Inflación sin freno: ¿Sería posible volver a la convertibilidad?

 

La inflación de febrero fue de 6,6%, con una aceleración de 0,6 puntos porcentuales en relación al 6% de enero y una variación interanual de 102,5%, según informó el INDEC. La medición de los últimos 12 meses es la más alta que se registró desde el año 1991, momento en que se instaló la convertibilidad y se detuvo abruptamente el proceso inflacionario.

Para conocer cómo fue que funcionó esta medida y saber si podría tomarse una medida similar, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con el docente y economista Ricardo Panza.

Respecto de la aplicación de la convertibilidad en la década del 90, Panza dijo: “Veníamos de un período turbulento que arranca con el retiro de Alfonsín donde se había llegado a observar una inflación mensual del 200%. Esa situación disparó el proceso que se conoce como hiperinflación. De hecho no llegó a ser una hiperinflación tan grave la que tuvimos porque al poco tiempo descendió. Sin embargo, este fue el paso previo a un proceso que se gestó y desembocó en el fenómeno de la convertibilidad, que no es más ni menos que un sistema de tipo de cambio casi fijo, con la prohibición al Banco Central de la República Argentina (BCRA) de emitir moneda que no estuviera respaldada en la entrada de reservas”.

No están dadas las condiciones para entrar a un programa de convertibilidad y esto es lo que piensa cualquier economista razonable.

“Para pensar si se podría aplicar o no sirve elegir una metáfora: imaginemos que una persona tiene distintos problemas de salud, sobrepeso, hipertensión, azúcar alto en sangre y para solucionarlo se propone arrancar una dieta estricta y salir a correr 10 km todas las mañanas. Un shock de esta naturaleza sin atender particularmente cada uno de esos problemas es más probable que te mate a que te ayude a mejorar tu salud. De la misma manera sucede con la situación económica: no están dadas las condiciones para entrar a un programa de convertibilidad y esto es lo que piensa cualquier economista razonable”, aseguró.

Para fundamentar esta afirmación, Panza dijo: “No podemos pensar en un régimen tan estricto donde se impida emitir un solo peso de dinero al BCRA que no sea por entrada de reservas, porque hoy en día tenemos un Estado muy grande. A cada rato necesita estar emitiendo dinero para poder pagar sus propios gastos, que devienen de su excesivo tamaño. Lo primero que tiene que hacer es calibrar por lo menos su relación con el entorno, tenemos que lograr mínimamente que el Estado no gaste más de lo que ingresa para que al momento de entrar en ese programa no tengas necesidad de emitir un solo peso para compensar lo que te falta”.

Para entrar a un programa de esta naturaleza necesitás tener plata válida en el mundo, billetes con la cara de próceres extranjeros. Si se lanzara hoy estaría destinado al fracaso. No digo que sea malo ni bueno, es un programa como tantos otros, como la dolarización que propone Milei junto con su propuesta de disolver el banco central. Si vos impedís emitir dinero y no entra ni un solo dólar eso sería tan grave que podría provocar un proceso recesivo muy importante y doloroso para el país”.

Efectos e impactos de la convertibilidad en la economía

Consultado sobre el estado de la situación económica argentina al inicio de la convertibilidad y al final de la misma, Panza dijo: “se podría dividir la experiencia en por lo menos dos etapas bien marcadas. En primera instancia la gente estaba harta de la inflación, venía de un proceso muy duro y recibió con bastante beneplácito todo esto porque parecía que podía ser un paso importante. En 2 meses la inflación paró en seco, literalmente hubo 0 % de inflación. Esta situación comprobó que la inflación era evidentemente un fenómeno monetario, al parar la emisión la inflación para. Con el  dólar y el peso anclados en una relación de 1 a 1, pensar en pesos o en dólares era más o menos lo mismo: uno compraba un auto por 12 mil pesos y el auto dentro de un año, 2 años, costaba absolutamente lo mismo. Ese era el costado bueno”.

 

Foto: Carlos Menem, Presidente de la Nación y su ministro de Economía, Domingo Cavallo.

