Cinco años del COVID-19: ¿Qué aprendizajes dejó la crisis y qué desafíos siguen vigentes?

El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente al COVID-19 como una pandemia. Cinco años después, el mundo aún lidia con las secuelas sanitarias, económicas y sociales de una crisis global sin precedentes. En Argentina, el primer caso se detectó el 3 de marzo de 2020, y pocos días después, el gobierno decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), una de las medidas más estrictas en la región.

El impacto del virus no solo dejó un saldo de millones de muertes a nivel global —se estima que las cifras oficiales superan los 7 millones, aunque algunos estudios sugieren que el número real podría ser mucho mayor— sino que también generó avances significativos en ciencia y tecnología, especialmente en el desarrollo de vacunas y sistemas de diagnóstico.

El COVID-19 fue identificado por primera vez en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China. En cuestión de meses, el virus SARS-CoV-2 se propagó rápidamente por todo el mundo, generando una crisis sanitaria sin precedentes en el siglo XXI. Los sistemas de salud de diversos países colapsaron debido al aumento exponencial de casos graves que requerían internación y cuidados intensivos.

En Argentina, la propagación del virus llevó a la implementación de medidas de confinamiento en marzo de 2020. Durante los primeros meses, la estrategia consistió en aplanar la curva de contagios para evitar el colapso del sistema sanitario. Se establecieron protocolos estrictos de aislamiento, cierre de fronteras y suspensión de actividades presenciales en escuelas, universidades y espacios laborales.

Con el correr de los meses, las restricciones fueron flexibilizándose a medida que se implementaban nuevas estrategias de testeo y rastreo de contactos. Sin embargo, el impacto de la pandemia no solo fue sanitario, sino también económico y social. La pérdida de empleo, el aumento de la pobreza y la crisis en el sector educativo fueron algunas de las consecuencias más graves de la emergencia sanitaria.

Los avances científicos y tecnológicos

Desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con Andrea Perinetti, secretaria de Investigación de la Escuela Superior de Medicina, especialista en salud pública y docente universitaria, quien explicó que uno de los mayores logros durante la pandemia fue la rapidez con la que se desarrollaron las vacunas. “Si bien no hay tratamientos específicos para el virus, se vio que lo más efectivo eran las vacunas, las cuales fueron desarrolladas rápidamente”, sostuvo. También destacó los avances en métodos de diagnóstico, especialmente la prueba PCR en secreciones nasales y faríngeas, y en Argentina, la creación de kits rápidos de detección, un desarrollo impulsado por investigadores del CONICET y universidades públicas.

La velocidad con la que se desarrollaron las vacunas fue un hecho importante en la historia de la medicina. Normalmente, la producción de una vacuna lleva entre 5 y 10 años de investigación y ensayos clínicos. Sin embargo, en el caso del COVID-19, se logró en menos de un año. Esto fue posible gracias a los avances previos en tecnología de ARN mensajero, la colaboración internacional y la inversión masiva de recursos por parte de gobiernos y empresas farmacéuticas.

Sin embargo, el enfoque en la pandemia llevó a relegar el tratamiento de enfermedades crónicas. “En la etapa post pandemia, los hospitales recibieron pacientes con complicaciones graves de diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares, debido a la postergación de controles y tratamientos”, explicó la especialista.

Impacto en la salud mental y la sociedad

Las medidas de confinamiento dejaron una profunda huella en la sociedad. En los jóvenes, el aislamiento llevó a una transformación en las formas de comunicación. “Se rompieron los vínculos sociales presenciales y hoy se observa que priorizan la comunicación virtual por sobre las relaciones cara a cara”, comentó Perinetti. En adultos mayores, el impacto fue dispar: algunos experimentaron un fuerte aislamiento, mientras que otros pudieron integrarse mejor gracias al uso de tecnologías digitales.

Un aspecto que sigue preocupando es la salud mental. Se registró un aumento en los casos de depresión y ansiedad, especialmente entre adolescentes y jóvenes. “Muchas personas con fragilidad anímica vieron agravados sus cuadros durante la pandemia, y esto sigue afectando a la sociedad actual”, afirmó la especialista.

El impacto en la salud mental también se observó en el ámbito laboral. El teletrabajo, que se convirtió en una solución temporal para muchas empresas, generó nuevos desafíos, como el estrés por la falta de separación entre la vida laboral y personal, la sobrecarga de trabajo y la dificultad para desconectarse.

El desgaste del personal de salud

El sistema sanitario enfrentó uno de sus mayores desafíos con la sobrecarga de hospitales y el agotamiento del personal de salud. Médicos, enfermeros y enfermeras trabajaron jornadas extenuantes bajo un alto riesgo de contagio. “Muchos profesionales se vieron obligados a estar lejos de sus familias durante meses para no exponerlos al virus. Las licencias por enfermedades de base dejaron al resto del personal aún más sobrecargado”, detalló la especialista.

En cuanto a la formación de futuros profesionales, la pandemia también tuvo un impacto significativo en la educación médica. Si bien algunas universidades, como la Escuela de Medicina donde trabaja Andrea, mantuvieron cierta presencialidad con protocolos estrictos, la educación virtual afectó la formación de los estudiantes. “La virtualidad no es lo mismo para la enseñanza de la medicina. Aunque logramos minimizar los brotes con controles estrictos, muchos estudiantes vieron afectado su aprendizaje”, señaló.

¿Sirvió la cuarentena?

El debate sobre la cuarentena sigue vigente. Mientras algunos sectores la consideran un error, otros sostienen que fue fundamental para evitar el colapso del sistema de salud. “Las opiniones están influenciadas por posicionamientos ideológicos. Desde una mirada epidemiológica, fue necesaria para evitar una crisis mayor, especialmente en poblaciones vulnerables”, expresó la especialista.

Comparó la situación argentina con la de otros países latinoamericanos donde no se aplicaron restricciones similares. “En zonas de Ecuador, Perú y Brasil, la situación fue catastrófica, con personas muriendo en las calles sin acceso a atención médica”, remarcó Perinetti.

A cinco años del inicio de la pandemia, la sociedad sigue enfrentando los efectos del COVID-19. Si bien se lograron avances en ciencia y salud pública, las cicatrices en lo social, económico y sanitario aún persisten. La pregunta que queda es: ¿estamos preparados para afrontar una crisis similar en el futuro?

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