Ellas necesitan trabajar pero el patriarcado no se los permite
Por Valeria Moreno*
Buzas, oficiales maquinistas, marineras, cocineras, capitanas, oficiales de cubierta, inspectora, todas son trabajadoras de nuestro extenso mar con libreta y permisos para ejercer. Con excelente formación en las distintas escuelas del país, sin embargo, la mayoría de ellas están desempleadas, son discriminadas por el hecho de ser mujeres y las que pueden navegar enfrentan violencias, acosos y abusos sexuales por parte de sus compañeros varones.
Son muy pocas las mujeres que logran ser aceptadas en trabajos desempeñados por hombres. Cuyos trabajos se ven obligadas a duplicar sus esfuerzos y sufren discriminación por parte de las empresas, gremios y colegas del sexo masculino. Mantener silencio es moneda corriente, denuncias por acoso y abuso sexual que se llevan a cabo dentro de las embarcaciones no pueden ser reveladas, hacer de cuenta que no pasaron es la solución para no quedarse sin trabajo.
Nancy Jaramillo: La Sra del Mar
Nacida en Trelew, proveniente de una familia muy humilde, creció en una villa en Puerto Madryn junto a sus cuatro hermanos, sin techo, lo único que tenían era un auto, donde vivieron durante un tiempo. Su primer trabajo fue a los nueve años, vendía agujas e hilos en la calle.
La maternidad le llegó de muy joven, con 17 años y desesperada por conseguir un sustento económico para su único hijo Ammiel, tomó la decisión de sumergirse en un mundo que era totalmente desconocido para ella: la pesca. Sin descanso, trabajada de mañana y estudiaba de tarde para conseguir su libreta de embarque. Con solo 19 años pudo salir a navegar como camarera en un ambiente muy hostil. Con la esperanza y el anhelo de llegar a ser quien comande un barco se empezó a perfeccionar.
Remarca que ese camino no le fue fácil, sufrió todo tipo de abusos e insultos, situaciones poco agradables, nos relata: “Una noche, mientras dormía, un oficial entró a mi camarote, me tapó la boca, se me subió encima y me manoseó. Fue una situación espantosa, no tenía forma de defenderme. Al otro día me llamó el capitán para decirme cómo una puta como yo podía ensuciar el buen nombre de un padre de familia. El tipo se adelantó pensando que lo podía denunciar y le dijo al capitán que yo lo había provocado. Agaché la cabeza y no pude decir nada, se me caían las lágrimas, nadie iba a creer lo que había pasado realmente.”
Tras enfrentar todo tipo de adversidades logró llegar a la meta y cumplir su gran sueño. El debut como capitana de relevo fue en 2013 al mando del buque “Miss Tide”. Se desempeñó como oficial en seis embarcaciones y como capitán en dos. Tres años más tarde pudo abrirse camino hasta quedar efectiva como capitana del “Erin Bruce”. Hoy, con 44 años, Nancy está a cargo del buque “ESEMAR IV” como Capitana oficial.
Lucia de Pascuale: “Hacia el mar profundo”
Embarcada desde hace unas semanas, costeando las Islas Malvinas, y anhelando llegar pronto a tierra, Lucia de Pascuale nos cuenta su historia. Oriunda de Jujuy, tiene 38 años y desde hace más de dos décadas es buza profesional. Además, es la única buza profesional especialista en grandes profundidades de Latinoamérica ya que posee la mayor categoría de buceo y puede sumergirse a 300 metros de profundidad. Con mucho esfuerzo y después de 18 años de estudio, alcanzó esta calificación, sin embargo, en estos momentos trabaja como inspectora.
A los 17 años se mudó a Buenos Aires en busca de un empleo acorde a su profesión. Durante 10 años trabajó en la pesca artesanal de mariscos bajo la modalidad de buceo. Precarizada y sin ningún derecho laboral, Lucia vivía en una casa rodante. “Sin ART, sin un seguro de vida, buceando con descompresión, algo que está prohibido por Prefectura porque no hay una cámara hiperbárica para respirar”, detalla.
Luego de un accidente de descompresión y preocupada por su situación decide estudiar para sacar la mayor categoría en buceo. Regresa a Buenos Aires para finalizar sus estudios donde obtiene el mayor grado en buceo en la Escuela Nacional de Salvamento y Buceo donde la condecoran por ser la primera buza en Latinoamérica que puede sumergirse a 300 metros de profundidad. Pero lamentablemente, ni teniendo el mayor grado en esta profesión pudo conseguir trabajo.
A raíz de esto, se empieza a contactar con el resto de las buzas que hay en el país (por el momento solo son 10) para entablar comunicación y unión entre ellas. Le propusieron a la Asociación de Buzos Profesionales que impulse la contratación de mujeres a las empresas, pero con un tono angustiante Lucia agrega “el gremio desestimó todo lo que presentamos”. Decidió ir por más y se contactó con todas las trabajadoras del sector marítimo, fluvial y lacustre que se encontraban en su misma situación. Todas ellas contaban el mismo relato, primero el rechazo por el simple hecho de ser mujer y segundo los maltratos, los abusos y acosos que debieron soportar por parte de compañeros de trabajo. Se encontró que no estaba sola y para poder agruparse fundó la Asociación de Mujeres de la Actividad Marítima, Fluvial y Lacustre ( AMAMFYL).
“Me acosaron miles de veces, ahí en Comodoro, era terrible… nunca me violaron poe suerte”, en palabras de Lucia.
Situaciones que la motivaron a seguir golpeando puertas para ser escuchada, hasta que dio con Cecilia Moreno, integrante del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, quien enseguida escucho su reclamo. Con el apoyo de más de 50 mujeres en todo el país, Lucia pudo visibilizar algo de lo que viven estas mujeres día tras día.
