Empatía, perdón y la construcción de una nueva vejez: una investigación que desafía prejuicios

Verónica Corina Soliverez, licenciada en Psicología, especialista en Docencia Universitaria, docente e investigadora de la Facultad de Psicología y Coordinadora del Programa Gerontológico en la Universidad Nacional de Mar del Plata junto a Franco Morales, licenciado en Psicología, especialista en Psicoterapia Cognitiva y profesor en Docencia Superior, han trabajado en un grupo de investigación centrado en lo que denominan “aspectos positivos de la vejez“.

Del trabajo realizado surge el libro “Empatía y perdón en la mediana edad y la vejez” como respuesta a una concepción social arraigada que asocia la vejez con la decadencia. Si bien es cierto que con el paso del tiempo aumentan las probabilidades de enfermedades crónicas y de dependencia, los estudios han revelado que las personas mayores también desarrollan una mejor regulación emocional, una mayor creatividad e incluso un bienestar superior al de personas de mediana edad.

Desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con ambos especialistas. Al respecto, Soliverez destacó: “Hemos comparado distintos grupos etarios y encontramos que los niveles más altos de bienestar se registran en personas de entre 70 y 80 años”. Este hallazgo desafía la idea de que la vejez es una etapa de sufrimiento y deterioro.

Empatía y perdón: pilares del bienestar en la vejez

Uno de los ejes principales del libro es el análisis de la empatía y el perdón como factores clave en la construcción del bienestar en la vejez. El estudio se enmarca dentro del concepto de “capital psíquico“, un “paraguas investigativo” de la psicología positiva que abarca diversos recursos y fortalezas personales, dentro de los cuales se encuentran la empatía y el perdón. En cuanto a esta primera, los investigadores la definen como un logro cognitivo complejo que implica comprender la perspectiva del otro sin perder la propia identidad. “Ser empático no es solo ponerse en el lugar del otro, sino entender su punto de vista sin fusionarse con él”, remarcó Morales.

En lo que respecta al perdón, señaló que no se trata necesariamente de la reconciliación con quien ha causado un daño, sino de un proceso interno de liberación que impacta directamente en la salud emocional. “El perdón ayuda a reducir el estrés, mejora las relaciones interpersonales y genera bienestar personal”, afirmó el licenciado. Un hallazgo particularmente llamativo en su investigación es que las personas mayores en Argentina parecen no necesitar la empatía para perdonar: “Es como si entendieran que perdonar es más un beneficio para sí mismos que para el otro” agregó.

El estudio también aborda la “paradoja de la felicidad“: a pesar de que en la vejez pueden existir limitaciones físicas y dependencia, las personas mayores suelen experimentar altos niveles de bienestar. Otra perspectiva relevante es la del psicólogo Erik Erikson, quien plantea que en la vejez se alcanza la etapa de “integridad”, donde la persona revisa su vida y aprende a aceptar tanto los aciertos como los errores del pasado.

Una de las teorías que explican este fenómeno es la “teoría de la selectividad socioemocional” de la investigadora Carstensen, de Stanford. Esta teoría sostiene que, al percibir que el tiempo futuro es más corto, las personas mayores priorizan experiencias y relaciones que les proporcionen bienestar. “Los jóvenes están pensando en cómo desarrollarse económica y laboralmente; una persona mayor, en cambio, elige con más cuidado con quién compartir su tiempo para asegurarse de pasarla bien“, explicó el autor.

El rol de la formación gerontológica y los talleres en la calidad de vida

Uno de los aspectos fundamentales que los investigadores destacan es la falta de formación gerontológica en diversas disciplinas. Aunque tradicionalmente se asocia el trabajo con personas mayores a profesionales de la salud, lo cierto es que múltiples áreas requieren un enfoque integral sobre la vejez. “La formación gerontológica lo que te permite es profundizar la consulta, poder tener una mirada más integral y no solo responder o indagar sobre el tema que te convocan, sino también ver todas las áreas en las que las personas vivimos“, destacó Corina Soliverez.

Desde este enfoque, han desarrollado programas de capacitación tanto para profesionales como para cuidadores y trabajadores en residencias, además de actividades destinadas a las propias personas mayores. Estas iniciativas han demostrado que la educación contínua en la vejez puede potenciar el bienestar, la autonomía y la participación activa en la sociedad.

A través de talleres psicoeducativos, muchas personas mayores han encontrado espacios de socialización, aprendizaje y empoderamiento. “Hicimos una investigación sobre el impacto de los talleres y algo que también vimos que había un cambio en la percepción del tiempo, en el uso del tiempo libre y además se llevaban aprendizajes. Muchas personas mayores decían ‘llego a casa y le cuento a mis nietos esto que aprendí’. Esto les permite incluir nuevos temas de conversación y los posiciona subjetivamente en otro lugar” explicó la Licenciada Soliverez.

Uno de los grandes desafíos que plantea el libro es la necesidad de cambiar la forma en que la sociedad percibe la vejez. “No todas las personas mayores son dependientes ni todas pierden su autonomía”, sostuvieron los autores. Además, explican que existe una diferencia clave entre dependencia y autonomía: una persona puede tener una limitación física, pero seguir tomando decisiones sobre su vida. Además, la autora Soliverez agregó: “Hoy, la vejez es la etapa más larga de la vida: una persona de 60 años puede vivir 30 años más. Es fundamental que pueda seguir desarrollando proyectos con autonomía“.

En este sentido, remarcaron la importancia del rol activo que las personas mayores tienen en la sociedad. “Muchos participan en centros comunitarios, en tareas solidarias, en el cuidado de nietos. Hay que dejar de verlos como sujetos pasivos y reconocer su enorme aporte”, enfatizaron.

Además, el activismo de las personas mayores ha cobrado relevancia en los últimos años. “Vemos cada vez más personas mayores participando en espacios políticos y sociales, exigiendo sus derechos y formando parte del debate público“, destacaron los autores.

Construyendo nuevos modelos de vejez

Los investigadores también señalaron que, históricamente, no existieron “guiones” sobre cómo ser viejo, simplemente porque hace 100 años la expectativa de vida era mucho menor. “Las generaciones actuales de adultos mayores están escribiendo nuevos modelos de vejez. Quien se aferra a los modelos antiguos se encuentra perdido, porque la realidad ha cambiado” explicaron.

Este libro no solo busca desmitificar la vejez, sino también aportar herramientas para repensarla desde una perspectiva más positiva. “Investigar los aspectos positivos de la vejez nos permite ver su enorme potencial y repensar cómo queremos vivirla”, concluyeron los autores.

Con esta investigación, se abre un camino para una nueva mirada sobre la vejez, una que prioriza la autonomía, la felicidad y el valor de la experiencia acumulada. Un recordatorio de que envejecer no es perder, sino seguir creciendo de una manera distinta.

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