Impacto emocional en embarazadas: el COVID-19 trajo depresión y ansiedad en las futuras madres

 

Históricamente, las mujeres embarazadas siempre se han considerado una población de alto riesgo. Las revisiones sistemáticas han informado que los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, son más prevalentes durante los períodos perinatales, en comparación con los períodos sin embarazo. 

A su vez, en contextos similares al actual, el embarazo se asoció con efectos clínicos negativos y una mayor tasa de mortalidad, aumentos significativos en los niveles de ansiedad, depresión y estrés.

Investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional de Mar del Plata llevaron adelante una investigación sobre el impacto emocional de la pandemia por COVID-19, dirigido por la Dra. Lorena Canet Juric y el Dr. Sebastián Urquijo, ambos investigadores del Instituto de Psicología Básica Aplicada y Tecnología (IPSIBAT, CONICET-UNMDP).

El estudio fue liderado por Hernán López Morales, becario doctoral del CONICET con lugar de trabajo en el IPSIBAT y docente de la Facultad de Psicología y de la Escuela Superior de Medicina (UNMdP). Además de Licenciado en Psicología, maestrando y doctorando en Neurociencias. El artículo fue publicado recientemente en la Revista internacional Archives of Women’s Mental Health. También participaron en el estudio Macarena Verónica del Valle y Rosario Gelpi Trudo; ambas becarias del CONICET en el IPSIBAT, María Laura Andrés, investigadora asistente del CONICET; Lorena Canet Juric, investigadora adjunta del CONICET y Sebastián Urquijo, vicedirector del IPSIBAT.

Se evaluaron a 17 mil argentinos desde el primer día de la pandemia hasta hoy. Dentro de la investigación se encuentra un grupo específico de 150 mujeres embarazadas, que fueron estudiadas hasta el día 450. En diálogo con LU9, Hernán López Morales explicó que “la intención era evaluar si el hecho de estar embarazada puede representar un factor especialmente vulnerable para desarrollar alguna patología mental”.

Del mismo modo, comentó que la hipótesis inicial “es que el estar embarazada no implica un riesgo mayor en términos de infección por coronavirus pero sí un riesgo en términos de susceptibilidad psíquica”.

Durante la pandemia se han alterado las rutinas médicas lo que hizo que “aumentaran los niveles de preocupación, miedos asociados al momento del parto y la inseguridad en torno a cómo se va a dar la situación”, a lo que agregó que “es un momento de muchos cambios que vuelve a las mujeres más susceptibles a estar más ansiosas más allá de lo habitual”.

El estudio reporta que, “a medida que el confinamiento se sostiene en el tiempo, también lo hacen los indicadores de depresión y ansiedad”. Y así lo demuestran las cifras: en el caso particular de las mujeres embarazadas, al cabo de los primeros 50 días de confinamiento se observa un 32.7 por ciento de indicadores de depresión prenatal moderada y severa, los cuales descienden a 29.6 por ciento al cabo de 150 días. Estos números están por encima de la prevalencia para países en desarrollo (19 – 25%) y aún más elevados que lo reportado para países desarrollados (7 – 15%).

“Este aumento sostenible y progresivo durante los primeros 150 días, significa que estas mujeres en la primera etapa de la pandemia vieron aumentado los niveles de ansiedad y depresión”, declaró. A su vez, informó que se observó una leve disminución a comienzos de la segunda ola.

Por otro lado, la segunda parte del estudio es sobre el efecto de la ansiedad en el desarrollo de los niños, a los cuales han denominado como “Pandemials”. En esta etapa, estudian “los efectos que ha tenido la ansiedad y la depresión durante el embarazo y si han repercutido sobre el desarrollo fetal, que a posteriori se puede observar en algún cambio en el comportamiento y demás”, indicó

De esta forma,  identificaron que “no tuvieron mayor riesgo de parto prematuro, pero sí hay ciertos cambios en el neurodesarrollo y en lo socioemocional”, a lo que añadió que “tienen un temperamento más negativo, son más reactivos, lloran más, expresan emociones de malestar, angustia y tienen una menor habilidad para regular esas situaciones y encontrar la calma. Son niños con menor desarrollo socioemocional para vincularse con los demás, que es un efecto por haber nacido en épocas de poco contacto con otros adultos y pares”.

El estudio concluye que la particular vulnerabilidad de las mujeres embarazadas y los potenciales efectos negativos asociados, tanto en ellas como en su descendencia, subrayan la importancia de las políticas de salud perinatal orientadas a la prevención y tratamiento de posibles consecuencias futuras.

Por lo tanto, los investigadores insisten en la importancia de implementar políticas públicas “sobre todo para variar las consecuencias negativas que se viven en los sectores mas vulnerables”. 

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