Bullying: cómo trabajar su prevención desde la escuela

 

El caso de Drayke Hardman, el niño estadounidense de 12 años que se suicidó tras sufrir bullying por un año de parte de un compañero de escuela, conmocionó al mundo entero. Luego de que su familia compartiese la historia, fotos y recuerdos con la comunidad de las redes, el tema del acoso a edades tempranas tomó relevancia al momento de debatir cómo formar infancias seguras y basadas en el respeto entre pares.

Portal Universidad dialogó con Mariela Pérez Lalli, Licenciada en Psicología, Especialista en Evaluación y Diagnóstico Psicológico y Docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, quien brindó detalles de cómo prevenir casos de bullying en la escuela y qué iniciativas podrían llevarse adelante tanto desde la institución como de todos los entornos cercanos al niño sufriente.

En principio, la licenciada realizó una distinción fundamental para comprender la diferencia “entre lo que es un conflicto interpersonal entre los niños y lo que es el bullying. Una cosa es que haya un problema puntual donde se agreda uno a otro y otra muy distinta es que haya bullying, lo que implica un acoso sistemático a un mismo niño por parte, generalmente, de otro u otros“.

En este sentido, cuando hablamos de bullying “no tenemos que pensar en una relación víctima-victimario porque, tanto quien agrede como quien es agredido, en algún punto, es un niño sufriente. Una persona que está dedicada a agredir y acosar, a veces esto pasa también en el cyberbullying, está gastando gran parte de su energía vital en eso y es por algo, algo le está pasando. Entonces, vamos a pensarlo como que ambos necesitan de una intervención, de ser contenidos y de ser apoyados”, explicó.

Sin embargo, lejos de tratarse de una situación dual, cuando hablamos de que estos casos suelen suceder en la escuela o en un club, “siempre existe un emergente grupal porque los espectadores son fundamentales para pensar el bullying. Es decir, la reacción que tienen los otros pares ante este acoso sistemático es clave”, reveló.

A modo de prevención, es importante que se incluya el trato con los demás como uno de los temas cotidianos en el diálogo familiar porque, si algo pasa, aparece en esas conversaciones. Además, la especialista afirmó que “la institución tiene absoluta responsabilidad de intervenir. Es más, si uno lo piensa desde la salud mental y de los derechos humanos del niño y la niña, esto tiene que ser prioritario ante cualquier otro contenido que haya que trabajar en el aula. No se pueden pensar aprendizajes significativos cuando hay un emergente en el grupo que marca agresión, acoso, hostilidad o sufrimiento. Es importante que la institución se haga cargo e intervenga a nivel grupal”.

No se pueden pensar aprendizajes significativos cuando hay un emergente en el grupo que marca agresión, acoso, hostilidad o sufrimiento.

Con respecto a cómo debería intervenir el entorno frente a un caso de bullying, Pérez Lalli planteó que “está estudiado que la mejor manera es que los espectadores sean conscientes de la situación sufriente y marquen lo que está mal, que no dejen avanzar esto, que no aplaudan o den me gustas. A veces, incluso, no toman esta postura por miedo a terminar siendo ellos víctima de este acoso”.

Al momento de identificar un caso de acoso a edades tempranas, tanto desde el hogar como desde la escuela, es importante estar atentos a cualquier cambio de conducta relevante que puedan tener los niños. “Siempre nos tiene que llamar la atención cuando los niños cambian algún tipo de conducta, si empiezan a estar más retraídos o más ansiosos, cuando baja el rendimiento escolar o cuando, de una manera muy estricta, empiezan a centrarse y autoexigirse en el estudio”.

En cuanto a las consecuencias, si bien van a depender de la posibilidad de ese niño de hablar, de registrar este malestar, de que lo entienda, de que no se haga cargo como si fuese su culpa y de que pueda pedir ayuda, “este sufrimiento puede llegar a determinar desde malestar y baja en el rendimiento hasta realmente situaciones de depresión, incluso sabemos que hay casos que han llegado al suicidio”, detalló.

Es por esto que la especialista enfatizó la importancia de abordar esta temática desde la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, “donde se incluyan las buenas prácticas vinculares desde muy chiquitos, incluso en el nivel inicial, siempre de manera integral. Debemos comprender que la educación sexual tiene que ver con los vínculos y con el respeto hacia la diversidad, con las maneras de relacionarnos con los demás de una forma respetuosa y en buenos espacios para los aprendizajes y para avanzar en el desarrollo”.

Por último, Pérez Lalli trabaja la problemática del cyberbullying en sus investigaciones ya que, debido a la masificación del uso de las tecnologías desde edades tempranas, las redes se convirtieron en nuevos espacios donde los jóvenes pueden sufrir acoso. “Uno podría decir que cuanto más informado esté el niño, cuanto más pensamiento crítico y criterio tenga para utilizar las redes para protegerse, para bloquear y hasta para mantener su perfil privado, más posibilidades tiene de protegerse de esto. Porque si, desde que empiezan a utilizar redes sociales, se les explica cómo cuidarse, se puede prevenir a cualquier edad“, concluyó.

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