Insomnio: un mal potenciado por la pandemia, el uso excesivo de pantallas y la incertidumbre económica

Foto: Un 75,95% de los argentinos sufre algún tipo de trastorno del sueño. Fuente: Télam.

 

En los últimos tiempos, conciliar el sueño es una tarea que se ha convertido en un desafío para muchas personas. Las preocupaciones de la vida cotidiana, algunos malos hábitos, el consumo excesivo de pantallas y las secuelas de la pandemia, a las cuales se suma la incertidumbre generada por la crisis económica, parecen ser un combo perfecto que atenta contra el buen dormir de los argentinos.

Para profundizar sobre esta grave problemática, desde Portal Universidad nos pusimos en contacto con Facundo Nogueira, médico neumonólogo, especialista en trastornos del sueño y jefe del Laboratorio de Sueño del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). 

En ese sentido, el especialista describió la gravedad de la situación y dijo: “Hay un gran cambio de costumbres y hábitos que han hecho que perdamos aproximadamente dos horas de sueño respecto de lo que ocurría hace 50 años. Al analizar estudios epidemiológicos descubrimos que más del 60% de las personas duermen seis horas o menos. Una persona adulta tiene que dormir entre siete y nueve horas para tener rendimiento pleno, salud y disminuir riesgo de enfermedades. A largo plazo esto tiene efectos perjudiciales”.

Fuente: Télam.

Con el objetivo de explicar la multicausalidad de la problemática, el especialista dijo: “No solamente afecta a los argentinos, es un mal que se encuentra presente en todas las sociedades modernas y la pandemia lo potenció enormemente. En principio el problema se genera a partir de las preocupaciones cotidianas más allá de la pandemia, como la crisis económica, los cambios de hábitos y costumbres en la sociedad y en las relaciones, el aumento de la conflictividad. La pandemia vino a poner en evidencia una crisis que ya existía y que nos va a llevar un tiempo procesar. La sociedad está cambiando y las personas se encuentran con excesos de carga de trabajo, largos trayectos de traslado a casa, hábitos como el consumo excesivo de pantallas, la conexión a redes sociales. Son todas situaciones que le restan tiempo al descanso y se destina a estas actividades. Las pantallas son una gran distracción a la hora de dormir y nos sobre estimulan de tal manera que cuando llega el momento de dormir estamos en una situación de alerta que no nos deja conciliar el sueño. Esto nos está afectando prácticamente a todas las personas”.

Respecto del efecto que tuvo la pandemia en el sueño de los argentinos, Nogueira explicó: “Hay varios factores claramente identificables, uno es la potenciación del estrés, de la angustia. Hoy estamos más tranquilos desde el punto de vista sanitario, pero vivimos meses muy angustiantes. Actualmente la preocupación principal es la secuela social de la pandemia, que tiene que ver con los vínculos, las relaciones y la situación económica. En segunda instancia, la pandemia nos hizo perder los ordenadores externos, los compromisos que uno tiene asumidos y que tiene que responder como entrar al trabajo a una hora, entrar al colegio, hacer una actividad formativa o deportiva. Sumado a eso, aumentó mucho el consumo de alcohol y de psicofármacos, se perdió la actividad física. Todas estas cuestiones afectan profundamente al descanso”.

Más allá del desequilibrio que dejó la pandemia en nuestras vidas, no es que terminó y nos dejó en una meseta de tranquilidad. Respecto de la incertidumbre política y económica y sus efectos en el sueño, expresó: “Cualquier ser humano tiene enormes dificultades para lidiar con la incertidumbre. A pesar de que la vida es absolutamente incierta y podemos prever muy pocas cosas con certeza, tenemos la falsa creencia o el deseo de tener cierto grado de certidumbre. En este momento tenemos un nivel de incertidumbre enorme, venimos de la crisis sanitaria y pasamos a la crisis económica, social y política. El hecho de no saber qué nos va  a pasar, tener la sensación de que no vamos a poder lidiar con esto, de que la situación va a empeorar, eso genera muchísima angustia y se expresa a través de pensamientos automáticos muy dramáticos. Esa angustia se expresa a lo largo del día, pero fundamentalmente se manifiesta de noche cuando te vas a dormir. Cuando todas las distracciones se apagan, te quedás con tus propios pensamientos y en general afloran los más preocupantes o angustiantes”.

