Santy Flores: “Actor, transformista y puto”

Por Abigail González para el #MediaLab de Portal Universidad

Santiago Flores, un artista dedicado al homenaje de la mujer, o como él mismo se presenta: actor, transformista y puto, oriundo de Mendoza, pero un auténtico marplatense desde los 11 años. Hace 30 años que deslumbra con su arte en todo tipo de ambientes y para todo tipo de público. Con respecto a la edad… bueno, tendremos que hacer cuentas, porque su carrera artística comenzó con tan solo 20 años. ¿Qué importa la edad luego de este dato, no?

En el año ‘94, Santy Flores marcó un antes y un después en el transformismo marplatense, al atreverse a traspasar los límites del espacio geográfico, sin dejarse envolver sólo por los boliches gay, donde era más común ver transformistas. Su mente, y por ende su cuerpo, se extendió a lugares donde este tipo de arte no era tan visto ni convencional. Metafóricamente, Santi tomó el arte del transformismo, que se encontraba en la oscuridad y
la marginalidad, como un tabú o algo mal visto, y lo llevó a pasear por lugares más cotidianos, más familiares.

Caracterizado por su lado divertido, pícaro, pero por sobre todas las cosas, respetuoso hacia la imagen de la mujer, hacia los diferentes ambientes y hacia sus compañeros de profesión, se puede decir que Santi Flores es uno de los personajes icónicos de Mar del Plata. No solo por sus cualidades antes mencionadas, sino también por los valores que refleja en cada palabra, y por llevar el transformismo a la cima para que todos lo puedan ver.


– ¿Qué es el transformismo? ¿Qué es para tu vida?
-El transformismo para mí es mi profesión, es lo que siempre me gustó. Es una forma de expresarme y también de homenajear a la mujer. Para mí, eso es lo más importante. Vengo de una madre con mucho amor, con hermanas, tías y abuelas, donde fui criado muy entre mujeres, y bueno, eso me hizo amarlas mucho. Eso me sigue haciendo sentir que cada vez que interpreto a una mujer, lo hago para homenajearla. Entonces, el transformismo tiene
mucho que ver con eso para mí.”

– ¿Cómo fue tu comienzo en este mundo? ¿hace cuánto tiempo? ¿Se puede decir que fuiste uno de los primeros en Mar del Plata?
-Mi comienzo fue, mira, el otro día lo hablaba con un amigo. Fue en una iglesia evangélica, donde los papás les tenían que hacer un show a sus hijos en el jardín. Estaba mi ahijado, el hijo de mi hermana, y me lo dijo, así que yo le armé el show y todo eso. Te estoy hablando de hace muchísimos años, como 30 años. Salimos con unos amigos míos a hacer “Locomía”, y a partir de ese momento no dejé de ir a lugares donde se hacían shows de transformismo. Había otros transformistas acá en Mar del Plata que solo trabajaban en discos gay, en lugares donde esto estaba permitido. Porque, si bien ahora está todo bien, antes no estaba permitido. Ni siquiera por la policía; si te veían vestido de mujer, te llevaban preso, igual que siguen llevando presa a las compañeras trans, a las mujeres trans.

Entonces, nada, en esa época conocí a un amigo que hacía shows y nada, me metí en los camarines, empecé a jugar, a divertirme, y ahí fue que arranqué con esto en Mar del Plata. Si bien se me ve como uno de los primeros, porque fui como el primero que rompió con esto de dejar de estar solo en un boliche gay y poder salir a trabajar en todos lados, como boliches heterosexuales, fiestas. A ese nivel, acá en Mardel fui como el primero que rompió
un poco eso, de que dejara de ser un tabú, de que dejara de hacerse en lugares oscuros, en lugares donde no iba todo el mundo. Entonces, con eso, por ahí la gente me conoce mucho y me identifica acá en Mar del Plata, por la historia de haber roto un poco con eso.

– En tus inicios ¿Qué tipo de comentarios recibías tanto positivos como negativos? y ahora ¿cómo lo toma tu alrededor?
-Bueno, mira, los comentarios siempre traté de evitarlos y de no escuchar muchas cosas. Como te decía anteriormente, fui uno de los primeros en entrar en estos lugares y empecé a trabajar en distintos sitios. Me acuerdo de que había acá en Mar del Plata un lugar que se llamaba Palmira, que estaba en Constitución y la costa, donde entraban unas 3,000 personas, una cosa así. Era terrible, y fue uno de los primeros lugares donde fui y me subí.  Mi humor se ríe mucho de mí; yo me río mucho de mí mismo arriba del escenario. Juego con mi estética: estoy vestido muy de mujer y por ahí hablo como un hombre, entonces no daba lugar para ser agresivo, para que la gente piense mal, creo yo.

