Afirman que “cuando se contemplan las multidimensiones de la pobreza, las cifras afectan al 66% de la población”

Luego de las declaraciones del presidente de la nación, Alberto Fernández, donde aseguró que la pobreza “está mal medida”, desde Portal Universidad dialogamos con el economista y docente, Ricardo Panza, que explicó cómo llevan a cabo el estudio desde el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) y remarcó las carencias que estas formas presentan dentro de la coyuntura socioeconómica actual.

Si hubiera un 40,1% como dice el INDEC la Argentina estaría estallada“. Esa fue una de las frases que desató la polémica durante la última semana de mandato del actual jefe de gobierno y despertó la respuesta de varios sectores que se mostraron en desacuerdo con sus dichos al punto de haber sido denunciado por sus cuestionamientos.

Lo cierto es que la pobreza por ingresos alcanzó al 44,7 y la indigencia al 9,6 por ciento de la población urbana en el tercer trimestre de 2023. “Esta medición es sencilla, y hasta simplista, y evalúa lo que es el valor promedio de la canasta básica. Es por eso que cada vez más personas están debajo de esa línea”, explicó Panza.

Sin embargo, el análisis queda acotado cuando se empieza a ver el contexto total. “Aún con sus fallas, es un método coherente que objetivamente marca un deterioro. Pero cuando se empieza a hurgar en las multidimensiones de la pobreza se puede ver que la situación está bastante peor y la cifra supera el 66%”.

¿Qué es el índice de pobreza multidimensional (IPM)?

El IMP es un análisis que se inscribe en la necesidad de complementar la medición de la pobreza y dar cuenta de la diversidad de situaciones que la misma asume. Esto permite basarse en múltiples dimensiones que permite sintetizar las características de las condiciones de vida de las personas y familias vulneradas en sus derechos y así lograr una toma de decisiones de políticas públicas más asertiva. Estas dimensiones que se agregan al ingreso son: vivienda, hábitat y servicios básicos, educación, empleo y protección social y salud.

En relación a esto, Panza sostuvo que “ya se considera que hay más o menos dos tercios de la población que son pobres en al menos dos de estas dimensiones“. En esta línea, detalló que entre estos elementos se contempla “la falta de acceso a la educación o de chicos que directamente no van a la escuela; personas que saben que tienen una enfermedad o que viven en zonas contaminadas que están plagados de erupciones o de problemas de falta de crecimiento futuro, que no comen bien y van a ser adultos con carencias alimentarias; y ni hablar de la gente que habita en viviendas precarias o que no tienen ni siquiera servicios básicos que no tienen ni siquiera un inodoro para hacer su necesidad”.

Esto también plantea una situación más profunda que requiere de un plan a largo plazo. “Cuando mirás todos los aspectos se vislumbra una escenario gravísimo de cara a los próximos 15 o 20 años. Estamos hablando de gente que no tiene logros educativos, no logran acceder a un empleo remunerado, hay precariedad laboral y corregir eso en tantos sectores de manera tan intensa es algo abrumador”, agregó.

En relación con esto, Panza explicó por qué ya no alcanza con aumentar los ingresos. “Cuando empezás a mirar las otras dimensiones, la persona va a seguir siendo pobre en salud porque no tiene la posibilidad de pagar una cobertura que no sea ir a un hospital público ni tiene protección social. Muy posiblemente no tenga un aporte jubilatorio porque lo tiene discontinuo. Esas personas después van a llegar a la edad jubilatoria, no van a poder y el estado va a tener que salir en asistencia”.

El factor psicológico

A la hora de analizar cuánto afectaron estos indicadores según el nivel socioeconómico del entorno urbano, se observa un crecimiento tanto de la pobreza como de la indigencia entre quienes cuentan con un nivel socioeconómico “muy alto”, es decir quienes se encuentran entre el 25 por ciento de personas que más ganan.

Ahí entran en juego las sensaciones internas. “Psicológicamente hablando, una persona que vivió constantemente con privaciones no siente tanto el golpe de la pobreza o el golpe inflacionario como una persona que ha pertenecido siempre la clase media“.

La argentina está aguantando y subsistiendo, no se crea empleo privado de calidad desde hace más de 12 años y está objetivamente estancada y la única salida es para algunos el delito, para otros algún empleo público o alguna subvención de algún plan social que le permita complementar esos ingresos sin trabajar o trabajando informal o fuera de la ley”.

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