La librería El Ventanal: un puente entre el pasado y el presente

Por Brenda Juárez para el #MediaLab de Portal Universidad
La librería El Ventanal es mucho más que un lugar donde se venden libros antiguos; es un refugio cultural y artístico en el que convergen literatura, música y arte en un ambiente único. Fundada por Marcelo Di Luciano, un apasionado de los libros, la cultura y el teatro. Esta librería tiene sus raíces en los años 50, cuando su padre, Enzo Di Luciano, abrió una librería y papelería en el barrio de Monserrat, Buenos Aires, cerca de la Plaza de Mayo.
En sus inicios, el negocio familiar se especializaba en textos escolares y en inglés. Sin embargo, con el paso de los años, Marcelo decidió darle un nuevo rumbo, enfocándose en libros raros, agotados y antiguos. La primera sede de El Ventanal se encontraba en el Palacio Verá, en la Avenida de Mayo, y fue el gran ventanal del edificio lo que dio nombre a la librería, que con el tiempo se convirtió en un referente de los libros antiguos.
El cierre en Buenos Aires y la expansión en la costa
La sede de Buenos Aires de la librería El Ventanal fue, durante años, testigo de importantes visitas, incluyendo la del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien mientras recorría la librería describió el lugar como “la mejor y más linda librería de Buenos Aires”. Sin embargo, eventualmente, la librería cerró sus puertas en la capital.
Tras este cierre, su dueño, Marcelo, decidió trasladar el proyecto a Villa Gesell, donde El Ventanal no solo continuó como librería, sino que también se convirtió en un centro cultural. Allí se llevaron a cabo charlas, presentaciones de libros, conciertos, exposiciones de arte y talleres diversos, con la participación de reconocidos artistas como el guitarrista Miguel Vilanova (Botafogo), Jorge Serrano de “Los Auténticos Decadentes”, Peteco Carabajal, Charo Bogarín y el Dúo Karma, entre otros.
Para Marcelo, El Ventanal es mucho más que una librería. “Aparte de la venta de libros, es un polo de encuentro de artistas, poetas, escritores y músicos. Siempre nos gusta combinar las cosas”, señaló. A pesar de los cierres, su proyecto no solo se mantuvo en pie, sino que continuó expandiéndose. Actualmente, cuenta con una sede en el histórico Chalet Pablo Saint Antonin, en la calle Hipólito Yrigoyen al 2011, declarado patrimonio cultural. “Se escucha jazz las 24 horas, y acá, música clásica las 24 horas “, comenta Marcelo, refiriéndose a la más reciente sucursal inaugurada hace pocas semanas en la calle Jujuy 2087. En la cual el día 19 de octubre se inaugurarán los encuentros culturales con el evento “La poesía del mar”, junto a su amigo el poeta Aníbal Saldívar, quien recientemente estrenó su película “La boya”.
Este encuentro es una continuación de la tradición de los “viernes de poesía” que solían organizar en Villa Gesell. Marcelo siempre se ha sentido vinculado a la ciudad de Mar del Plata. “Yo me siento muy marplatense, siempre veníamos acá, a nuestro lugar”, comentó, explicando que esta conexión fue una de las razones para abrir una sucursal en Punta Mogotes, aunque esta ya se encuentra cerrada. Marcelo recuerda con cariño al dramaturgo y músico marplatense Guillermo Yanícola, fallecido en 2019, con quien organizó varios conciertos y encuentros de poesía. Para él, la librería siempre ha sido un lugar donde las artes y la literatura se fusionan, convirtiéndose en un espacio de encuentro para creadores de diversas disciplinas.
Libros antiguos, un legado y pasión atemporales
En los 250 metros cuadrados de la sede de Jujuy, los libros están clasificados por tema o autor, en estanterías centenarias que formaban parte de la librería original de su padre. Entre los ejemplares que pasan por El Ventanal, se pueden encontrar libros del año 1550, encuadernados en pergamino, primeras ediciones de autores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Ernesto Sábato, así como ediciones únicas de clásicos como El Quijote de la Mancha y Martín fierro de Jose Hernandez.
Marcelo se enorgullece de preservar estos tesoros literarios y explica: “Hablando de libros antiguos, todos esos libros que son de 1500, 1600, 1700, antes se hacían con trapos y sin productos químicos, y esos libros son los que el día de mañana van a perdurar. Los libros de ahora, que se hacen con químicos y con la polución, están condenados a deshacerse y perderse”.
Recuerda con cariño cómo nació su amor por la lectura: “Mi padre nos leía cuentos todas las noches a mí y a mis cuatros hermanos”. En la escuela, año tras año, Marcelo ganaba el diploma al “lector más calificado”, un premio al alumno que más libros leía. Confiesa que solía leer bajo las sábanas con una linterna después de que su hermano lo acusara con su madre por quedarse despierto leyendo.
En su juventud, Marcelo y sus amigos recorrían las librerías de la calle Corrientes por las noches, y él les recomendaba libros como La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares. Ahora, cuenta con una biblioteca personal que incluye libros firmados y dedicados por autores como Borges y Sábato, con los cuales pudo entablar
conversaciones, además de libros de autores Argentinos como: Macedoño Fernández y Abelardo Castillo, de poetas franceses como Charles Baudelaire, Paul Éluard y Arthur Rimbaud y del escritor Japonés, Haruki Murakami.
