Docentes que construyeron derechos a partir de la memoria

Foto: ADUM

*Por Martina Leder Kremer

El 10 de diciembre de este año no solo asumirá el mando un nuevo presidente sino que también se cumplirán 40 años desde el momento en que Raúl Alfonsín asumió la presidencia. Con él se inició el período democrático más largo de la República Argentina. Esta democracia dio comienzo a una etapa liberal de todas las esferas de la vida del país.

La universidad como institución tuvo un rol fundamental en la transformación del país: además de la búsqueda de excelencia académica, la oferta de servicios a los estudiantes y el refuerzo de los vínculos con la comunidad se encargó de educar ciudadanos críticos y con libertad de pensamiento sin ningún tipo de restricción. Y la universidad no es otra cosa que la comunidad que la compone: estudiantes, docentes y personal universitario. Estos actores tomaron todo lo padecido en la última dictadura cívico militar y no solo lo grabaron en la memoria sino también lo transformaron en derechos que hasta el día de hoy forman parte de la vida cotidiana de las personas.

Los docentes de inicios de la democracia fueron los que concibieron la Universidad Nacional de Mar del Plata, que hoy en día es la séptima mejor institución de educación superior del país y pertenece al 8,3% de las mejores universidades del mundo. Y lo hicieron construyendo derechos para la planta docente a través de su sindicato, que hoy se llama Agremiación Docente Universitaria Marplatense (ADUM), pero que tuvo antecedentes para lograr las conquistas que hoy están garantizadas como el convenio único de trabajo, la carrera docente, el régimen de jubilaciones y la reparación de las identidades de sus compañeros desaparecidos durante la última dictadura.

Nos comunicamos con el actual Secretario General y miembro fundador de Adum, Pedro Sanllorenti, para comprender la historia del gremio, conocer los derechos adquiridos y entender cómo la dictadura dejó su marca en estos 40 años de democracia.

Además hablamos con Paula Giglio, vicedecana de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNMDP y ex secretaria de Cultura y Derechos Humanos de ADUM para conocer cómo parte de los horrores de la dictadura todavía se está conociendo.

Aprender en dictadura

El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 marcó un cambio drástico en la orientación de las políticas educativas, apuntando principalmente al control político ideológico del gobierno y la enseñanza en las universidades.

La Ley 21.274/76 autorizó a dar de baja “por razones de servicio” al personal de diversos organismos del Estado e involucró a los docentes y no docentes de las universidades. Esta ley no solo permitía despedir a cualquier agente que se encontrara vinculado a actividades “de carácter subversivo o disociadoras”, sino también a los “que en forma abierta, encubierta o solapada preconicen o fomenten dichas actividades” y agregaba también a aquellos “que constituyen un factor real o potencial de perturbación del normal funcionamiento del organismo al cual pertenecen”.

La política restrictiva de ingresos que implementó el Ministerio de Cultura y Educación para el año 1977 comenzó a vislumbrarse hacia el mes de septiembre de 1976, cuando se informó de manera oficial que se establecerían exámenes de ingreso y cupos establecidos según “necesidades nacionales y regionales de recursos humanos”.

Pedro Sanllorenti es el actual Secretario General de ADUM. Originalmente de Tandil, arribó a la ciudad en 1979 para estudiar Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Aunque en ese momento era estudiante, pudo presenciar en su trayecto formativo las experiencias de los docentes en estos momentos de la dictadura. 

Según relató, el clima que se vivía en la universidad era muy tenso y las autoridades imponían ciertas conductas en los profesores, “les bajaban la línea y ellos la internalizaban aunque no fueran así”, dijo Sanllorenti. 

Era común que los docentes pusieran trabas para dificultar el avance en los estudios de los estudiantes: “Por cualquier pavada te echaban del práctico y tenías el ausente”, dijo Sanllorenti que agregó, “eran personas que después las tratamos en democracia y su actitud fue totalmente distinta, pero en ese momento era como que los tenían apretados”.