Por eso, no recuerdo muchos comentarios feos que me hayan hecho, seguramente los hubo, pero por detrás. Siempre recibí muchos elogios, de hecho, por eso me aceptaron y empecé a trabajar en todos lados acá en Mar del Plata, y me siguen llamando de todos lados. Me siguen llamando por esta historia, ¿viste?, porque lo hago con respeto. Y ahí está, cuando las cosas están bien hechas. Alguna devolución fea, obviamente, siempre
puede haber, porque no le podemos gustar a todo el mundo, pero en general siempre fueron muy lindos los comentarios.

– ¿Pensabas alguna vez que el transformismo en conjunto con tus shows iba a llegar a ser tu trabajo hoy en día?
-No, nunca pensé en el transformismo. Siempre pensé de chiquito que lo mío iba a ser algo sobre un escenario, pero no sabía de qué manera: si bailando o cantando. Me fui dando cuenta de que cantar no podía – cuenta entre risas – , y bailar a mi papá mucho no le gustaba, entonces no pude hacerlo bien. Después empecé a bailar y a hacer cosas con Maxi Diorio, por ejemplo, y después con cantidad de bailarines. No pensaba exactamente en el transformismo, porque de hecho, cuando yo era chico no existía o no se veía. Estaba Jorge Luz y Antonio Gasalla, que ya hacían transformismo, pero no de esa manera.

Después, con el tiempo, cuando pasó todo esto que te conté, de que empecé a trabajar en muchos lugares, ahí me di cuenta de que ese iba a ser mi trabajo. Hoy sigue siendo mi trabajo, y es una responsabilidad que la tomo como mi laburo, es mi forma de vida.

– ¿Cómo son tus shows en la x y en los lugares en donde te contraten o te inviten?
-Los shows en la X, por ejemplo, van más acompañados. Es como que el show lo voy cambiando, aunque la base es la misma, lo adapto según el público. El público del colectivo LGBTIQ es un poquito diferente; yo salgo vestido de mujer y hago un playback o un lip sync. Entonces, la gente gay, las chicas lesbianas, trans, como que nos criamos con el lip sync, con el playback tiene que estar en un lugar gay. Eso es algo que no puedo hacer en un
lugar hetero porque no lo entienden mucho; es como que muevo la boca y canta otra persona, salvo que sea algo cómico, pero si no, ahí cambia.

También cambia mucho si trabajo en un teatro o si me contratan para una fiesta de cumpleaños de 15 o algo así, donde hay mucha familia, donde hay niños. Entonces, mi vocabulario es distinto. La libertad de ser un poco más atrevido, de decir malas palabras, cambia, aunque para mí las malas palabras no existen. Las verdaderas malas palabras son otras, como el hambre y todo lo que está pasando en el mundo. Pero sí, van cambiando según el público. Tampoco me gusta salir a decir barbaridades cuando hay chicos en la sala. En el teatro, cuando estoy trabajando, la única palabra que digo es “puto”, que supuestamente es una mala palabra, pero para mí no lo es. Por eso me presento diciendo que soy “Santiago Flores actor, transformista y puto”, porque no siento que sea una mala
palabra. Pero sí, el show va cambiando un poco dependiendo del público. Tal como lo decía Santy el lip sync consiste en la sincronización de movimientos labialescon vocales habladas o cantadas, simulando así el cantar o hablar en vivo.

– ¿Tenés alguna anécdota con la gente o recuerdo que te haya marcado?
-Uy, anécdotas tengo un montón. Te digo, hace 25 años, en San Cayetano, un pueblo donde si acá en Mar del Plata no se veía, imaginate en un pueblo. Salí yo con luces y todo, la gente gritando, como 3,000 personas, en un lugar que se llamaba “El Cine”. Y cuando me prenden bien la luz y yo agarré el micrófono, se dieron cuenta de que era un hombre vestido de mujer. Imaginate, una disco llena de gente, todos gritando, y de repente apagaron todo. Yo dije: ‘Hola, buenas noches, San Cayetano’, y nada, quedó todo el mundo en silencio, no se escuchaba ni la gente de la barra. Se quedaron congelados mirándome, como diciendo: ‘¿Qué es esto?’. Y yo: ‘¿Nunca vieron un puto, chicos? Por favor’, y todas las cabezashaciéndome que no. Me mataba de risa porque saltó una chica que estaba adelante y me dice: ‘¡Sí, sí! Yo vi uno en la tele’. Eso me marcó, porque me reí muchísimo, me causó muchísima gracia.

Pero así me han pasado un montón de cosas. Como caerme de arriba del escenario, o tener que trabajar en un lugar donde la fiesta era hermosa, divina, y tener que cambiarme en un lugar aparte, cruzando un parque con tacos que se me enterraban en el barro. El año pasado, en Sierra de los Padres, fui a la fiesta de los bomberos y entré vestido de bombero, obviamente personificando a una mujer. Me llevaron en los camiones de bomberos, con la
sirena, y llegué y entré así. Nada, cosas increíbles. He vivido muchas cosas increíbles.