Un librero muy comprometido
Aunque es un ferviente amante de los libros, Marcelo no se aferra a ellos. A lo largo de los años, ha reducido el tamaño de su biblioteca personal, pensando: “Lo tengo que leer en algún momento, y si no lo voy a leer, mejor que lo aproveche otra persona”. Este espíritu lo llevó a dedicarse a lo que realmente ama: ser librero, a pesar de haber estudiado diversas carreras como Economía, Geografía, Historia del Arte, Teatro, Cine y Danza. “Creo que todas las carreras que hice me sirvieron para poder ser un buen librero y poder conversar con los clientes de temas de Ciencia, de Arte, de Música, de Historia y de Literatura”, reflexiona.
Compromiso cultural y social, ALADA y la Feria del Libro Antiguo
Marcelo guarda un buen recuerdo de sus años como estudiante en la universidad pública y manifiesta su descontento con las políticas del gobierno actual, sobre todo en relación a la educación pública y la cultura. Al igual que Borges, no se identifica con ningún partido político, pero está a favor de los derechos humanos, la ecología y el arte. “Lo importante no son las finanzas ni el dinero, son cosas de gente ambiciosa que no piensa que lo importante pasa por otro lado”, declara.
Cuenta con orgullo como con 5 colegas y amigos libreros refundaron la Asociación de Libreros Anticuarios de Argentina (ALADA) y comenzaron a organizar “La feria del libro antiguo” que ya va por su 17ª edición de la que formaron parte en el Centro Cultural Kirchner (CCK) Recientemente nombrado, Palacio Libertad, Centro Cultural
Domingo Faustino Sarmiento. Representando a la ciudad de Mar del Plata a través de sus libros y reencontrándose con amigos y clientes de toda la vida.
La pasión por las colecciones y el teatro: el multifacético hobby de Marcelo
Además de su amor por los libros, Marcelo tiene una serie de hobbies que lo conectan con su pasado y su curiosidad por lo antiguo. Entre ellos, destaca su particular afición por coleccionar todo tipo de objetos que encuentra dentro de los libros: “Colecciono desde boletos, estampitas, cartas, hasta postales. Todo lo que se
encuentra en los libros lo voy guardando. Tengo cajas y cajas de estas cosas, y algún día pienso hacer una exposición”, comenta entusiasmado.
Pero su faceta como coleccionista no se detiene ahí. Otro de sus grandes hobbies es la recolección de antiguos artículos escolares, una pasión que surgió cuando, junto a su hermano, encontraron frascos de tinta antigua en el sótano del negocio de papelería que tenía su padre. “Estaban llenos de tierra y telarañas, pero cuando los limpiamos nos dimos cuenta de lo hermosas que eran las etiquetas. Eso fue lo que despertó en mí el interés por coleccionar”, explica. Desde entonces, Marcelo ha reunido una impresionante colección que incluye plumas, plumines, portafolios y libros de lectura que abarcan desde la época colonial hasta textos de mediados del siglo XX, incluyendo material de la época peronista. De hecho, su colección ha sido declarada de interés cultural en Villa Gesell, siendo reconocida como la más importante de Argentina en su categoría.
Además de sus colecciones, Marcelo también se dedica al teatro. Ha participado en producciones de teatro absurdo junto a Guillermo Yanícola. “El año pasado ganamos un premio Estrella de Mar con nuestra obra Hagan Algo”, cuenta con orgullo. El teatro es para él otra forma de expresión artística que disfruta enormemente.
Finalmente, en sus ratos libres, Marcelo se dedica a andar en bicicleta, una actividad que le permite recorrer la costa y conectar con la naturaleza. Este multifacético librero, coleccionista y actor demuestra que su pasión por el arte y la cultura no se limita solo a los libros, sino que abarca un universo mucho más amplio de intereses y actividades creativas.
Un amor heredado
El hijo de Marcelo, Matías Di Luciano, arquitecto de profesión, ha seguido los pasos de su padre. Ahora está a cargo de la sede de “El Ventanal” en la calle Yrigoyen. Al igual que su padre, heredó el amor por los libros desde niño. “Crecí rodeado de libros hasta el techo en bibliotecas gigantes”, cuenta Matías. Después de trabajar varios años en una constructora, decidió “bajar varios cambios” y regresar al mundo de los libros. Comparte con su padre la pasión por la educación pública, criticando las recientes declaraciones del gobierno sobre la universidad.
“Creo que la mejor manera de progresar es a través de la educación y que esta siempre se tiene que mejorar”, afirma.

Matias y Marcelo Di Luciano en la 17 edición de la Feria del Libro Antiguo
Entre risas, Matías recuerda una anécdota de su juventud, cuando a los 17 años y en plena mudanza de Buenos Aires a Villa Gesell, se encontró solo con un amigo frente a un camión repleto de miles de libros para descargar. “Nunca pensé que mi padre mandaría tantos libros. Me llovían libros por todas partes, y cuando veía pasar a la gente por la calle, les preguntaba si querían ayudarme. Al final, terminamos siendo una docena de voluntarios descargando el camión”, relata.
Hoy, al frente de “El Ventanal”, Matías continúa con el legado familiar, manteniendo viva la esencia de la librería como un espacio donde los libros y la cultura se entrelazan.
La cultural que perdura
La historia de la librería Ventanal es la de una familia dedicada a los libros, pero también a la cultura en su sentido más amplio. Desde su fundación en Buenos Aires hasta su consolidación en Mar del Plata, El Ventanal ha sido un espacio que trasciende lo comercial, funcionando como un verdadero puente entre el pasado y el presente. Para Marcelo, “tener la librería y vivir en Mar del Plata, donde se respira otro aire, otra gente, otro mar y no el estrés, está bueno. Estoy feliz de estar acá”.
Esta pasión por los libros antiguos, su compromiso con la cultura y su afán por compartir su amor por la lectura con la comunidad marplatense hacen de esta librería un lugar único, donde cada libro tiene una historia que contar y cada lector encuentra su propio camino.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.