La alfabetización como derecho y desafío social en la Argentina actual

El 8 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de la Alfabetización, una fecha instituida por la UNESCO en 1967 con el propósito de poner en agenda los avances y deudas pendientes en torno al acceso a la lectura y la escritura como derechos fundamentales. En ese marco, desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con el doctor en Educación por la Universidad Nacional de Rosario y actual director del Departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Jonathan Aguirre, quien ofreció una mirada amplia y crítica sobre la situación argentina y los retos que implica garantizar la alfabetización en un contexto atravesado por desigualdades persistentes y por la irrupción de nuevas tecnologías digitales.
“Para mí la importancia que tiene el día de la alfabetización en este contexto es sustancial porque nos permite recordar y poner en el centro del debate lo importante de la alfabetización como parte de la garantización de derechos”, sostuvo Aguirre, quien también se desempeña como investigador asistente del CONICET y vicedirector del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias en Educación de la UNMDP.
La alfabetización como derecho humano
Aguirre subrayó que la alfabetización y la educación deben pensarse como un derecho humano inalienable. Desde su perspectiva, el recordatorio anual no debería ser una formalidad, sino un punto de inflexión para revisar las urgencias del presente. “En este contexto educativo actual en Argentina recobra mayor relevancia por la urgencia que tenemos en términos de alfabetizar cada vez a mayores y más índices de población”, afirmó.
La conmemoración, en ese sentido, abre también la puerta a reflexionar sobre lo que denominó “nuevas alfabetizaciones”: aquellas que exceden la lectura y la escritura tradicionales para abarcar competencias digitales y capacidades críticas en un mundo cada vez más mediado por pantallas, algoritmos e inteligencia artificial.
Aguirre hizo hincapié en la necesidad de abandonar una mirada reduccionista de la alfabetización. Según el doctor en Educación, pensarla solo como la adquisición de lectoescritura o de cálculo matemático constituye un error. “Si no entendemos a la alfabetización desde una mirada compleja, no la vamos a poder abordar”, advirtió.
En este marco, reconoció que los primeros desafíos siguen estando en los aprendizajes básicos de lectura, escritura y cálculo en los primeros años de escolaridad. Pero insistió en que el proceso comienza mucho antes, en el seno de las familias. “La alfabetización no empieza en la escuela, sino que se da en la casa. Los primeros maestros son los adultos en la incorporación del lenguaje”, explicó.
Ese punto lo llevó a destacar un problema que, según observa, se ha intensificado en los últimos años: la dificultad de los adultos para estimular el lenguaje en los niños, un déficit que se refleja rápidamente en el inicio de la escolaridad.
La cuestión de las pantallas apareció reiteradamente en su análisis. Aguirre alertó que el uso excesivo de celulares, tabletas y televisores en la infancia temprana interfiere en la comunicación directa y en la adquisición del lenguaje. “Tenemos que estimular la lectura de cuentos, la conversación y simplemente correr las pantallas a un segundo plano para que prime la comunicación entre generaciones”, propuso.
Para el especialista, se trata de un desafío cultural y educativo que involucra tanto a las familias como a las instituciones. La calidad del vínculo entre adultos y niños en esos primeros años resulta, a su juicio, determinante para el éxito posterior en la escuela.
Alfabetización y desigualdad
Más allá de los factores familiares, Aguirre insistió en que la alfabetización está íntimamente ligada a las desigualdades socioeconómicas. “No se va a poder lograr una alfabetización plena si no tenemos necesidades básicas satisfechas y no mejoramos las condiciones materiales de vida de la gente”, señaló.
En este sentido, fue categórico al afirmar que plantear una política de alfabetización sin un marco de redistribución del ingreso y de igualdad de oportunidades resulta ilusorio. “Es muy difícil hablar de alfabetización en un contexto de desigualdad estructural”, remarcó. Ese análisis lo llevó a subrayar que el problema debe ser asumido de forma integral, contemplando tanto las estrategias pedagógicas como las condiciones sociales que las hacen posibles.
Consultado sobre las políticas educativas actuales, Aguirre se refirió al Plan Nacional de Alfabetización lanzado por el Gobierno Nacional. Si bien valoró la iniciativa, cuestionó su falta de concreción en la práctica. “Es un plan que tiene grandes títulos, pero en la concreción de las políticas lo deja a las jurisdicciones”, observó.
En el caso de la provincia de Buenos Aires y de Mar del Plata, destacó la importancia de programas sostenidos como las escuelas primarias y secundarias para adultos, y la obligatoriedad de la sala de tres años en el nivel inicial, a la que consideró fundamental para fortalecer la alfabetización temprana.
El desafío universitario y la alfabetización digital
El director del Departamento de Ciencias de la Educación también se detuvo en el papel de las universidades y los institutos superiores de formación docente. A su entender, tienen una responsabilidad clave en dos sentidos: formar a los futuros maestros y maestras que estarán a cargo de la alfabetización, y al mismo tiempo asumir sus propios procesos de actualización permanente.
“La alfabetización recuperada de estos desafíos para la universidad es clave. También los docentes universitarios tenemos que estar alfabetizándonos en los desafíos y en la producción de conocimiento más actualizada”, explicó.
Allí ubicó además un nuevo campo de trabajo: la alfabetización digital. En una sociedad atravesada por redes sociales, plataformas y herramientas de inteligencia artificial, consideró indispensable enseñar un uso crítico y productivo de esas tecnologías. “Tenemos que pensar cómo alfabetizar en el uso adecuado de esas herramientas para una mejora de la alfabetización”, señaló.
En relación con la escuela secundaria, Aguirre planteó un desafío adicional: la necesidad de una “realfabetización académica” que prepare a los jóvenes para los requerimientos del mundo laboral, la industria y las nuevas formas de empleo. “La comprensión lectora, la comprensión de textos, el cálculo matemático, los idiomas son realfabetización que tenemos que seguir profundizando porque el mundo del trabajo va a requerir ciudadanos cada vez más alfabetizados”, afirmó.
Aguirre fue claro: la alfabetización es un proceso social y cultural que comienza en la familia, se fortalece en la escuela y se expande en toda la vida. Pero para que sea efectiva, debe estar acompañada por políticas públicas integrales y por una mejora de las condiciones materiales de existencia. “Alfabetizar sin atacar la desigualdad es un esfuerzo incompleto”, concluyó.