONADEP, en el año ‘84, fue un proceso político muy valioso, muy importante y único a nivel mundial. En ese momento las abuelas creían que había alrededor de 50 o 60 nietos por recuperar. Hoy llevamos 133 recuperados y casi 300 muestras de sangre de grupos familiares que buscan y se siguen incorporando. Estamos hablando de que ellos sembraron un volumen de incertidumbre enorme. En ese momento, cuando desaparecieron mi hermana y mi cuñado, no fuimos a una oficina de desaparecidos a sacar un número para buscar información y que nos digan cuánto pensaban torturarla y cuándo pensaban asesinarla. No había nada, como decía Videla, era una entelequia. Vos ibas a la iglesia y no tenías ninguna respuesta, ibas a los cuarteles como familia y te decían que ellos no tenían a nadie, ibas a las cárceles y no había nada”.
Centros clandestinos de detención en Argentina durante la última dictadura cívico militar by Técnicos Periodismo on Scribd
En el mismo sentido agregó: “Recuerdo escuchar, siendo pibe en las reuniones de Madres, que ellas se preguntaban cuántos serían. Los cálculos se basan más o menos en las proyecciones y se transformaron en una reivindicación política, que perdura hasta hoy. El número de 30.000, y lo digo con una mano en el corazón, se queda recontra corto. En ese momento en el año ‘78 había en Argentina 10.700 presos políticos y ese número si está registrado por la propia dictadura. Son personas que ingresaron sin proceso judicial a las cárceles de la Argentina, entonces ahí sí ingresaron en un libro. Esos 10.700 todos fueron secuestrados, no fueron conducidos legalmente a una comisaría, pasaron por campos de concentración. Había más de 150 mil exiliados, de los cuales un porcentaje se exiliaron porque habían sido secuestrados, lograron la libertad y huyeron del país. En Argentina en el año ‘77, en pleno desarrollo del sistema represivo, los centros clandestinos estaban abarrotados de personas, como bien dicen los testimonios de lo que fue el pozo de Banfield, la comisaría quinta de La Plata, la cueva de Mar del Plata, la Base Naval de Mar del Plata, la Perla de Córdoba y demás. Hablamos de gente amontonada que no entraba en las celdas clandestinas y con salas de torturas que funcionaban las 24 horas. Si tenemos en cuenta todo esto, seguramente llegó a haber 50, 60 mil personas desaparecidas”.
“De una manera absolutamente perversa hacen referencia a la cifra final, porque eso es el legado que deja la dictadura, que es la incertidumbre. Es un mensaje que dice: “jamás lo vas a saber”. Por eso tiraban a la gente al mar, por eso a mi hermana la deben haber hecho tener ese bebé, al que ya le habían asignado un destino, y es muy posible que la hayan tirado de un avión. Pero todo esto es parte de la conjetura, porque ese fue justamente su objetivo, que nunca más recuperemos sus restos para que permanezca la incertidumbre. El objetivo es allanar el camino a grupos de extrema derecha violenta, que quieren instalar sistemas represivos porque los planes económicos que tienen van a requerir necesariamente de represión. Vuelven a relativizar y decir que no fueron 30 mil y es una actitud muy perversa, porque las personas que integran estos espacios políticos saben perfectamente bien lo que sembraron. Lo saben porque no es que les estaban llevando cigarrillos a la cárcel a los represores, les brindan asistencia legal, planificación, alternativas y los apoyan política e ideológicamente. Es mucho más que un discurso negacionista”, aseguró.
Un mensaje para los jóvenes
Finalmente, respecto del apoyo que reciben estos sectores por muchos jóvenes que vivieron toda su vida en democracia y no imaginan lo que implica la existencia de un Estado terrorista que vulnera todos sus derechos, Muñoz dijo: “Hay un espíritu juvenil que siempre fue extraordinario en Argentina, un espíritu muy rebelde. A mí me parece que el voto del joven hacia Milei es un voto de estar cansado, estar harto, no dar más. Lo que me parece que es peligroso es que no visualizan que ellos van a seguir siendo rebeldes y que, si estas personas se imponen, e imponen su plan fratricida económico, a los primeros que van a reprimir van a ser esos jóvenes que los votaron”.
“Me da la sensación que no están escuchando lo que dicen estos candidatos. Están diciendo claramente “no a la protesta” y cuando estos pibes salgan a protestar, los van a barrer en la calle. Ellos son el primer blanco de ellos y esta es la paradoja. Esto no es paranoia, es escuchar las propias promesas de estos candidatos. Le quiero decir a los jóvenes que escuchen a la persona que están votando y que se imaginen cómo van a aplicar esas promesas”, concluyó.