El costado malo fue que el proceso de déficit fiscal en el país continuó. No tenía la magnitud actual del orden del 10% del PBI, en aquel momento era del 1,5%. Este acumulado hacía que el Estado siguiera inyectando más dinero de lo debido y como no podía emitir lo que era emitir de hacía era emitir deuda. Por esta situación, en 2 o 3 años el panorama empezó a  empeorar, el dólar pasó a costar cada vez más barato, era muy económico viajar a Miami y era caro para cualquier viajero venir a la Argentina. De algún modo la industria nacional empezó a sentir estos problemas porque no podía exportar, era un país muy caro en dólares y lentamente se fue inundando de productos extranjeros más baratos en dólares. Así fue como lentamente se produjo un desequilibrio de la balanza comercial y en el año 1997, cuando venía el momento en el cual el presidente Menem tenía que elegir si iba a continuar con este programa o no, rechazó la propuesta de su ministro de economía, Domingo Cavallo de atar el peso a una canasta de monedas, mitad dólar, mitad euro que ya estaba lanzado en esos momentos”, explicó.

Esta decisión de Menem de no tocar el sistema que le había hecho ganar dos elecciones fue el comienzo del fin de la estabilidad aparente del sistema. Cuando toma el poder Fernando  de la Rúa, no hace absolutamente nada para cambiar este sistema y se empieza a agravar cada vez más hasta que estalla en la crisis de 2001. La estabilidad de precios que tuvimos durante 10 años llegó a producir una inflación ligeramente negativa lo cual es una cosa increíble, pero así como antes la gente estaba cansada de la inflación, al culminar este proceso la gente no podía tolerar más la situación de desempleo”.

Al culminar este proceso la gente no podía tolerar más la situación de desempleo.

“Tras la crisis del 2001, se deroga la ley de convertibilidad, se levanta el ancla que ataba el peso al dólar y ahí es donde muchos dirán que al fin el país comenzó a respirar. Por otro lado, los liberales señalan que esa es la razón, que allí comienza de vuelta el problema de los dramas argentinos”, sostuvo.

¿Existen otras alternativas para estabilizar la economía?

Consultado sobre la magnitud de la problemática actual, Panza dijo: “Hoy tenemos cinco billones de pesos en los bolsillos, tenemos también siete  billones de pesos que el Estado acaba de renegociar, cuyos vencimientos pateó para el próximo gobierno y no sabemos qué va a pasar, y otros 12 billones más de pesos sobre los cuales no se ha hecho absolutamente nada. Si yo lanzo todo este dinero al mercado, que no es más ni menos que la consecuencia de emisión monetaria descontrolada, los precios se pueden disparar aproximadamente un 300% en un mes. Estamos a las puertas de una hiperinflación, y por eso los que recuerdan con nostalgia la época de Cavallo piensan que por ahí estarían dadas las condiciones para lanzar un programa de estas características”.

Fotos: Banco Central d ela República Argentina Fuente: Télam.

“La realidad es que no estamos en condiciones desde el punto de vista de que el Estado no está convenientemente acomodado ni el Gobierno que tenemos hoy ni el que venga después tiene el suficiente poder político como para poder parar en seco todo este proceso. El Estado que tenemos hoy es entre 4 y 5 veces más grande que el del 2001. ¿Cómo se para este Estado, que dependencias disolvés y en cuánto tiempo? No se puede hacer ni en tres meses ni en dos años. Un programa serio y responsable de reducción del tamaño del Estado podría llevar todo el periodo de gobierno al que venga, si es que lo quiere hacer. Estamos en una situación dramática”, aseveró.

Finalmente, respecto de las medidas necesarias para detener el proceso inflacionario que atraviesa Argentina, el economista expresó: “En principio lo que habría que hacer es un programa fuerte de contención del déficit fiscal y una reforma profunda del Estado. Hay que soltar la ficción de que el Estado es productor, es generador de bienestar. El Estado tiene que ser un mal necesario, es bueno que cumpla ciertas funciones pero no puede acceder al 50% de los recursos que produce la economía, porque te ahoga”.

Si no se arreglan las causas de fondo, el problema de la inflación no se va a resolver.

“La solución no es de un día para el otro y es imprescindible que el próximo gobierno, tenga el signo que tenga, tiene que encarar un proceso serio para achicar el Estado por lo menos a la mitad de lo que es hoy. Al mismo tiempo tiene que ir generando alternativas en el sector privado para que las empresas puedan absorber los agentes del sector público que están trabajando. Yo no digo que los empleados públicos no trabajan, lo que sostengo es que no generan bienes y servicios productivos susceptibles de ser valorados, que encima no es capaz de controlar nada. La pauta la da la inflación del último mes: por más Precios Cuidados, Secretaría de Comercio, gremios y ejércitos de gente ocupada en hacer esto, si no se arreglan las causas de fondo, la inflación no se va a resolver”, concluyó.

 

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