En cuanto a su carrera artística, nos cuenta que trabajó con La One, con Moria Casán, un año en que ella vino a la ciudad a hacer la revista de Buenos Aires en Mar del Plata. Estaba con Fátima Flores, Valeria Archimó, Raúl Lavié, Vicky Xipolitakis, Andrea Rincón. Cuando debutaba Moria, Santy nos cuenta que no llegaba Juana Acosta y era el debut. “Me llamaron dos horas antes para ir. Yo estaba en el gimnasio, había ensayado todo transpirado, y me llamó el asistente de Moria diciéndome que, por favor, fuera al teatro porque necesitaban a alguien para salir a hablar mientras cambiaban la escenografía detrás del teatro”.

Con orgullo, resalta que ya había trabajado en la casa de Moria para una fiesta de ella, y que en ese reemplazo de última hora lo dejaron todo el verano en La Revista. “Me acuerdo que me pusieron un día en el debut y fue tal lo que gustó que Moría me dijo: ‘Necesito que salgas dos veces a hacer 10 o 15 minutos de hablado. Habla lo que vos quieras, mi rey, que yo confío en tu humor, así que hace lo que vos quieras’”. Luego fue dirigido por Moria, y hoy mantiene una linda amistad con ella.

En su paso por los escenarios, quedó en un casting de La jaula de las locas, dirigido por Muscari. Recuerda que ahí trabajó también con un gran elenco como Divina Gloria, Mónica Villa, Federico Bal y un montón de artistas con los que compartió toda una temporada de cuatro meses.

También nos contaba que cuando los artistas vienen a hacer temporada a Mar del Plata, “es un clásico ir a ver el show de Santy”, decía con alegría. Aclamado por los artistas más destacados y por el público, “me llena de placer porque hago divertir a los que me hacen divertir”, resaltó. “Cuando viene Moria, tengo que ir a su casa a hacer show, y voy. Siempre, en algún momento, viene Aníbal Pachano. Me llama por teléfono: ‘Santy, ¿a qué hora largas el show, que te quiero ir a ver?’. Con Lizy trabajamos en la X como 4 años, y luego ella se hizo famosa, pero cuando viene se sube al escenario. Acosta también. Gente de teatro, conozco a todos”.

-¿Cuál es tu rol en el colectivo LGBTIQ?
– Pertenezco a la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (COMO), que es donde todos los años hacemos la marcha del orgullo en Mar del Plata. También tuve la suerte de estar en las primeras marchas hace 17 años. Ahora vamos por la décimo octava marcha, donde arrancamos siendo 15 o 20 personas y el año pasado fuimos 90,000. Sigo en esa lucha. Yo creo que, más que nada, mi carrera y todo lo que hice, hago y seguiré haciendo, tuvo que ver mucho con romper un montón de cosas y visibilizar que hay otra realidad y que tenemos los mismos derechos, siempre y cuando sea con respeto. Me siento como un abanderado del colectivo gay, travesti, trans, y eso me encanta.

Lo hago, sobre todo, no solo por la gente que ya pasó, que ya vivimos un montón de cosas, que hemos sido discriminados, apartados y negados, sino que lo hago más por la niñez, por los chicos que vienen detrás, para que no sufran lo que sufrimos antes. En el colegio no podíamos ir a jugar o hacer un deporte porque se nos reían, nos gritaban ‘puto’, ‘trolo’ y una cantidad de cosas que, bueno, eso tiene que ir cambiando. Nadie tiene el derecho de opinar sobre el cuerpo del otro ni de gritarle a alguien ‘negra’, ‘gorda’, o un montón de cosas que, gracias a Dios, esta generación que viene ahora lo está teniendo en cuenta y lo está sacando.

De alguna manera, sigo ahí en esa lucha, y una de las mejores maneras de hacerlo es poner el cuerpo. Desde mi lado, seguir mostrando mi arte con los shows, como hay mucho arte de gente joven que está apareciendo. Sobre todo, ahora se apunta más a las drag queens y todo eso, pero bueno, lo mío es el transformismo, y creo que eso nunca se tiene que perder.

En todo este recorrido artístico queda en evidencia que sus noches están cargadas de pura éXtasis, llevando la bandera del orgullo como un estandarte, como un estilo de vida y como defensa de los que son discriminados a causa de sus elecciones. El público de la X reconoce sus shows desde el principio, no solo por su imagen extravagante, sino porque como él se presenta, nos contaba una chica entre risas que ni bien sube el artista al
escenario y se presenta como siempre lo hace: “Soy Santy Flores, actor, transformista…” y todos juntos dicen “putooo” entre risas y aplausos, euforia y ganas de reír. Algunos nuevos en el ambiente no entienden y otros ya experimentados saben qué decir y en qué momento hacerlo. Un punto clave en donde se genera un intercambio con la comunidad, con los que están, y con los que lo ven brillar.

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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