Las estafas virtuales y el voto electrónico se consolidan como nuevos mecanismos capaces de vulnerar las democracias

Según un informe de la agencia creativa We Are Social, el 93% de los Argentinos que utilizan teléfonos móviles utiliza WhatsApp como tu plataforma de mensajería instantánea predilecta. Es decir, que es muy común que por lo menos alguna vez las personas reciban un mensaje de un contacto que fue víctima de un hackeo, o lo hayan sido ellos mismos. Las aplicaciones bancarias se hackean con un mecanismo similar y, podemos trasladar este fenómeno a aquellos países que utilizan voto electrónico, como Estados Unidos y hasta Internet, como es el caso de Estonia.

El abogado y docente universitario Leonardo Palacios conversó sobre estos temas y mucho más en Aula Magna, por Radio Universidad (FM 95.7) y desde Portal Universidad te compartimos cómo se relacionan estos temas que pueden afectar a la integridad de la democracia tal como la conocemos hoy.

Estafas virtuales: uno de los delitos más denunciados

Todo empieza cuando a una persona le hackean un WhatsApp y aquel que lo hace, empieza a mensajear a los contactos pidiendo dinero mediante transferencias, haciéndose pasar por el usuario original. “Eso es lo más habitual. La trampa del hackeo viene de un número indeterminado, donde en principio suele aparecer como foto de perfil o un logo del Ministerio de Salud de la nación o de provincia, donde piden algún dato general y luego envían link donde le piden a las personas que accedan y ahí es donde las personas que están haciendo estas estafas, tienen esta posibilidad de abrir el Whatsapp Web del número del que está contestando”, explicó Palacios.

Frente a ello Palacios recomendó: “Siempre que usemos Whatsapp Web hay que cerrar la sesión, no importa en qué computadora estemos trabajando. Además, para que no puedan acceder a nuestro número tenemos que tener activada la verificación en dos pasos, que es una un sistema de seguridad que trae la aplicación”. Además agregó: “Hay que saber manejar la ansiedad. Nos mandan el turno para vacunarnos y rápidamente hacemos click. Es cierto que muchas veces por la rapidez con que estamos viviendo y nos estamos manejando contestamos demasiado rápido algunos mensajes, no nos tomamos a veces un segundito para no cliquear tan rápido, mirar y preguntar. Si nos llama la atención alguien que no nos contacta hace mucho y que solo nos dice hola, una llamada por teléfono no está mal. Son tonterías, que no son tantas para tener en cuenta cuando después se generan problemas”.

“Hoy es fundamental, ningún nivel de seguridad es bajo hoy con la posibilidad muy amplia que tienen los sistemas de ser hackeados. Sobre todo porque en Argentina hay muchos sistemas, incluidos los sistemas bancarios, de tarjeta de crédito y de billeteras virtuales, que tienen déficit de seguridad. Algunos bancos no tienen toda la seguridad tendrían que tener y es por eso que a veces cuando desconocemos alguna compra que no hicimos efectivamente rápidamente nos la reconocen, porque los niveles de seguridad que tienen son bajos en relación a una media mundial”, explicó el abogado.

Es por eso que Palacios remarcó la importancia de cerrar sesión tanto en las aplicaciones de billeteras virtuales como en el HomeBanking en la computadora. “Generalmente para no perder tiempo en las apps del teléfono, uno las tiene ya abiertas. Pero tu teléfono está a mano y si bien todos tenemos la huella digital o el reconocimiento facial o el pin o lo que fuera para abrirlos, la verdad que también pueden ser hackeables”.

Seguidamente enfatizó: “Hoy 8 de cada 10 denuncias que se presentan en la justicia en general son por estafas virtuales. Entonces todos los niveles de seguridad que nosotros podamos tener en nuestras aplicaciones nunca están de más”.

Voto electrónico: ¿profundiza o peligra la democracia?

El voto universal es una conquista que generó los sistemas representativos con los cuales los pueblos pueden dirimir su propio destino. Ya pasaron más de 100 años desde que en Argentina se sancionó la Ley Saenz Peña y de que se aplicó por primera vez, en 1916, para una elección presidencial. Lo mismo sucedió en otros países del mundo con una diferencia de 40 años menos o más. “El voto es la gran conquista de los sistemas políticos y de los sistemas de gobierno. Y ahora se plantea el tema del voto electrónico, que ya hay muchos países que lo tienen”, enfatizó Palacios.

“En la Argentina es una discusión que se instaló a partir del 2013 muy fuertemente y que generó que la ciudad de Buenos Aires tuviera un sistema de voto electrónico, así como la provincia de Salta en su momento tuvo un sistema de voto electrónico para elecciones locales. Es muy apasionante esta discusión del voto electrónico porque va desde una boleta única electrónica hasta el voto por internet. Y pensando en esto del voto por internet y el tema de la falibilidad de los sistemas, nos da la posibilidad por ahí de pensar en alguna distopía donde la soberanía popular se viera distorsionada”, relató Palacios.

Hay diferentes maneras de voto electrónico, según comentó Palacios: “Cuando hablamos de voto electrónico podemos hablar de un sistema de boleta única electrónica como el de la Ciudad de Buenos Aires, donde vamos a una máquina, elegimos nuestra opción y la máquina nos da un cartoncito con un chip. La máquina ya registró nuestro voto, pero nos da ese cartoncito con ese chip y eso a su vez nosotros lo metemos en una urna”. El otro sistema es el de la urna electrónica, donde se elige el candidato o la autoridad, pero a su vez esa misma máquina cuenta el voto, lo recolecta y lo manda a un sistema central donde se agrupa con el resto de las urnas. Finalmente, está el voto por internet, donde se puede votar desde un dispositivo desde casa, en la calle, en el trabajo o donde se esté. El voto va a un sistema centralizado que vía Internet lo recoge.

