Desde el fonógrafo a las nuevas plataformas

 

Por Lucía Etcheverry y Camila García*

La historia de la reproducción y grabación del sonido comenzó hace 140 años. En 1877 Tomás A. Edison creó el fonógrafo. Esta forma de reproducir sonido se hacía de forma analógica, las vibraciones de las ondas sonoras movían una aguja que trazaba un surco en un cilindro y al invertir el proceso se reproducía lo que se había grabado. Podía registrar un máximo de 2 minutos y reproducirlos unas 50 veces porque luego de este tiempo las hendiduras se volvían ilegibles. Estos aparatos se utilizaban mayormente en lugares públicos y para grabar discursos políticos.

En 1887, Emile Berliner, desarrolló el gramófono que permitía registrar el sonido en un disco plano, con música en ambas caras. Su ventaja era la reproducción masiva ya que con base en un único molde se podían realizar miles de copias.

A partir de ese momento, Edison comenzó a perfeccionar el material de sus cilindros logrando un mejor sonido que los discos de Berliner. Esto generó una disputa conocida como la primera guerra de formatos de la historia de la música: batalla perdida por Edison en 1910. Desde entonces, el gramófono ganó mayor popularidad logrando consagrarse como el primer formato musical que se vendió masivamente y llegó a los hogares de todos. De allí nacieron los primeros álbumes, en los que se guardaban los 4 discos necesarios para registrar una sinfonía.

La empresa Columbia Records presentó el 10 de junio de 1948, los primeros LP (long play, “larga duración” en inglés) de vinilo. Estos nuevos discos eran más duraderos y, además, contenían la misma cantidad de música que 4 discos de un viejo álbum. Cada cara tenía una reproducción de hasta 22 minutos. Esto generaba más comodidad y accesibilidad para escuchar música y, a su vez, a los artistas los incentivaba a crear una nueva manera de componer.

A partir de la modernización de los gramófonos que evolucionaron para adaptarse a los vinilos, con una aguja más fina y un brazo más ligero, reproduciendo el sonido con más fidelidad y menor ruido superficial, se convirtieron en la base del actual tocadiscos. Luego de casi 50 años, después de desaparecer abruptamente hacia finales del siglo XX, volvió a tener vigencia en la actualidad.

Con este invento la reproducción de música con discos de vinilo pasa a ser mecánica, a través de unos imanes que hacían girar el plato donde se apoyaba el disco y con la posibilidad de regular el volumen. Al principio, debido a los elevados precios, solo los tenían los ricos, instituciones o estaciones de radio. Pero con el tiempo, se crearon reproductores de discos de vinilo más económicos, hechos de otros materiales, ganando así más popularidad en casas de clase media-alta. Además, también se crearon, con el tiempo, tocadiscos semi automáticos que, al terminar el disco, levantaba el brazo de la aguja automáticamente y se apagaba el motor que lo hacía girar.

Mientras el gramófono no perdía su fama, en 1935 la empresa alemana Telenfunken AEG presentaba el innovador magnetófono K1, que registraba las ondas sonoras sobre una cinta magnética fabricada por la empresa química BASF, también alemana. Su ventaja era la grabación rápida de un sonido y la reproducción inmediata, algo que revolucionó principalmente a la industria radial. Un ejemplo de su utilización fue a través del partido Nazi, con el cual difundían mensajes propagandísticos a través de la red de emisoras. Pero su mayor popularidad se generó gracias al rock and roll, un nuevo género musical que comenzaba a explotar las posibilidades creativas de esta nueva tecnología, cortando pedazos de cintas y reproduciendo sonidos al revés.

En 1963, la marca Phillips lanza los primeros casetes. Este dispositivo era mucho más económico que los anteriores, tenía mejor calidad de sonido y era el primero que reproducía música en un dispositivo compacto. Gracias a la aparición de este dispositivo, en 1979, comenzaron a comercializarse los walkmans que eran un aparato portátil con auriculares para reproducir la música que contenían los casetes. Luego de 5 años la compañía Sony le agregó a este reproductor de música un sintonizador de radio AM/FM lo que lo hizo crecer en popularidad.

En simultáneo a la creación del walkman comienzan a entrar en el mercado los CDs. En 1979 gana popularidad este dispositivo con la posibilidad de grabar contenido con láser, algo inédito hasta el momento. Enseguida comenzó a ser utilizado para la industria de la música debido a su mejor calidad de sonido y la grabación digital. Pero no solo se hizo popular por la posibilidad de grabar música, sino, porque además podía almacenar fotos, videos y archivos. En 1984 de la mano del CD nace el discman, un aparato similar al walkman, con auriculares y portátil para escuchar este tipo de formato.