Además tanto estudiantes como docentes tuvieron que lidiar con la presencia de servicios de inteligencia en la planta docente: “había docentes en la universidad que eran servicios de inteligencia, de algunos te podías dar más cuenta, de otros nos dimos cuenta más adelante, eran tipos de la armada, que estaban dando una materia perdida de biología Eso en la carrera mía pero en todos lados había”, declaró el secretario.

Ya a partir de 1980 se produjo una relajación leve de los niveles de control y empezaron a funcionar algunos órganos de participación estudiantil y docente, aunque no tenían voto: “El decano interventor y formó un cuerpo de delegados, pero con estudiantes que elegían el y sus profesores más allegados”.

La vuelta de la democracia y los antecedentes de un gremio

La democracia retornó en 1983, y “ni bien entra Alfonsín nombró a los rectores y estos a los decanos normalizadores. La misión de esos rectores y decanos normalizadores era transitar el tiempo necesario para que hubiera concursos docentes y una vez que la planta en un porcentaje del 60 ó 70% estuviera concursada, convocar a elecciones y ahí si ya se iban a elegir los decanos y al rector”, relató Sanllorenti que estuvo presente en todos esos movimientos y que además resaltó la importancia de que los derechos de los docentes “empezaran a restituirse rápidamente”.

En la UNMDP fue designado como Rector Normalizador Francisco Iriarte, cuyas primeras medidas estuvieron orientadas a revertir la realidad heredada de la dictadura con los principios reformistas. De esta manera rápidamente constituyó un consejo superior con los claustros estudiantil y docente ya su vez los consejos académicos de cada facultad. Estos no eran cómo los de hoy en día pero sí un intento de restaurar aquellos órganos de participación democrática.

Se llamaba CANC: consejo académico normalizador consultivo. Había docentes, graduados y estudiantes en ese consejo pero era consultivo”, explicó Sanllorenti.

Fue en ese contexto de movimiento que los docentes se empezaron a organizar y conformaron lo que fue la Asociación de Docentes e Investigadores (ADI) de la UNMDP.En realidad en vez de generar las bases de un sindicato en realidad estaban más preocupados de que se llevaran a cabo los concursos de la manera en la que debían llevarse a cabo y que hubiera la posibilidad de elegir autoridades una vez que se hicieran esos concursos”, comentó el Secretario.

Esa misma ADI fue la que logró que en 1984 se hiciera en Mar del Plata el congreso que aprobó el estatuto original de la Federación Nacional de Docentes Universitarios, ahora más conocida como CONADU, y además integró la Comisión Directiva. “Fundada en noviembre de 1984 con el nombre de Confederación Nacional de Docentes Universitarios, aprobó su estatuto el 13 de abril de 1985 en un congreso en el Sindicato de Radioeléctricos de Mar del Plata, con la asistencia de representantes de 24 universidades”, dice el estatuto original de la Confederación.

La normalización universitaria terminó el 30 de abril de 1986 cuando se consagró en Asamblea Universitaria al primer rector electo de manera democrática, Javier Rojo. En ese momento además se aprobó el estatuto de la UNMDP, en el que trabajaron sobre todo los docentes: “Es un estatuto que se copió bastante del de La Plata. Tiene pinceladas de otros lados pero si vos mirás estatutos de otras universidades, yo lo considero bastante de vanguardia por el porcentaje de la representación estudiantil y porque el claustro docente es único y da lo mismo ser ayudante que titular o jefe de trabajos prácticos para integrar las listas”. 

En ese contexto ADI se disolvió, “se desdibuja, estaban trabajando para eso y una vez que se logró perdió su sentido de ser”, dijo Sanllorenti sobre este antecedente.