Pastillas para el insomnio y automedicación

Las publicidades de pastillas de venta libre para conciliar el sueño circulan de manera incesante en el prime time de la televisión y en los espacios de publicidad de las redes sociales. Sin embargo, la búsqueda de una solución instantánea puede tener efectos negativos. Al respecto, Nogueira dijo: “La primera intervención tiene que ser a partir de un análisis sobre las conductas que la persona adopta alrededor del sueño. Hay mucho que se puede hacer para mejorar esos hábitos que facilitan el sueño sin la necesidad de depender de medicamentos. Los fármacos son una forma de ayudar al paciente para que rápidamente mejore, mientras se desarrolla ese proceso de intervención de la conducta. También son indicados para los pacientes que no pueden conseguir el sueño por otras problemáticas, que van más allá de esas intervenciones”.

Fuente: Télam.

Lamentablemente los medicamentos más utilizados son las benzodiacepinas, como alprazolam o clonazepam, que en general están mal prescritos o la gente los toma porque los consume un familiar. Estos medicamentos son ansiolíticos tremendamente adictivos que generan dependencia y tolerancia, o sea que cada vez necesitás dosis mayores para alcanzar el mismo resultado y tienen muchos efectos adversos. Las benzodiacepinas no deberían usarse con este fin, existen medicamentos específicos para el insomnio, que fueron aprobados para usarse de forma crónica y sólo deben ser recetados por un especialista que entienda sobre el tema. Por otro lado están los de venta libre, como la melatonina, que por ahí no es tan efectiva a la hora de solucionar el problema cuando se trata de una persona con insomnio o con sueño fragmentado de muy mala calidad”, agregó.

Recomendaciones para mejorar la calidad del sueño

Finalmente, consultado respecto de las prácticas adecuadas para favorecer la conciliación del sueño, Nogueira explicó: “Lo principal es poner el sueño en la agenda. Tenemos que ser conscientes de la hora a la que nos tenemos que levantar e ir a la cama para garantizar esas horas de sueño. Además, dos horas antes de ir a dormir debería ser la cena, para completar el proceso de digestión y no tener molestias abdominales ni reflujo”.

Fuente: Télam.

Asimismo, agregó: “Ese período entre la cena e ir a dormir es el momento para relajarse. No es recomendable mirar programas de política, leer o mirar cosas que generen estrés, conectarse a las redes. Hay que tratar de alejarse de las pantallas porque generan mucho estímulo lumínico en la retina y eso retrasa el sueño porque le hace pensar a nuestro cerebro que todavía es de día. Es un buen momento para tener una lectura recreativa, hacer ejercicios de relajación, yoga o darse un baño de agua caliente”.

“Si el problema es que al momento de ir a dormir uno se siente cargado con problemas y compromisos pendientes, algo que ayuda mucho es hacer un listado de esas actividades e intentar esbozar una estrategia para resolverlo. Por ejemplo, si al día siguiente tengo que pagar impuestos, organizar reuniones o hacer trámites, lo ideal es diseñar un croquis. De este modo, liberamos presión sobre la mente y automáticamente se tranquiliza, porque sabe que hay un plan de resolución. Si uno se despierta a mitad de la noche con pensamientos de presión, hay que buscar un pensamiento que relaje, evocar algún viaje, algún paisaje, experiencia grata o situación relajante. Estos ejercicios son realmente efectivos para cambiar el modo de funcionamiento de la cabeza y mejorar su descanso”, concluyó.

 

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