Las mujeres de barrios populares dedican más de 12 horas por día al trabajo no remunerado

Las mujeres que viven en barrios populares dedican en promedio 12 horas y 24 minutos por día al trabajo no remunerado mientras que las que provienen de aglomerados urbanos relevados por el INDEC, dedican 6 horas y 31 minutos.

Estos datos se desprenden del Relevamiento sobre condiciones socioeconómicas y uso del tiempo de las mujeres y personas travesti-trans en barrios populares realizado por el Observatorio de Géneros y Políticas Públicas (OGyPP) de la Fundación Igualdad en coordinación con la Secretaría de Integración Socio Urbana del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Además, un 93,2% de las personas entrevistadas identificó como responsable del hogar a una mujer.

María Florencia Cascardo, Investigadora del OGyPP explicó que el relevamiento se realizó con el objetivo de incorporar la perspectiva de género en estos ámbitos, “incorporar esta perspectiva en definitiva implica bajarla y pensar ¿Cómo hacemos?, ¿Cómo miramos estas cuestiones?”.

“Nos interesó hacer el relevamiento de uso del tiempo en barrios populares porque en 2021 se hizo una encuesta de uso del tiempo del INDEC y había algunos resultados llamativos. Por eso nosotras dijimos bueno ¿Qué es lo que pasa en los barrios populares? Como teniendo una intuición de que había algunas diferencias”, comentó Cascardo.

Desde el Observatorio, como antecedente trabajaron con informes y datos del ReNaBaP (Registro Nacional de Barrios Populares) e identificaron que en los barrios populares la brecha de desigualdad entre mujeres y varones se ampliaba en comparación al aquellas del territorio en general. Por ejemplo, “las brechas de empleo medidas en la Encuesta Permanente de Hogares eran del 20% y en los barrios populares eran del 40%”.

Con ese antecedente se generó la sospecha de que había muchas cuestiones que ampliaban la carga de cuidado. “No es lo mismo si tenes gas natural, abrís la hornalla y una vez por mes pagas la factura que, si tenes garrafa y tenes que gestionar la compra, estar atenta a que quede gas, ir a buscarla, traerla y todas esas cuestiones”.

“Básicamente fue eso lo que motivó: seguir profundizando la idea de incorporar la perspectiva de género y contrastar un poco los datos de los barrios populares con los que hay en los conglomerados urbanos, entendiendo como la falta de integración profundiza las desigualdades”.

Sobre el relevamiento

El trabajo de campo se llevó adelante entre los meses de junio y agosto de 2021 en los cuales se hicieron 2255 encuestas en total en 108 Barrios Populares de seis provincias: Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Tucumán, Corrientes y la Ciudad de Buenos Aires (CABA). En todas las provincias se tomó la capital, una ciudad de importancia u otro aglomerado. En el caso de la Provincia de Buenos Aires se hizo en distintos partidos del Gran Buenos Aires buscando la mayor representatividad posible: el conurbano noreste, sudoeste, entre otros y la ciudad de Mar del Plata.

Si bien la forma de organizar el trabajo y el procesamiento de datos se hizo en coordinación y de manera centralizada, hubo coordinadoras territoriales que se organizaban con las encuestadoras, que eran personas que habitaban los barrios donde se realizaron los relevamientos. “Desde el Observatorio tenemos una construcción más basada en la educación popular, el feminismo popular, entonces creemos en la importancia de que se involucre a la población destinataria de las políticas que realizamos. Conocer la realidad de los territorios y la cercanía de ellas favoreció que se respondiera la encuesta”, dijo Cascardo.

Resultados socioeconómicos

Los hogares encuestados se conforman en promedio por 4 personas. El 60.1% declaró que sus hogares tenían entre 2 a 4 integrantes, siendo 3 la cantidad más mencionada. En segundo lugar 32.3% se encuentran aquellos hogares que tienen entre 5 y 8 integrantes.

“Una diferencia es que en los hogares de población travesti-trans fue mucho más alto el porcentaje de hogares unipersonales, en comparación a la población cisgénero. En los hogares de mujeres los unipersonales fueron solo el 5% mientras que en los travestis-trans fueron del 33%”, comentó Cascardo. Igualmente, en los dos casos igual lo que más se repitió fue una composición de entre 2 y 4 integrantes.


“En el 87% de los casos las entrevistadas se reconocieron como las personas responsables del hogar y en el 93,2% de los casos el rol de responsable del hogar se asigna a mujeres cisgénero (personas cuya autopercepción de género es coincidente con el sexo asignado al nacer, en adelante también, mujeres)”, expone el informe, marcando una clara tendencia en la feminización de las tareas del hogar y el trabajo no remunerado.

