Alzheimer: una mirada desde la ciencia y la prevención

Cada 21 de septiembre, la comunidad internacional recuerda el Día Mundial del Alzheimer, fecha instaurada en 1994 por la Organización Mundial de la Salud y Alzheimer’s Disease International. La fecha busca concientizar sobre la forma más frecuente de demencia, una patología progresiva que afecta principalmente a personas mayores y que compromete funciones cognitivas como la memoria, la atención, el lenguaje y la capacidad de abstracción.
Desde el Sistema de Medios Públicos de la UNMDP dialogamos con Axel Zaionz, licenciado en Psicología y becario doctoral del CONICET en el Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (IPSIBAT), quien explicó que “el Alzheimer es un trastorno neurológico que, a medida que avanza, interrumpe las actividades de la vida diaria y va quitando autonomía a las personas”. Señaló que no se trata de una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino de una enfermedad concreta que puede prevenirse en parte y que requiere diagnóstico oportuno. “Un error muy común es asociar a la demencia como algo natural del envejecimiento, y eso no es así. Uno puede tener un envejecimiento saludable sin desarrollar demencia”, subrayó.
El psicólogo advirtió que el aumento de la expectativa de vida en el mundo genera un escenario desafiante: “La OMS estima que para 2050 habrá más de 2.1 billones de personas mayores de 60 años y que la población mayor de 80 se triplicará. Pero el aumento de la expectativa de vida no implica necesariamente una buena calidad de vida. Lograr un envejecimiento saludable debería ser un objetivo colectivo, respaldado por políticas públicas”.
Según el investigador, hablar del tema no solo permite detectar signos tempranos y planificar cuidados, sino que también “rompe estigmas y prejuicios”. Dijo que muchas familias interpretan los primeros síntomas como “cosas de la edad”, cuando en realidad “informarse y consultar antes con profesionales mejora la calidad de vida de la persona y su entorno”.
Desde la psicología y otras disciplinas, se trabaja en la identificación de factores de riesgo modificables. Zaionz detalló que, en la adultez, elementos como la pérdida auditiva, los traumatismos craneales, la hipertensión y el consumo excesivo de alcohol aumentan las probabilidades de desarrollar Alzheimer. En la vejez, el aislamiento social, el tabaquismo, la depresión y la inactividad física también son determinantes. “Si se aborda tempranamente la depresión o la soledad, por ejemplo, se previene no solo el sufrimiento actual sino un deterioro cognitivo a futuro”, señaló.
Asimismo, destacó la importancia de incorporar evaluaciones cognitivas periódicas en la población adulta mayor, del mismo modo que se realizan controles de presión o de salud cardíaca: “Sería muy importante que se volviera común en nuestra sociedad hacerse chequeos cognitivos. Es una buena forma de prevenir”. Explicó que los diagnósticos en Argentina suelen realizarse por evaluación cognitiva o neuroimagen, cuando la enfermedad ya avanzó, y recordó que los biomarcadores tempranos son costosos y poco accesibles en el país.
Zaionz mencionó que las señales de alerta no se limitan a la memoria: “El deterioro en el lenguaje también puede ser un síntoma de Alzheimer o de otras demencias. Hay variantes que empiezan como afasias progresivas primarias, es decir, déficit en el lenguaje que luego pueden evolucionar a la enfermedad. También hay que estar atentos a cambios de conducta, desinhibición o desorganización, especialmente en personas más jóvenes, porque podrían indicar otro tipo de demencias, como la frontotemporal”.
El becario detalló que actualmente desarrolla su estudio doctoral enfocado en el área del lenguaje, trabajando con estas afasias progresivas primarias, y que forma parte de un equipo interdisciplinario que investiga factores de riesgo y protección en el partido de General Pueyrredón. “En Argentina solo existe un estudio previo que relevó estos factores a nivel nacional, y en nuestra región no había ninguno. Nuestro grupo, encabezado por las doctoras Claudia Arias y Leticia Vivas, busca conocer la situación local para promover políticas públicas y talleres de estimulación cognitiva orientados a las necesidades reales de la comunidad”, explicó.
Los datos recabados permitirán, según Zaionz, diseñar estrategias específicas para disminuir la prevalencia de la demencia: “En Latinoamérica se estima que, si se interviene sobre los factores de riesgo, podrían prevenirse hasta el 50% de los casos. En países con mayores ingresos, los casos se estabilizan o disminuyen porque mejoran las condiciones de vida. En contextos como el nuestro, con desigualdades sociales marcadas, la tendencia es al aumento. Por eso es urgente generar conciencia y apoyo”.
Finalmente, el investigador remarcó que la difusión y el compromiso social también presionan para sostener el financiamiento científico: “Cuanto más informada está una sociedad, mayor es la exigencia a los gobiernos para que apoyen la investigación, la cobertura de tratamientos y las políticas de cuidado. Hablar de Alzheimer es también hablar de derechos y de salud pública”.