La forma de reproducir música siguió buscando mecanismos más cómodos y de mejor calidad y es así que, 10 años después, nace el mp3. El MPEG-1 Audio Layer III, conocido como MP3, ocupaba un 10% de almacenamiento que los aparatos que lo antecedían. Este dispositivo contaba con una memoria interna en la que se cargaba música a través de un USB conectado a una computadora. En 2001, y siguiendo con la evolución, se creó el Ipod, un dispositivo de la compañía Apple que se destacó por contar con una pantalla más grande y con la tienda ITunes que permitía descargar música online.

Música a la carta 

En el año 2008, con el avance de la tecnología y los smartphones, nace la aplicación que revolucionará la forma de escuchar y almacenar música: Spotify. Una compañía sueca pionera en la música on demand (“música a la carta”). Permite almacenar la música o los podcasts en la nube para que los usuarios se creen un perfil y puedan escuchar lo que quieran donde quieran, además de poder descargar el material auditivo. El algoritmo, a su vez, recomienda lo que podría escuchar cada uno según lo reproducido previamente y sugiere también los artistas relacionados con su música. Es como llevar tu viejo walkman a todas partes. En cuanto a las suscripciones para contar con el formato Premium, es de un bajo costo.

La versión Premium te brinda la posibilidad de descargar tu música favorita y escucharla incluso sin datos móviles o wifi en el celular/computadora/tablet. Además, se puede cambiar de canción las veces que quieras. En cambio, la versión gratuita te permite escuchar las canciones de manera aleatoria, cambiar de canción una cantidad limitada de veces y reproducirlas únicamente con internet. Otro de sus límites es que podes tener solo 15 playlists (listas de reproducciones). Como también, las publicidades entre cierta cantidad de canciones.

Paralelamente a la evolución de las redes sociales, Spotify tuvo que adaptarse y aliarse con estas nuevas plataformas. En 2016, se aliaba con Facebook generando la posibilidad de que sus usuarios pudieran compartir música a través de Messenger. Al poco tiempo, generó un vínculo con Twitter para que se puedan reproducir las canciones de Spotify sin salir de la red social. Cerca del año 2018, se acopló a una nueva red social, Instagram, en la que se permitía compartir música en las historias. Actualmente, se puede añadir una canción en las publicaciones, además de los reels en los que ya existía la posibilidad.

La adaptación de los músicos a las nuevas plataformas

Hasta hace unos pocos años, se necesitaba un estudio de grabación con una gran infraestructura para obtener el mejor sonido. Hoy se puede crear música desde una computadora, un celular y las miles de herramientas y aplicaciones existentes que transforman los sonidos en calidad de estudio.

Con la ansiedad del querer todo ya y el consumismo inmediato es que los nuevos medios para sintonizar y guardar nuestra música preferida han cambiado no solo nuestra rutina sino también la manera en la que los músicos crean y graban sus nuevas canciones. Se puede encontrar a cualquier artista, aunque no sea de los más populares, en plataformas como Spotify o YouTube, las más consumidas por los usuarios. Con un solo click se reproduce el tema que quieras mostrarle a un amigo, escuchar con tu familia o compartir en tus redes sociales. Aun más, en la actualidad, la música es la expresión de nuestro estado de ánimo, y nos ayuda a animarnos a compartirlo con todo el mundo.

El acceso inmediato, abierto y democrático de la música determina una mayor especialización de la audiencia, ya que por elección reproducimos lo que queremos escuchar. A su vez, esta difusión masiva gracias a internet, les permite a los artistas tener mayor alcance y difusión utilizando sus propias redes sociales, incluso, sin invertir en dinero para publicidad ya que es optativo.

También existe la visión más negativa, de un músico como Baltasar Comotto, guitarrista de Spinetta, Calamaro y el Indio Solari que en entrevista con DW dijo:

“Los músicos somos rehenes de las plataformas de streaming porque la retribución a muchos artistas es mínima y no es suficiente para que el músico pueda seguir haciendo discos. Las compañías tampoco financian discos como en los años noventa, cuando era más común, hoy lo tenés que hacer todo vos”

Como todo lo que trae el avance de la tecnología, siempre hay personas que están a favor y otras que no. Los discos siguen vendiéndose, pero es cierto que ya no al nivel en el que se vendían hace 10 años. Las plataformas están ganando cada vez más terreno y esto preocupa a los artistas que no se sienten cómodos con lo digital. Sin embargo, es una buena forma de que nuevos artistas difundan su música, por ser las plataformas gratuitas, y les permite tener la posibilidad de que la gente lo conozca y su música suene en muchos lugares.

 

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

También puede gustarle...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *