Cómo transitar la adolescencia en medio de una pandemia: “se soporta poco que alguien esté atravesando un momento de tristeza o apatía”

Foto: TELAM

 

Comenzada la etapa de desarrollo de la adolescencia, ese momento en el cual los jóvenes empiezan a asumir las responsabilidades y roles para su vida adulta, no todos afrontan este proceso de la misma manera. En algunos casos, las expectativas académicas, las relaciones físicas y emocionales con otras personas, y la presión por en quiénes se van a transformar, suelen afectar la manera en que los adolescentes se comportan, piensan y sienten.

Portal Universidad dialogó con Isabel Giles, psicoanalista y docente de la Facultad de Psicología en la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien explicó los diferentes modos de transitar la adolescencia y cómo afectó la pandemia a estos jóvenes que están iniciando el trabajo de hacerse adultos.

Sumergidos en medio de una perspectiva más acorde a lo que es el discurso capitalista de nuestra época, que exige el consumo y la productividad constante, “el ánimo triste o el desgano representan un problema. Rápidamente, entonces, se corre el riesgo de la medicalización temprana de jóvenes que tal vez estén pasando por una situación de crisis propia de la adolescencia y todo ese engranaje hace que se soporte poco que alguien esté atravesando un momento de tristeza o de apatía. Luego, por supuesto, en los casos particulares hay que ubicar de qué orden es el padecimiento de cada persona”, declaró.

Todo ese engranaje hace que se soporte poco que alguien esté atravesando un momento de tristeza o de apatía.

En estos últimos tiempos de encierro e incertidumbre por el futuro próximo, la especialista indicó que “en los servicios de atención hay un predominio de los sentimientos de angustia y temor pero que, además, el tiempo de elaboración de esto se está prolongando. Como todo está tan sostenido en el tiempo, y todavía estamos en una situación de absoluta incerteza, esta detención del tiempo acompañada con el sentimiento de incertidumbre y desesperanza por el futuro, da lugar a una angustia más persistente, una expectativa angustiosa”.

La percepción sobre el futuro se ha visto negativamente afectada, particularmente en el caso de las mujeres jóvenes quienes han y están enfrentando dificultades particulares. 43% de las mujeres se siente pesimista frente al futuro frente a 31% de los hombres participantes. Fuente: UNICEF.

Ante este panorama, las posibles respuestas pueden ir “desde la inhibición hasta la negación maníaca y los pasajes al acto. Cuando nuestras coordenadas vitales se transforman tan abruptamente, y el tiempo de elaboración puede prolongarse, el padecimiento se incrementa y esto lleva a fenómenos de sin sentido y vivencias de vacío. En estos casos hay que prestar atención para poder diferenciar entre lo que es una respuesta de repliegue de otro tipo de sintomatología más compleja que requiera intervención de un analista”, confirmó.

La propuesta que plantean desde el psicoanálisis es que el sujeto es altamente singular. “Si bien pasamos por situaciones semejantes, en este caso todos pasamos por la pandemia, en la clínica corroboramos que a algunos jóvenes esto los ha aliviado. Para aquellos que tienen un tinte más fóbico, el no tener que salir de la casa o estar con gente no les ha causado tanto problema, en cambio a otros sí”, detalló Giles.

Con respecto a las múltiples posiciones que se plantean al respecto, la psicoanalista reveló que, desde un principio, “hay diferentes modos de pensar la adolescencia, una etapa en la cual los jóvenes tienen un trabajo subjetivo enorme para poder separarse de los padres y empezar a transitar la sexualidad en términos de la realidad. Ya de por sí, esas características hacen que sea un momento vital complicado, es un trabajo hacerse adulto”.

Con lo cual, desde la perspectiva del psicoanálisis, “tenemos soluciones singulares a las condiciones comunes respecto a la confrontación con la angustia, el sostenimiento del deseo y del goce, pero son respuestas particulares”, remarcó.

En este sentido, un caso de depresión puede deberse a múltiples causas, aunque primero “habría que distinguir el ánimo depresivo o afectos más ligados a la tristeza, abulia o apatía, de lo que sería un cuadro depresivo donde hay cuestiones con una sintomatología más compleja, más relativa a sentimientos de vacío, trastornos del sueño, que esto sí se ha visto mucho en la pandemia”, afirmó.

Entre las y los participantes del sondeo realizado por UNICEF en el 2020, 27% reportó sentir ansiedad y 15% depresión en los últimos siete días. Para el 30%, la principal razón que influye en sus emociones actuales es la situación económica. Fuente: UNICEF.

Es que una situación tan contingente e inesperada, a todos nos cambia nuestra manera de vivir. Giles declaró que “momentos así dejan al descubierto lo más íntimo de cada uno, así como también lo más propio de la época actual en la que predomina, como ya lo estamos verificando, la lógica neoliberal con estos rasgos de individualismo, egoísmo y segregación que hace que las soluciones colectivas sean más complejas”.

La lógica neoliberal con estos rasgos de individualismo, egoísmo y segregación que hace que las soluciones colectivas sean más complejas.

“Entendemos que aquello que nos impacta y paraliza hace referencia a un trauma, y que cada persona lo va a tramitar de modo particular. No a todos nos afecta del mismo modo, ni todos tenemos las mismas formas para resolverlo”, explicó. A lo que agregó que “uno hasta que no escucha a alguien, no sabe lo que le pasaSi bien podemos tener una aproximación, aún no sabemos las consecuencias psíquicas de la pandemia pero entendemos que, obviamente, esto afecta. Sin embargo, cada sujeto verá qué soluciones articula, pero no las podemos anticipar y prevenir hasta tanto alguien no consulte por algún padecimiento“.

Con respecto a la necesidad de acompañamiento que requieren los jóvenes en esta etapa de crecimiento, la especialista recordó que estamos haciendo referencia a un adolescente de clase media, “porque luego tenemos otra situación en los más marginados, donde las cosas son diferentes, no porque no les pase lo mismo estructuralmente, porque también son adolescentes, sino porque el entorno y las posibilidades de sostén del grupo familiar es más complejo”.

En este sentido, “es en ese tiempo de crisis y de cambio cuando el adolescente necesita su intimidad y su soledad, y lo que la pandemia ha traído es que estemos todos juntos en un mismo lugar. Un adolescente necesita el momento de separación de los padres y ahí necesita su intimidad. De todas maneras, no es lo mismo el joven que tiene un entorno familiar que lo sostiene, aunque le pese y le agobie tanta cercanía e hiperpresencia, hay padres que pueden sostener y acompañar. En cambio, en otras circunstancias esto se ve mucho más complicado”, concluyó Giles.

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