Luego de un paréntesis sin organización docente, en el contexto inflacionario de 1986 empezaron las movilizaciones de la CONADU y otros sindicatos docentes. En Mar del Plata los docentes, “sin estar en CONADU y sin tener sindicato hacíamos asambleas y adherimos a esos paros”. Fue el conflicto que inició en agosto de 1987 y culminó un año después el que puso en evidencia la necesidad y urgencia de los docentes, que poblaban las asambleas, de formar un gremio. “Se forma la Comisión de Docentes Interfacultades (CDI) que en el 87 nos organiza”, desarrolló Sanllorenti.

Foto: ADUM

Fue una estructura provisoria con representantes de la mayoría de las unidades académicas, que estuvo presidida por la Facultad de Ingeniería y que estableció un plazo de un año para la elaboración de un Estatuto. “Estuvimos hasta fines de agosto del 88 en la comisión redactando el estatuto de ADUM que ahí sí presentó al ministerio de trabajo”, comentó Sanllorenti que en ese momento ya se desempeñaba como docente y vivió todas estas transformaciones.

Y fue así que el 31 de agosto de 1988 se aprobó formalmente el Estatuto y a fin de año se realizó la primera elección.

FOTO: PRIMERA COMISIÓN DIRECTIVA DE ADUM

ADUM y la lucha por la carrera docente

Con el inicio de ADUM empezó a forjarse lo que fue una de las etapas más reivindicativas de los docentes, “más gremiales” cómo explicó Pedro Sanllorenti. Una de las demandas fue que no se reconocieran los concursos de la dictadura: “obviamente no se podía presentar nadie y los que ganaban esos concursos estaban puestos por los decanos y rectores interventores”. Si bien con el retorno de la democracia se reconcursaron la gran mayoría de los cargos, todavía quedaban algunos de esa época.

Finalmente esto se logró y se destituyó de sus puestos a todos aquellos nombrados a dedo en esa época.

Luego de las etapas de concursos se empezó a gestar la idea de la carrera docente. Con la democracia había vuelto a entrar en vigencia el sistema de concursos de la Reforma Universitaria de 1918: los profesores universitarios eran designados por el Poder Ejecutivo Nacional de entre una terna elevada por la universidad, luego de un concurso realizado por ésta. Y si un docente era designado por segunda vez, se hacía acreedor del cargo de manera definitiva. 

Con el golpe de estado de 1955, autodenominado “Revolución Libertadora”, entró en vigencia la periodicidad absoluta de cátedra en el decreto 6403, estableciendo en su artículo 26 que “las cátedras serán ejercidas por períodos limitados, y los plazos y condiciones serán reglamentados por cada universidad”. Es decir que, todos los que concursaron tuvieron un período de designación determinado y cuando se terminó se debía volver a concursar. Este es el régimen que se extendió hasta la vuelta de la democracia. “Osea estabas cuatro o seis años y después te echaban y tenías que volver a entrar. Eso no existe en ningún lugar, en ningún trabajo”, dijo Sanllorenti.

“Desde 1983, distintas agrupaciones reformistas han reivindicado, errónea o intencionalmente, este sistema de expulsión periódica como la periodicidad de cátedra promovida por los reformistas del ‘18. Hace 30 años, nuestra federación intenta demostrar que éste es un grave error y que el mecanismo apropiado para la designación y permanencia de los docentes es el de la carrera docente”, afirmó Sanllorenti.

En ese contexto empezó la campaña por la carrera docente: en todo el país se empezó a discutir, promovida por los sindicatos que estaban enrolados en la CONADU. “Lo que proponíamos era una carrera docente con uno o dos concursos, evaluaciones periódicas para permanecer y en lo posible alguna evaluación o concurso para ascender”, dijo el Secretario General de ADUM.

Fue en la Universidad Nacional de Mar del Plata que se realizaron las “Primeras Jornadas Nacionales sobre Carrera Docente” en el año 1993, donde fueron protagonistas docentes de todo el país y ADUM tuvo un rol preponderante en su organización y participación. La Universidad Nacional de Mar del Plata, desde 1994, y ratificado en el 2004, cuenta en su estatuto con Carrera Docente.

