Periodistán: “Referirse a una parte del mundo como Oriente es una simplificación absoluta”
Fernando Duclos, más conocido como “Periodistán“, presentó su libro “Un argentino en la ruta de la seda” en la Librería Universitaria ubicada en Jujuy 1731, habló de su experiencia durante el viaje y cómo incorporó a las redes sociales para poder comunicar el día a día.
– ¿Cómo fue el viaje que te llevó a escribir el libro?
– Hoy a la distancia miro y realmente no puedo creer lo que hice. Cuando uno está haciendo las cosas a veces no se da cuenta, pero lo cierto es que en el mismo viaje, o mejor dicho en el mismo libro, está el recorrido en el que empecé por Crimea después seguí por Chechenia, Kosovo, Irán, Afganistán, Uzbekistán, Kirguistán todo absolutamente todo en el mismo libro y como parte del mismo proceso de un muchacho llevando una mochila sin mucho más que la ropa para ponerse y de repente recalando en todos estos países. Y, efectivamente, de esta parte del mundo a la cual llamamos Oriente, lo cual ya es una simplificación absoluta porque nada tienen que ver un chino con un árabe, pero todos decimos Oriente como si también Occidente. Esta simplificación absoluta que tenemos, primero respecto al oriente, después al Islam. Dos mil millones de personas que son musulmanes en el mundo y para nosotros son un gran bloque, todos son lo mismo como si no hubiera católicos del Opus Dei y católicos como yo que digo que soy católico, porque festejo la Navidad.
– ¿Esa simplificación se da por el desconocimiento?
Efectivamente. Hay un gran desconocimiento de la zona, las costumbres, de lo cotidiano y eso, incluso, muchas veces se combina con prejuicio hecho y derecho, parece que vamos a Oriente y la imagen se nos pone en sepia automáticamente. Casitas bajas, polvo, calle de tierra. De repente, después de haber estado un año en este lugar, uno se da cuenta primero no solo que no es así, sino que por el contrario quienes realmente estamos en los márgenes somos nosotros. Cuando uno habla de Irán habla de Persia, habla del corazón del mundo, de donde pasaron Alejandro Magno y Gengis Khan, donde se crearon los números, la pólvora, el papel, el fútbol incluso, un montón de cosas que forman parte de nuestra vida y que en realidad vienen de ahí.
– ¿Esa conjunción de aspectos te llevó a escribir el libro?
Si, porque era perfecta para un periodista. Un lugar del que nadie sabe nada y que encima hay 8 mil millones de historias y cosas para contar desde hace muchísimos años. Básicamente, empecé a contar la historia de estos lugares, el día a día, cómo es la gente. Si yo pregunto qué se sabe de Afganistán, probablemente, lo primero que la gente me va a decir es algo en relación a Bin Laden, a los talibanes y al terrorismo. ¿O sea que todos los afganos son Bin Laden? No, por supuesto que no. Pero nunca nadie contó sus historias, nunca nadie los conoció. Entonces el hecho de estar ahí y de poder ver cómo es y de hablar con la gente, de ver las culturas y de dormir en casa de familia y de compartir el cotidiano me sirvió para darle forma a lo que es el libro que salió.
– ¿Y en esa convivencia con qué te encontraste?
Con que somos muchísimo más parecidos de lo que creemos y más porque nosotros somos latinos y nos gusta estar con gente, nos gusta la reunión, nos gusta la charla. Para nosotros la vida no es un continuum utilitario a ver cómo gano más guita, cómo produzco más. Obviamente que se necesita eso para vivir, pero también nos gusta disfrutar, pasarla bien, estar con gente, charlar, hacer música. Yen ese sentido, todos estos pueblos humanos también tienen las mismas expectativas que nosotros, las mismas ganas, ideas y proyectos. Es, al cabo, humanizar un poco a esta gente y que el día de mañana si yo te digo Afganistán por supuesto sabemos que es un país que tiene muchos problemas, por supuesto que existen los talibanes, uno tampoco se pone una venda, pero al mismo tiempo saber que existen personas son como nosotros y que básicamente luchan cada día igual que hacemos nosotros para tener una vida mejor y más digna.
– ¿Y cuál era la respuesta de la gente?
Hablando particularmente de Asia, de Medio Oriente y de India son extremadamente amables y saben que muchos de sus países están demonizados por los medios occidentales, entonces a la amabilidad ya innata que traen encima le suman un querer mostrarte que ellos son buena gente, no son terroristas, que son personas como nosotros, te tratan como un rey y te abren las puertas de cualquier lugar. En Irán casi no pague alojamiento porque la gente se peleaba para alojarme y quién me llevaba a comer. He tenido tres almuerzos en un mismo día porque no podían aceptar que yo les dijera que no. Todos querían darme de probar su comida, mostrarme su familia, sus ropas, lo que hacen. Entonces por empezar ya eso medio que se da naturalmente y después obvio uno tiene que llegar con una dosis importante de respeto, estar dispuesto a lo nuevo. Es muy importante, aunque yo no sepa hablar. Te voy al caso de Irán por ejemplo. Yo no sé hablar persa pero estando allá me aprendí unas 20 o 30 palabras – como me llamo, gracias, perdón, por favor, agradecerle a quien cocinó- y de repente ellos ven que no es que llegas con lo tuyo a imponer, como suele pasar, sino que quieres adaptarte a lo de ellos.
– Llevar todo eso a las redes sociales donde convive tan intensamente la opinión debe ser complejo. ¿Cómo te llevás con el hate?
– Tengo el cuero ya bastante curtido pero no debería ser así. Uno no debería recibir insultos por plantear su opinión sobre ciertos temas con respeto como hago yo, pero son las reglas del juego lamentablemente, no digo que esté bien, pero si uno quiere jugar este juego no le queda otra que hacerlo. No tengo duda que muchas veces por mis posiciones políticas pierdo oportunidades o se me cierran puertas que de otra forma sin duda estarían abiertas. Eso redunda en mi situación económica, por ejemplo. Siempre hago el mismo chiste porque tengo un canal de Youtube, 300 mil seguidores en Twitter, Instagram, hago teatro, organizo viajes guiados, tres libros, tengo mi propio grupo multimediático pero soy el empresario multimedia más pobre del país. Lo cierto es que cada noche me voy a dormir muy tranquilo sabiendo que estoy haciendo lo que me gusta, que no me callo respecto a lo que siento justo y digno, que cada día trato de aportar mi granito de arena para que el mundo sea un lugar un poquito mejor aunque sea, para que la gente haya aprendido algo de lugares que no conocía por más que no sea más que eso por ahora. A mí me han contado muchas muchas historias, por ejemplo de conquistas amorosas gracias a mis historias, a mis libros, muchos docentes me han escrito contándome que utilizan mis hilos para sus clases. Todo esto es un solo mensaje de esos saber que una pareja existe porque ambos charlaron sobre mi libro y se conocieron, vale infinitamente más.