Inteligencia Artificial en el arte, una herramienta que brinda facilidades y presenta resistencia

"Torre Tanque", de Ihlenfeld.

Las nuevas tecnologías, y la inteligencia artificial en particular, están cambiando la naturaleza de los procesos creativos. Computadoras, teléfonos y tabletas gráficas desempeñan papeles significativos en la música, la arquitectura, las bellas artes y la ciencia. De hecho, una pantalla ya es un lienzo, un pincel o un instrumento musical. Sin embargo, las IA plantean un escenario aún más ambicioso y una relación profesional entre el artista/usuario y las herramientas digitales que, hoy, se resisten.

Esta “creatividad computacional” que para sus detractores equivale a una suerte de simulación, para quienes encuentran en la tecnología una complementación a la capacidad humana, se transforma en un recurso que brinda un espacio de experimentación y resignificación del arte. Para hablar del tema, desde Portal Universidad nos contactamos con el investigador visual Jorge Luis Ihlenfeld.

Si bien sus inicios fueron en la ilustración, no seguir una rutina de dibujo en el último tiempo han llevado al artista marplatense a modificar su autopercepción y volverse un estudioso del tema. “Mi entrada al mundo de la IA fue a través de mirar la novedad de GPT, pero lo usé muy poco y enseguida pasé directamente al terreno de las imágenes. Me involucré mucho, de hecho, estaba como absorbido por el tema, hasta que encontré mi costado personal y empecé a experimentar entregándole trabajos míos para que me devuelva prompts, o sea que me devuelva texto. A partir de eso encontré que interpretaba bien mi estilo”.

El ver e interpretar el mundo a partir de una pantalla también propone un cambio en la percepción. “Cuando empecé a trabajar en 3D con computadoras, yo sentía que había cambios físicos en mi cerebro, que había algo que mecánicamente se estaba acomodando en mi cabeza para entender la tridimensionalidad. Y ahora con la inteligencia artificial empecé a descubrir la generación de patrones. Era como un rompecabezas que se iba armando para considerar en un paisaje el primer plano y así sucesivamente hasta llegar al fondo. Entonces esa forma de mirar y de reconocer lo que ocurría en la generación de la imagen, me llevó a mirar de otra forma también en mi entorno, lo que yo veo cuando voy caminando por la vereda. Creo que sí va a haber una transformación que nos va a afectar de alguna manera, por lo menos a los que estamos trabajando con eso”.

Pero esta convivencia entre lo “artificial” y lo “natural” también pone sobre la mesa un debate filosófico del que nadie queda exento. “Al principio lo que yo recibí fue una resistencia, a veces hasta agresiva, por estar incursionando en el tema. De hecho, parte de mi familia son ilustradores, entonces es como que yo estaba tirando en contra del trabajo que ellos desarrollan. Nada más lejos de mi intención, obviamente, porque ya en realidad estoy avanzado en edad y siento que si no cubro esos aspectos que son curiosos, que despiertan mi curiosidad, voy a perder la oportunidad de acceder a lo que esas herramientas me proveen”.

Este cambio de paradigma e intromisión de nuevas tecnologías no es la primera vez que ocurre. A mediados del siglo XIX el debate se centraba en si la fotografía haría desaparecer la pintura y, lejos de eso, se ha ido reinventando. “La inteligencia artificial toma su parte y hace su fantasía. Originalmente, son varios dibujos de figuras curiosas que ni siquiera son humanoides en un cuaderno. Ahí es donde empieza el asombro porque la interpretación la lleva hacia otros lugares que no estaban en principio en la imagen y, sin embargo, la llevan en el contexto”.

“Lo que describo como un proceso prácticamente de copia de mis imágenes para generar nuevas es simplemente un área. Hacia lo que yo estoy yendo últimamente es aprovechar herramientas que me da otros programas, por ejemplo, que tiene inteligencia artificial incorporada y genera imágenes vectoriales. Ahí uso un texto muy simple y en español, que es una facilidad que estoy teniendo, porque es mi lengua nativa, digamos. Y podés hacer sujetos, escenas, patrones o íconos. Entonces enriquece mucho desde el punto de vista del trabajo del diseñador. En este momento estoy tratando de armonizar todos esos elementos en una propuesta porque pienso que puede ser una vía de desarrollo comercial, inclusive, además de mi satisfacción personal”, agregó Ihlenfeld

En relación a esto, la verificación de la obra también presenta facilidades. “Cuando generás una imagen en el entorno de Photoshop, por ejemplo, o en el entorno de las aplicaciones en línea ya le incluyen un metadato. O sea, información que no está visible, que es como una marca de agua, por ejemplo y forma parte del archivo, de la descripción del archivo. Es una mecánica que se usa mucho en la web para identificar la imagen de modo descriptivo. Sería como acompañar el epígrafe de una foto de una manera que no se ve”, explicó.

La inclusión explícita de lo exacto, de lo matemático, también presenta una conexión que dejó de estar en un plano abstracto. “A mi me interesaba la física, la robótica, la química pero mi matemática era bastante floja. Así que cuando aparecieron las computadoras, yo encontré que en cierta forma se reunían dos cosas que a mí me gustaban. Que era por un lado lo que es tecnológico y por el otro lado el tema del arte. Y así fue que en un momento empecé a hacer pintura digital. Quizás dejé algunas imágenes que son ilustrativas, hasta que eso se agotó y dejé de hacerlo y pasé al dibujo. Y ahora volvió mi pasión a lo tecnológico por el tema de la aparición de esta forma de trabajar”.

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