FOTO: EL DOCUMENTO QUE ESTABLECE LA CARRERA DOCENTE EN LA UNMDP

Producto de la acción gremial se fueron sumando instituciones que adoptaron el sistema de carrera docente. “Eso va pasando en otras lentamente en la década del ´90 y ya para principios del 2000 había unas 10 o 12 universidades con carrera docente”. 

La propuesta de la carrera docente fue innovadora porque combinó la necesaria búsqueda de calidad académica con la posibilidad de reconocerle al trabajador que realiza cabalmente su tarea la estabilidad en su cargo. Y es esta posibilidad y condición la que garantiza la libertad académica. Ninguna otra actividad laboral de las que se realizan en dependencias del Estado tiene esta característica. 

Hoy en día el régimen de carrera está establecido en el Convenio Colectivo de Trabajo de los docentes universitarios y es ley para todas las universidades del país -excepto la UBA. Y de esta lucha y logro fueron protagonistas los y las docentes de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

El convenio colectivo de trabajo

Desde 1994, ADUM fue una de las principales promotoras del Convenio Colectivo de Trabajo y, como dijo Sanllorenti “unos de los coordinadores de la comisión de redacción del primer borrador aprobado en el Congreso de la Conadu”. El convenio se firmó en el 2014 y el decreto presidencial en 2015. 

Con él se estableció que todas las universidades del país, existentes y por crearse, tienen carrera docente. Además igualó criterios y su implementación pretende “lograr el reconocimiento efectivo de los derechos y obligaciones laborales”.

Se establecieron cuestiones del tipo de cargos docentes, categorías y tipos de dedicación para el cumplimiento de sus funciones.

Asimismo a lo largo del convenio se detallan derechos, deberes, prohibiciones, incompatibilidades, régimen disciplinario, licencias, justificaciones y franquicias y a su vez, “se establecen los requisitos para el ingreso, carrera docente, permanencia en los cargos, ascenso, cobertura de vacantes y remuneraciones”.

La firma de este convenio marcó la conclusión de una de las luchas más importantes de las agremiaciones de docentes universitarios a nivel nacional, y de ADUM en particular. El punto de partida de la lucha por la obtención de estos derechos puede remontarse a aquella última dictadura cívico militar.

Memoria, Verdad y Justicia

ADUM tuvo un rol preponderante en el registro de desaparecidos de la ciudad de Mar del Plata: “Hicimos los primeros registros, pusimos unos DVD que pasamos por todos lados. Fue la primera vez que se veían las caras en secuencia. Buscamos fotos y datos... Nosotros llegamos a 300 y a partir del 98 o del 2000 los hijos de desaparecidos tomaron la posta de muchas cosas y siguieron laburando”.También durante mucho tiempo formaron parte de la organización de las marchas del 24 de marzo. “A veces bastante en soledad, muchas veces con los organismos de familiares. Los actos del 24 de la década del 90, fines de los 80 eran reducidos, frente a la catedral, no iban más de 100 o 200 personas y ahí estábamos nosotros pasando ese video”, contó Sanllorenti.

También nos comunicamos con María Paula Giglio, vicedecana de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño y ex Secretaria de Cultura y Derechos Humanos de ADUM. Fue una de las encargadas de llevar adelante proyectos de reparación histórica y acciones enmarcadas en la lucha por “Memoria, Verdad y Justicia”.

Giglio comentó que estos procesos de reivindicación de la memoria se observan en dos ordenanzas del consejo superior de la UNMDP. La primera de ellas fue el proyecto elaborado por la Secretaría de DDHH de ADUM, deReparación histórica de los legajos de los trabajadores docentes y personal universitario detenidos-desaparecidos asesinados y cesanteados por motivos políticos de la Universidad Nacional de Mar del Plata”. 

