Los trastornos del sueño: una epidemia silenciosa que afecta la salud física y mental

El sueño es una función biológica esencial para la salud física y mental. Sin embargo, los trastornos del sueño afectan a una gran parte de la población y, en muchos casos, se han naturalizado como parte del estilo de vida moderno. Sobre este tema desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con la psicóloga Alejandra Linardi, quien explicó cómo estos trastornos impactan el bienestar general y por qué es fundamental prestarles atención.

Los trastornos del sueño abarcan una variedad de padecimientos que afectan tanto la salud física como psicológica“, explicó Linardi. “Pueden ser causa o consecuencia de otros problemas de salud, lo que los hace complejos de abordar“. Entre los más comunes, mencionó el insomnio, que se divide en primario (dificultad para conciliar el sueño) y secundario (despertares frecuentes durante la noche, generando un estado de vigilia prolongado).

Para que el sueño sea reparador, debe cumplir con tres requisitos: duración, como mínimo siete horas en personas adultas, profundidad, en esta etapa se deben alcanzar las fases REM necesarias para la regeneración celular y continuidad, es decir, sin interrupciones. “Muy pocas personas logran cumplir con estos tres factores, lo que demuestra la magnitud del problema”, indicó la especialista. De hecho, se estima que el 40% de la población sufre trastornos del sueño en distintas formas.

Linardi, también, destacó que los trastornos del sueño no afectan a un solo grupo etario. “Los adolescentes, por ejemplo, tienen alteraciones naturales del sueño debido a cambios hormonales y a hábitos como el uso excesivo de tecnología“, señaló. Además, en países como Argentina, donde las cenas son tardías, los jóvenes se acuestan muy tarde y deben madrugar para ir al colegio, lo que reduce considerablemente la calidad de su descanso. En este sentido, mencionó la posibilidad de retrasar el horario de inicio escolar para adaptarse mejor a los ritmos biológicos de los estudiantes.

En los adultos mayores, la situación también es crítica. “Las personas de edad avanzada tienen más dificultades para dormir, lo que lleva a una mayor aceptación del insomnio y un mayor consumo de medicación para poder descansar“, indicó Linardi. Esto genera un círculo vicioso en el que la falta de sueño impacta negativamente en la salud general, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas.

No dormir bien no solo genera cansancio, sino también serios problemas de salud. “El sueño es uno de los tres pilares de una vida saludable, junto con la alimentación y el ejercicio“, aseguró la especialista. “Cuando dormimos mal, aumentan los niveles de ansiedad, depresión y ataques de pánico“. También se han identificado vínculos entre la falta de sueño y enfermedades como migrañas, inflamaciones crónicas y desregulaciones hormonales.

Por otro lado, la somnolencia afecta la capacidad de reacción y toma de decisiones, lo que puede derivar en accidentes laborales y de tránsito. “Si una persona maneja una máquina, un colectivo o un avión, debería tener una higiene del sueño adecuada”, enfatizó Linardi.

La tecnología y su efecto en la calidad del sueño

Uno de los factores que más afecta el descanso en la actualidad es el uso de dispositivos tecnológicos. “Las pantallas emiten una luz que altera el ritmo circadiano, inhibiendo la producción de melatonina, la hormona del sueño“, explicó. Según los especialistas, lo ideal sería evitar la exposición a celulares, televisores y computadoras al menos dos horas antes de dormir, aunque esto rara vez se cumple. “Todos lo hacemos, pero hay que visibilizar que afecta nuestra calidad de sueño”, advirtió.

Recuperar una buena higiene del sueño no es tarea fácil, pero existen algunos hábitos que pueden ayudar. Mantener horarios regulares para acostarse y levantarse, evitar cenas pesadas y el consumo de cafeína en horas nocturnas, realizar actividad física regularmente, reducir el uso de tecnología antes de dormir, crear un ambiente propicio para el descanso, con poca luz y sin ruidos, son algunos de los hábitos que pueden incorporarse a la rutina. Sin embargo, si el insomnio persiste, es esencial consultar con un profesional de la salud mental.

“El problema es que las personas no consultan. Solo un tercio de quienes sufren trastornos del sueño buscan ayuda profesional, cuando en realidad estos trastornos son diagnosticables y tratables“, alertó Linardi. Además, muchas veces el insomnio es un síntoma de un problema más profundo, ya sea de salud física o psicológica. “No hay que convivir con el trastorno del sueño como si fuera una característica propia e inmodificable“, concluyó.

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