Reforma electoral: las PASO bajo la lupa del Observatorio Político y Social de la Facultad de Humanidades

El pasado 6 de febrero, Diputados le dio media sanción al proyecto de Ley de “Reforma para el fortalecimiento electoral”, en lo que concierne a la suspensión de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para las elecciones legislativas del 2025. La propuesta fue aprobada en la Cámara Baja con 162 votos afirmativos, 55 negativos y 28 abstenciones gracias al acompañamiento del PRO, las fuerzas provinciales y la mayoría del radicalismo.
Aunque todavía resta la definición en senadores, Argentina vive una reforma electoral en un año electoral. Es por eso que desde el Observatorio Político y Social (OSPO) de la Facultad de Humanidades llevaron un análisis basado en tres puntos claves para entender el contexto en el cual se comenzaron a implementar las PASO y cómo quedaría configurado el panorama político-electoral en caso de obtener el visto bueno en la Cámara de Senadores.
“La” reforma de la democracia argentina contemporánea: ¿auge y desencanto?
A nivel nacional, el régimen de las PASO fue adoptado en 2009 y se implementó desde el proceso electoral de 2011 en adelante. En la Ley 26.571 denominada no sólo se plasmó dicho régimen de primarias. “La Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral formó parte de un paquete de reformas más amplio, que incluyó modificaciones en el régimen de financiamiento y reconocimiento de los partidos políticos, candidaturas testimoniales y espacios de difusión en medios de comunicación, además de un conjunto de nuevas atribuciones para los órganos de gobernanza electoral”, explicaron los autores Franco Della Vella y Aníbal Torres.
También se dispuso la “modernización” del Código Electoral Nacional. “Si además de la vastedad de las disposiciones jurídicas sancionadas, tomamos en cuenta la variedad de argumentos y la extensión de las intervenciones en los debates sobre dicha Ley, nos atrevemos a afirmar que se trató de ‘la’ reforma política más relevante de la democracia recuperada en 1983, a excepción, desde luego, de la reforma constitucional de 1994, tras el Pacto de Olivos”, agregaron.
Sin embargo, con el paso del tiempo, parte de la dirigencia política, algunos medios de comunicación e incluso expertos de la ciencia política o el derecho electoral, empezaron a pedir su eliminación, esgrimiendo diferentes argumentos.
En el nivel de la gobernanza electoral, se han planteado básicamente dos objeciones. Por un lado, “el costo” elevado de las PASO y, por el otro, el escaso compromiso de la ciudadanía en cuanto a participar de las mismas. “Una dirigencia que pareciera prestarle más atención a su agenda que a ’encontrarle el agujero al mate’ para resolver los problemas acuciantes de la macro y micro economía, genera desafección ciudadana respecto a los deberes cívicos”, explicaron.
En el nivel del sistemas de partidos y el comportamiento electoral, la objeción, básicamente, es la tergiversación del objetivo mismo de las PASO, convirtiéndose en una encuesta al electorado en vez de un mecanismo abrazado por las agrupaciones políticas para seleccionar sus candidatos y candidatas.
Aunque con altos niveles de participación en comparación con otros países que contemplan el voto obligatorio, una mirada atenta indica, en términos generales, la lenta pero sostenida caída en los niveles de participación ciudadana a lo largo del periodo. “Podemos observar un leve descenso en la asistencia a las urnas para las elecciones PASO luego de su estreno en 2011, mientras que para las Generales aumentó la participación en el periodo 2011-2015. Salvo esa pequeña bifurcación, en términos porcentuales, las primarias han acompañado la tendencia de disminución de la participación electoral, aunque con valores un poco más acentuados respecto de las Generales. Como contracara, cuando aumenta la participación electoral, la asistencia a las PASO también lo hace pero en menor medida. Un pequeño indicio de cierto hastío, ante una política que acaso ya no enamora, como en los albores de la primavera democrática de los 80’.
En el informe, Della Vella y Torres también destacan que “la herramienta de selección de candidaturas se utiliza de forma cada vez más frecuente”. En las últimas elecciones (2023), el 32,99% de los partidos/coaliciones presentaron dos o más candidatos para la categoría de Senadores Nacionales, el 30,88% para Diputados Nacionales y el 46,67% para Presidente y Vice.
