Terraformación: entre la ciencia ficción y la realidad científica

La terraformación, esa idea de convertir un planeta inhóspito en un ambiente habitable, ha cautivado la imaginación de escritores, científicos y soñadores durante décadas. El concepto ha encontrado raíces en propuestas científicas y proyectos espaciales, especialmente en el contexto de la exploración planetaria de la segunda mitad del siglo.


El término se refiere al proceso de alterar deliberadamente las condiciones de un planeta para que tenga las características necesarias para volverlo habitable, y que se asemeje a las de la Tierra. El término apareció por primera vez en un cuento de ciencia ficción, publicado en 1942. Sin embargo, uno de los primeros impulsores de la propuesta que pensó en la posibilidad de aplicarla fue el astrónomo Carl Sagan.

A finales de los años 60 y a principios de los 70, cuando la carrera espacial estaba en auge, existía en ese entonces una perspectiva más bien imperialista, colonialista, con una idea expansionista de la conquista de los territorios y eso se trasladó al espacio. Desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con Paula Álvarez, Licenciada en Astronomía por la Universidad Nacional de La Plata, Docente en la Facultad de Ingeniería y estudiante avanzada del Profesorado de Física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNMDP. 

Álvarez mencionó que esta idea expansionista instaurada en dicha época, “forma parte de la visión que tenemos de cómo se construye el mundo, y entonces empezamos a mirar el universo desde esa perspectiva. Por eso está esa idea de que hay que ir a la Luna” dijo y añadió: “De hecho, Venus fue el primer planeta explorado con algunas ondas que encontraron dificultades, porque si bien de tamaño es más o menos parecido, las distancias al sol están dentro de lo que hemos nombrado alguna vez como la ‘zona de habitabilidad’”.  

A pesar de su proximidad y tamaño similar al de la Tierra, Venus presentó un conjunto de desafíos abrumadores. Su atmósfera densa y el efecto invernadero muy elevado, provocó que la superficie sea inhabitable debido a la temperatura, lo cual convirtió cualquier idea de habitabilidad en un sueño lejano. Sin embargo, Sagan tenía la idea de que esto se parece mucho a la “Tierra Primitiva”, y si la Tierra pudo cambiar y llevarnos a lo que es actualmente, entonces la idea de “terraformación” no estaba tan errada. 

¿Hay planeta B?

Carl Sagan fue uno de los primeros en hablar masivamente acerca de la problemática del Cambio Climático, y pensándolo desde aquella lógica expansionista antes mencionada, Sagan planteó la posibilidad de pensar en un planeta B. Frente a un panorama poco alentador acerca de tener dentro de las opciones a Venus, se comenzaron a barajar otras propuestas con el fin de reconvertir el planeta. 

Entre las ideas exploradas estuvo el envío de un paquete cianobacterias, un tipo de bacterias existentes en nuestro planeta que están adaptadas a condiciones de vida ultra extremas y que no dependen tanto de la luz del sol, “cosa que en Venus venía bien porque al ser una atmósfera tan opaca es muy poca, si bien llega mucha radiación en términos de luz para hacer fotosíntesis está medio difícil” mencionó Paula Álvarez. Además, destacó que se realizaron investigaciones orientadas hacia eso y después fueron encontrando con que había otros problemas, porque no era solamente la cuestión de la atmósfera y de su composición y la falta de luz, sino también los problemas que genera la temperatura. Sin embargo, cuando comenzaron a ver las dificultades para pasar la superficie, esta idea quedó descartada, “aunque se pudieron realizar algunas de las técnicas de resistencia de los materiales y permitieron que en misiones sucesivas pudiéramos alcanzar la superficie” destacó la licenciada.

Marte, con sus condiciones más sencillas en comparación, se convirtió en el siguiente gran objetivo. Sin una atmósfera densa que complicara los aterrizajes y con temperaturas menos extremas, el planeta rojo ha sido objeto de múltiples misiones exitosas que han aportado una gran cantidad de datos. Sin embargo, las discusiones sobre terraformarlo han revelado los inmensos desafíos que implicaría crear una atmósfera respirable y sostenible, incluso con la tecnología avanzada de hoy.

La legalidad ultraterrestre

Más allá de los aspectos técnicos, la terraformación plantea profundas preguntas éticas. ¿Es correcto modificar otro planeta para nuestros fines, especialmente cuando aún no podemos garantizar el cuidado adecuado de nuestra propia Tierra? Además, las implicancias legales de colonizar y explotar otros cuerpos celestes han llevado al desarrollo de un incipiente “derecho espacial“. Los tratados internacionales, como los “Tratados y Principios de las Naciones Unidas sobre el Espacio Ultraterrestre”, establecen, entre otras cosas, que “el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Sin embargo, aún hay algunos aspectos legales que poner en debate.

Mientras continúa la posibilidad de evaluar un planeta B, en el planeta tierra aumentan los esfuerzos por revertir los daños ambientales ocasionados. Algunos expertos apuntan a que el mayor desafío de la terraformación probablemente esté en nuestro propio planeta, en donde la tecnología y los conocimientos necesarios para enfrentar el cambio climático ya están disponibles.

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