Día de la Celiaquía: las fallas del sistema frente a una condición crónica y creciente

Cada 5 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Celiaquía, una enfermedad autoinmune que afecta al 1% de la población, lo que demuestra su alcance y la importancia de reforzar su detección. En Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, 1 de cada 167 adultos y 1 de cada 79 niños son celíacos. Sin embargo, por cada caso diagnosticado se estima que existen entre cinco y diez personas que desconocen su condición.
Desde el Sistemas de Medios Públicos de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) dialogamos con el Doctor Norberto Recalde, especialista en gastroenterología y con una extensa trayectoria en enfermedades del aparato digestivo, quien abordó las dificultades para diagnosticar la celiaquía, la complejidad del tratamiento basado en la dieta sin gluten, las barreras económicas y sociales que enfrentan los pacientes y la necesidad de fortalecer las políticas públicas y la formación médica.
Desde su experiencia en el ámbito hospitalario y académico, Recalde señaló que la variedad de manifestaciones clínicas es uno de los principales obstáculos. “La celiaquía es una enfermedad que muchas veces se manifiesta con síntomas muy variados: desde diarrea crónica, distensión abdominal, pérdida de peso, hasta signos más inespecíficos como fatiga, anemia o dolores óseos. También hay formas silenciosas, sin síntomas evidentes. Por eso, suele pasar mucho tiempo entre la aparición de los primeros signos y el diagnóstico definitivo”, explica, subrayando la necesidad de mayor preparación en la atención primaria.
En este sentido, el especialista remarcó la importancia de que los equipos de salud estén capacitados para sospechar la enfermedad en cuadros aparentemente no digestivos. “Muchos profesionales de la salud aún no tienen presente a la celiaquía como una posibilidad frente a determinados síntomas. Eso retrasa la identificación y tratamiento. Es fundamental que en la atención primaria se incorporen criterios claros de sospecha y se realicen los estudios serológicos correspondientes, que son accesibles y confiables”, afirma.
Respecto del tratamiento, Recalde deja en claro que no existe medicación capaz de curar la enfermedad, por lo que la dieta sin gluten es el único camino. Pero advierte que llevarla adelante no es una tarea sencilla, especialmente cuando no se cuenta con recursos económicos o información suficiente. “El único tratamiento posible hoy es la dieta libre de gluten. Es decir, eliminar completamente de la alimentación los cereales que contienen esta proteína. Parece simple, pero en la práctica es muy complejo. Requiere una lectura minuciosa de etiquetas, conocer los procesos de contaminación cruzada y, sobre todo, acceso económico a productos específicos”, sostiene.
Muchos profesionales de la salud aún no tienen presente a la celiaquía como una posibilidad frente a determinados síntomas
Un dato no menor es que la celiaquía puede presentarse en cualquier momento de la vida y afecta más frecuentemente a mujeres. En este contexto, la Ley Nacional N° 26.588, modificada por la Ley N° 27.196, reconoce la enfermedad celíaca como de interés nacional e impulsa acciones para su atención y seguimiento. Sin embargo, el acceso a productos sin trigo, avena, centeno y cebada (TACC) —muchos de ellos con costos más elevados que sus versiones convencionales— representa uno de los principales desafíos para los pacientes.
Recalde reconoció que existen mecanismos de apoyo, pero que su aplicación real dista mucho de lo ideal. “Los productos sin TACC suelen ser mucho más caros que los convencionales. Si bien hay programas de asistencia, en la práctica no siempre alcanzan. Las obras sociales y prepagas están obligadas por ley a cubrir parte del gasto en alimentos, pero eso muchas veces no se cumple o se burocratiza. En el sector público, además, la distribución es desigual según la región”, señaló.
La vida con celiaquía
La vida cotidiana de una persona celíaca, agregó el especialista, está condicionada por múltiples factores sociales que muchas veces se pasan por alto. La alimentación fuera del hogar, las reuniones sociales o incluso la escolarización pueden convertirse en espacios de exposición y ansiedad para quienes deben seguir una dieta estricta. “La celiaquía condiciona la vida cotidiana. Comer fuera de casa se convierte en un desafío, sobre todo si el entorno no está informado. Muchos pacientes sienten vergüenza o incomodidad al tener que explicar su condición. Y eso puede llevarlos al aislamiento o a descuidar la dieta, con consecuencias graves para la salud”, advierte.
En relación con las políticas públicas, Recalde valoró los avances legislativos, pero sostiene que la brecha entre la ley y su implementación concreta sigue siendo amplia. “La Ley Nacional de Celiaquía es un paso importante, pero necesita implementación efectiva y control. No alcanza con declarar la intención. Hace falta fiscalización, campañas de información y formación continua del personal sanitario y gastronómico. El Estado tiene que garantizar el derecho a una alimentación segura y accesible”, enfatiza.
Sobre el final, el especialista resumió su posición con una reflexión que funciona como llamado a la acción tanto para los responsables de políticas sanitarias como para la sociedad en su conjunto. “La celiaquía no es una moda ni un capricho alimentario. Es una enfermedad seria, que requiere diagnóstico precoz, seguimiento médico y acompañamiento constante. Como sociedad, debemos ser más empáticos y responsables. La inclusión también pasa por el plato”.