La política de la reforma política
Los sistemas electorales se caracterizan por su complejidad e interactividad. Estos pueden presentar diferentes características y dar origen a variopintas formas institucionales a partir de la combinación de las “subestructuras” que componen su todo. Entre las más importantes se encuentran: la magnitud del distrito; la fórmula electoral; la configuración del voto; y la forma de nominación de las candidaturas.
Pero así como estos son los elementos básicos que conforman los sistemas electorales, no se puede ignorar la carencia de inocencia o ingenuidad en lo que a refiere al diseño estratégico e implementación de los mismos. “Con eso nos referimos, ni más ni menos, al carácter auto-interesado de las elites partidarias a la hora de decidir impulsar una reforma política y de las negociaciones para que pase los filtros institucionales establecidos”, remarcaron los autores.
Dicho con un ejemplo: las elites partidarias pueden estar de acuerdo en que, ante una situación crítica o indeseada es necesario hacer un cambio. “El sentido u orientación que finalmente se imprima a esa modificación muy probablemente sea motivo de disputa. Por esto se suele hablar de la política de la reforma política, más allá de los argumentos públicos que esgrimen los miembros de la coalición reformadora. Dicho con una expresión popular, es el momento eminente de ‘la rosca’”.
Así, las reformas electorales constituyen un área de extrema sensibilidad institucional en una democracia de partidos como la argentina porque las reglas de juego que regulan y permiten el acceso a los resortes del poder político y, eventualmente, el mantenimiento en el mismo, poseen efectos redistributivos, con ganadores y perdedores en la arena electoral.
“Por lo dicho hasta aquí, el intento de eliminar las PASO en un año electoral puede suscitar sospechas sobre su intencionalidad, más aún al impulsarla a un espacio político nuevo (La Libertad Avanza) que si bien devino en oficialismo, no participó de los acuerdos políticos que definieron las reglas electorales vigentes”.
En efecto, un recorrido apretado por la historia de las primarias sugiere que han servido, en su mayoría, para ordenar la oferta política opositora y dirimir las diferencias partidarias. “La paradoja es que no sucedió lo mismo para el oficialismo que las motorizó. Además de buscar reducir la fragmentación del sistema de partidos y ampliar la participación en el proceso de selección de candidaturas, las PASO también fueron pensadas como un dique de contención para el polo peronista luego de que Martín Sabbatella (Nuevo Encuentro) haya competido por fuera del espacio oficialista ni tampoco impidió la ruptura con Sergio Massa, quien fundó su partido (Frente Renovador), llevando detrás suyo a numerosos dirigentes del peronismo federal.
¿Cómo quedaría el panorama electoral sin las PASO?
Asesorado por Santiago Caputo, la política electoral del primer mandatario parece orientarse a la consolidación de un esquema de poder que refuerce una política de minorías intensas. Es decir, a un control total y absoluto del armado de listas que se traduzca en la consolidación de su núcleo duro electoral. “Otra hipótesis podría sugerir la idea de que los electorados de Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza ya se han fusionado, independientemente de los resultados en materia macroeconómica. De ser así, no importaría tanto la constitución de alianzas como el control del legislativo para consolidar un escudo legislativo propio”, sostuvieron.
Por último, los especialistas también aclararon qué sucedería de la vereda de enfrente. “Por el lado del desordenado peronismo, estipulamos que, si quedaba alguna herramienta electoral que permitiera enfrentar a Cristina Fernández de Kirchner o, que al menos posibilite la construcción de una alternativa electoral por dentro del espacio Unión por la Patria, la eliminación de las PASO termina dando por tierra dicha posibilidad. En sintonía con la segunda hipótesis, una lectura suspicaz podría argüir que la estrategia política pretende debilitar la ingeniería político electoral de Juntos por el Cambio y fortalecer a la ex Presidenta dentro del peronismo, manera quizás de reeditar una nueva grieta y adueñarse del polo no peronista”.