El voto hoy en día no se cuestiona, y el sistema menos. Para votar se tienen que dar tres características: mantener el secreto para que alguien no pueda ser coaccionado a votar y que no se pueda comprar ni vender votos. El segundo punto es la integridad del voto, es decir que, si una persona “X” vota por “Y”, el voto que finalmente se cuente sea a “Y”, y que la trazabilidad no se modifique. El tercer y último punto es la fiscalización. “¿Pero qué pasa? La integralidad y el secreto no se llevan bien, porque si yo puedo hacer un trazamiento perfecto del voto, no va a ser secreto. Entonces tenemos que buscar sistemas en los cuales podamos confiar en que efectivamente va a ser secreto y que efectivamente va a ser íntegro, pero sin vulnerar el secreto. Y a su vez en el tercer punto tenemos que buscar un sistema que fiscalice adecuadamente manteniendo la posibilidad de la integridad sin violar el secreto. No es nada fácil”, explicó Palacios.

“¿Entonces qué pasa? Si nosotros usamos un dispositivo para votar, lo que siempre ponemos en duda es el secreto. Cómo saben que efectivamente no fui yo el que votó por “Y”, si tengo mi voto registrado el domingo a las 10:35 en la mesa número tal, de tal circuito electoral. Se supone que tanto en la boleta electrónica como la urna electrónica se han diseñado softwares para mantener la integridad de los votos sin que esos datos sean rastreables. Esto afecta el punto de la fiscalización de votos porque cuando nosotros queremos fiscalizar que efectivamente en esa urna sin saber de quién son todos los votos que hayan ido para “Y”, se cuenten como votos para “Y”, agregó el abogado.

Allí se entra en un conflicto con los fabricantes de estos softwares y hardwares: “Si pedimos conocer el sistema, la empresa dice que su software es una patente que está registrada y si le permite al estado que lo abra, lo va a conocer y por lo tanto va a perder su patente comercial, o esta puede ser que esta sea vulnerada, copiada, etcétera. Y tiene derecho a hacerlo porque es un desarrollo privado”, dijo.

El otro problema, relacionado con el tema del WhatsApp, es el del hackeo. “Hasta ahora no he tenido noticias, en base a los expertos que estudian este tema, de que no haya ningún sistema inhackeable. Eso no quiere decir que se hayan hackeado. Alex Halderman,un ingeniero estadounidense, desde hace muchos años se dedica específicamente a trabajar sobre el voto electrónico y voto por internet, y periódicamente va realizando diferentes estudios. Él estudió las urnas electrónicas con las que se vota en los diferentes estados de Estados Unidos, precisamente los tres tipos de máquinas que son más usadas. Se tuvo que hacer de las mismas ilegalmente porque ni el gobierno ni las empresas se las daban porque el hardware y software tiene patente secreta. Allí las analizó y determinó que efectivamente todas podían ser en algún punto hackeables, osea que podían vulnerar la integridad del voto”, comentó Palacios.

Estos hackeos van desde poder introducir algo en la urna electrónica, como un virus, o generar un contra software que vulnere esos votos. “Eso fue lo que determinó este equipo. Sería un hackeo a una urna electrónica en decenas de miles, por lo que tampoco sería tan vulnerable el sistema. Sin embargo, el problema está luego en si los sistemas que van a centralizar el escrutinio pueden ser vulnerados. Y ahí está la cuestión porque en informática casi no hay un 100% de seguridad”, agregó el profesor y abogado.

Un ejemplo de ello es el caso de Alemania, que explicó Palacios: “En el 2009 Alemania había comenzado a implementar un sistema de voto electrónico pero el Tribunal Constitucional lo declaró inconstitucional y no lo hizo porque el sistema podría tener fallas, sino porque cuando llegan al punto de la fiscalización las empresas no daban la información sobre el software de conteo. Ahí fue donde el Tribunal se expidió y dijeron: si no podemos saber como es el proceso de fiscalización y cómo fueron los pasos para llegar a estos votos, este sistema no se puede implementar ni legalizar”. Ejemplos similares sucedieron en Irlanda y Australia, donde se probaron sistemas piloto que finalmente se descartaron, o en Países Bajos donde se utilizó una urna electrónica como las que se usan en Estados Unidos que en última instancia se dio de baja.

Finalmente, Palacios compartió un ejemplo del único país que implementó y sigue implementando el voto por Internet: Estonia. “El mecanismo es de seguridad en dos pasos: hay una clave para acceder a la página en el dispositivo que fuera y un chip que se tiene que conseguir presencialmente, más el documento electrónico. Entonces con el documento, más el chip uno se logueaba para entrar al sistema y poder votar. En el 2013 entre el 20 y el 30% de la población de Estonia votó por internet. En el 2021 ya fue un 50%”.

El especialista Alex Haldemran viajó a Estonia en 2013 a conocer el sistema que estaban implementando: “Dijo que había mucha fallas en todos los puertos: en el voto emitido en cuanto a las fallas de identificación de quién iba a votar y sobre todo en el servidor de conteo, el sistema central era hackeable. Además advirtió sobre la seguridad operacional: había bajas de seguridad en cómo actuaban los operadores del sistema”, agregó.

A pesar de ello, Estonia sigue teniendo el mismo sistema, que entienden que es confiable. “Tendríamos que ver qué va a pasar un poquito más adelante. Hoy por hoy la boleta única en papel sigue siendo el sistema más confiable en los tres pasos: secreto del voto, integridad y fiscalización”, concluyó Palacios.

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