Hubo una parte encuestada que se identificó como travesti-trans. Sin embargo, fue una porción muy chica. “Fue mucho más difícil conseguir esas encuestas. Nosotras teníamos pensado hacer muchísimas más y no lo logramos. Fue justamente un obstáculo acceder, así que se hicieron más o menos 30. Son bajas pero algunos datos se repiten y se amplían estas desigualdades”, dijo la Investigadora y agregó “Al haber sido una muestra más chiquita es complicado sacar resultados”.

A parte, Cascardo señaló que algo se identificó más desconfianza a la hora de brindar las respuestas, por ejemplo referidas al ingreso, donde la opción “No sabe -No contesta” en la población travesti-trans era muchísimo más alta.

Uso del tiempo

“Lo más llamativo de esto es que uno arranca teniendo una intuición y después ve los resultados y se sorprende aún más. Una de ellos fue que el tiempo que las mujeres le dedican a las tareas de cuidado fue casi el doble al promedio general del INDEC”, dijo Cascardo.

Las mujeres que viven en barrios populares dedican en promedio 12 horas y 24 minutos por día al trabajo no remunerado mientras que las mujeres de aglomerados urbanos relevados por el INDEC dedican 6 horas y 31 minutos. Esto depende del enfoque utilizado para medir el tiempo, por ejemplo, al medir el tiempo sin simultaneidad, las mujeres de los barrios populares pasan a dedicar en promedio 8 horas y 31 minutos por día al trabajo no remunerado y las de aglomerados urbanos dedican 4 horas y 49 minutos. “En definitiva las dos mediciones dan eso: el doble”, afirmó la Investigadora.

Cascardo explicó que esto tiene que ver con la falta de derechos y de urbanización: “Impacta en las mujeres en tener más tiempo para llevar a los chicos a la escuela, en trámites de salud, implican una sobrecarga de tiempo”.

“El tiempo dedicado a trámites sobre la salud que más demandó fue el control médico, con un promedio de 4 horas 25 minutos por mes. La mitad tuvo que asistir más de una vez para la realización de los mismos”, se observa en el relevamiento.

Este tiempo se amplía en los hogares nucleares conformados por una pareja e hijxs a cargo. Son las que mayor tiempo de trabajo no remunerado declararon, con un promedio de 9:31 horas diarias.

“Algunas otras cuestiones en las que también preguntamos fue vinculada a la participación en espacios socio comunitarios y un 23% participa en estos espacios”, destacó Cascardo. En detalle, un 85,2% lo hace en ollas y comedores. En promedio esto significa 2 horas y 45 minutos por día a la participación en dichos espacios. Solo un 8% de ese 23% percibe una contraprestación por su participación.

Las consecuencias del trabajo no remunerado

“Si bien el eje era el uso del tiempo, después se preguntaron un montón de cuestiones que son interesantes. Observamos que la mitad de las mujeres no trabajan ni buscaban hacerlo. Pero a la mayoría cuando le preguntabas por qué no buscaba trabajo respondía que el motivo eran la cantidad de horas dedicadas a las tareas del hogar”, explicó Cascardo.

Para el trabajo de estadísticas, las personas que no trabajan y no buscan trabajo, tales como el caso de estas mujeres, son consideradas inactivas, y no desempleadas, que son las personas que no tienen trabajo, pero están buscando activamente.

“Es interesante para discutir esta idea de las inactivas y pensar que en realidad están trabajando, solo que es un trabajo que no se reconoce como tal, no es remunerado, parece que no trabajan”, explicó Cascardo.

La mitad de las mujeres que no trabajan de manera remunerada ni buscan hacerlo identificó como principal obstáculo la cantidad de horas dedicadas a las tareas del hogar (41,2%), seguida por quienes indican ser las responsables del cuidado de las demás personas integrantes del hogar (21,6%).

“Entonces eso da para pensar como también el cuidado limita las posibilidades de insertarse laboralmente”.

El 53% de las mujeres que tienen trabajo con ingresos lo hacen en la economía popular. Solo el 6,7% trabaja en el sector asalariado registrado.

“Después otro dato interesante es que más de la mitad de los hogares, el 54,4%, tenían ingresos de por debajo del monto mínimo para la canasta básica total de una persona. Ósea quizá eran hogares de 4 personas y cobraban menos que la canasta básica total para una persona”, explicó Cascardo, quien mencionó que la gran mayoría de estas condiciones laborales se pueden explicar por el uso del tiempo de las mujeres en el trabajo no remunerado.

Las actividades que les gustaría realizar si tuvieran más tiempo están vinculadas la formación (estudiar 16,9%) y el cuidado personal (hacer ejercicio 16,8% y descansar 14,6%), así como las que predican sobre la autonomía económica (trabajar de manera remunerada 16,5%), y socialización (salir con amigas, juntarse a charlar 15,5%).

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