La iniciativa se presentó junto a la Asociación del Personal de la UNMDP ante el Consejo Superior y fue aprobada por unanimidad en noviembre de 2015. En su interior el proyecto contempla “la necesidad de reconstruir colectivamente nuestra identidad y fortalecer la Memoria de lo que ocurrió en Argentina, y particularmente en esta Universidad, para que en los legajos quede asentada la verdad de lo que pasó con nuestrxs compañerxs, y en ese camino seguir acompañando a las víctimas y a los familiares en el pedido de Justicia”.

Giglio explicó que “la reparación del 2015 involucró primero el listado de víctimas desaparecidas o asesinadas y en ese no distinguimos si era estudiante, docente o no docente. Y además es esa primera construcción del listado lo que nos interesaba era confirmar la vinculación con la institución, no importaba de qué manera. Esto se hizo en conjunto con la Cátedra Abierta de Derechos Humanos”. El trabajo que llevaron a cabo siempre fue cotejando los nombres con el Espacio Faro de la Memoria, que es quien tiene los listados oficiales directamente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

FOTO: SANLLORENTI EN UN ACTO DEL 24 DE MARZO CON LA PRESENCIA DE UNA DE LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO

“Acá fue muy fuerte el tema del testimonio”, dijo Giglio y explicó que muchas veces los nombres no existían en los listados con una vinculación de la universidad, pero que alumnos de esa época con sus experiencias aportaron información muy valiosa. 

“Una ex estudiante de arquitectura de esa época se acercó y me dijo que ella había tenido un docente que era viajero: Santiago “Gus” Ghigliano Acosta. A partir del caso que ella me aporta nos acercamos a la facultad, en ese momento como docente y como parte de ADUM, a consultar. No había registros de ese docente entonces pedí a la dirección de estudiantes que chequeara los libros de actas. Se me ocurría que si era docente posiblemente hubiera dejado una huella en los libros de actas”. Finalmente se encontraron actas firmadas por él y posteriormente apareció el legajo en los archivos de la universidad. La información no estaba digitalizada y se hubiera perdido de no ser porque “este docente seguía vivo en la memoria de esta ex estudiante”.

El legajo fue pasado al banco de datos y se incorporó al listado que estaban construyendo. “No tenía el dato la facultad sino que nosotros se lo aportamos a ellos. Así hubo muchos casos”.

La segunda ordenanza del consejo superior fue en el 2016, por el 40°aniversario del golpe. Se conformó la Comisión Organizadora de las acciones para conmemorar en la UNMDP esta fecha, y ADUM a través de su secretaría fue parte de ella. Entre las acciones que se llevaron a cabo, se renombró como “Plaza de la Memoria” a la Plaza Seca del Complejo Universitario Manuel Belgrano y se emplazó en ella un Memorial donde se pueden leer los nombres de las víctimas docentes, no docentes y estudiantes. 

Foto: ADUM

Al día de hoy, hay 94 nombres en ese memorial, de los cuales 23 son docentes, incluídos en ellos los ayudantes estudiantes. “Este es un listado abierto, esto se sigue construyendo. Vamos incorporando nombres a medida que aparecen y vamos agregando fotos a los legajos”

Giglio compartió las palabras que enunció cómo parte de su artículo en la revista de los 30 años de ADUM: “En el armado de este listado, que está abierto porque es posible que surjan nuevos nombres, nos hemos encontrado con seudónimos, apellidos mal escritos, nombres que faltan y que se recuperaron gracias a la historia oral, como ocurrió con la incorporación del nombre de un docente de Arquitectura, Santiago “Gus” Ghigliano Acosta. Pero principalmente, nos hemos encontrado con parte de sus historias en la Universidad, sus amigos, sus amores, sus rostros, sus luchas y el reconocimiento de sus contemporáneos”.

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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