Siempre que se cuenta una historia, también se rescata el lado positivo, entre risas y algo de complicidad, Lucia nos dio la primicia que va a ser partícipe de un documental que reunirá a 10 buzas del mundo. Sera transmitido por una reconocida plataforma de streaming y las filmaciones comenzaran principios del 2022. Por el momento no se pudo confirmar la fecha de estreno ya que se continúan con los castings, pero afirmar que el proyecto se llama “Buzas: el documental”, y agrega que tendrá la posibilidad de contar su historia al mundo.
Gisela González: A toda máquina
Gisela es oficial de máquinas fluviales egresada de la Escuela Nacional Fluvial, tiene 33 años, casada con un marinero hace ocho años y tiene dos hijos. Proveniente de una familia de muy bajos recursos, significó un gran sacrificio poder completar su formación. Sus estudios no fueron totalmente gratuitos, su mamá, enfermera de profesión, la ayudaba con lo que podía. Cuando estuvo lista para embarcar se anotó en la lista laboral del gremio. Luego de esperar varios meses consiguió un embarque en un buque pesquero.
Desde ese primer viaje no volvió a conseguir otro trabajo y tuvo que abandonar el mar, con tono angustiante dice: “como les pasa a muchas compañeras, desisten de su profesión y eligen otra carrera u otro trabajo, para mí fue muy difícil porque extrañaba todo lo que había estudiado, lloraba cuando sentía el olor del mar. Soñaba con el mar”
Esperó varios meses, su situación no mejoraba, Gisela continuaba sin trabajo. Decidió viajar a Mar del Plata en busca de un barco. Al llegar a la ciudad observo que el panorama no era lo que le habían dicho, ilusionada con conseguir un empleo se anotó en cada lista que podía. Empezó a caminar por cada muelle del puerto para hacer changas a la par de otros desempleados que buscaban empleo. Lejos de su familia, durmiendo a la intemperie y comiendo de lo que le suministraban algunos marineros, luego de una semana logró embarcarse, no era fijo solo temporario.
Una mañana el secretario de la seccional de Mal del Plata la interceptó en la calle y comenzó a gritarle, Gisela tuvo pánico y cuando terminó su contrato temporario abandonó la costa, regresó a su casa y lo denunció ante el INADI donde también denunció otra situación que vivió en 2014 cuando tenía 25 años, explica: “Era muy joven y nueva en el ámbito laboral, en ese momento no supe que hacer ni a donde denunciar. Me subí a un barco y el primer oficial de cubierta se metió en mi camarote e intentó violarme”. Recuerda que, en ese entonces, en el bolsillo de su mameluco siempre llevaba una navaja ya que en la escuela le enseñaron que tenía que tener una herramienta cortante por si se enredaba los pies o necesitamos cortar algo de urgencia. Jamás pensó que la tenía que utilizar para defenderse, tal fue el desamparo y el medio que le genero que estuvo sin poder navegar por un año.
Actualmente, Gisela continúa profesionalizándose, cursando dos tecnicaturas: de control y automatización y otra de construcciones navales, con el fin de encontrar un empleo efectivo.
Cecilia Moreno: Con proa a un nuevo marco jurídico
Trabaja en la subsecretaría de nación que pertenece al Ministerio de Ganadearía, Cultura y Pesca desde hace 25 años, coordina un sector dentro del área control, además es militante y delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) desde hace 13 años en el área de pesca.
“La primera necesidad de estas pibas es trabajar para lo que ellas se prepararon, estudiaron y para lo que soñaron, me parece que desde ahí le podíamos dar una visibilidad a la problemática”
Mediante el Instituto Patria, Cecilia, conoce a muchas mujeres que se encontraban, y aún se encuentran, en condición de desigualdad laboral. A medida que iba escuchando sus reclamos, decide ayudarlas y toma la iniciativa. De este modo se refirió:
La iniciativa tiene como objetivo crear un régimen para promover el acceso, la participación, el progreso y permanencia de las mujeres en la flota pesquera nacional. De esta forma, se podría avanzar en la modificación del artículo 40 de la Ley 24.922, de Régimen Federal de Pesca, que explica cómo deben estar constituidas las tripulaciones en los buques. Junto con este reclamo se suma el proyecto declaración del Día Nacional de las Mujeres Marítimas (para acceder al proyecto completo presione aquí)
Acompañada por la senadora de Chubut, Nancy González, señaló que es muy importante este proyecto ya que existe un gran número de mujeres formadas para estas tareas pero no consiguen trabajo. Según datos suministrados por la Organización Marítima Internacional (OMI), un dos por ciento de mujeres están en la flota, pero de ese número el 92 por ciento está en los cruceros, no en la flota pesquera.
Este proyecto de ley también prevé que el régimen de promoción es para todos los puestos y tareas que se desarrollen dentro un buque pesquero, quedando incluidas aquellas que sean de jerarquía como capitanías y además establecería un programa de capacitación para el personal marítimo que dictará Prefectura Naval Argentina en conjunto con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad.
Luego de años de varios petitorios y de mantener reuniones con distintas mujeres del sector pesquero, se logró elevar este proyecto ley al senado, el cual ya cuenta con media sanción. Se espera que próximamente se trate en la cámara de Diputados por su posterior aprobación.
Nancy Jaramillo, Gisela González, Lucia de Pascuale y Cecilia Moreno debieron lidiar con los desafíos de “ser las primeras” en empleos que se consideraban “para hombres” en el marco de una cultura patriarcal, y son quienes continúan trabajando en pos de derribar prejuicios y buscar herramientas que permitan abatir la desigualdad por razones de género. Una problemática que traspasa límites, fronteras y con este proyecto se pretende visibilizar el rol y la presencia de las mujeres en el sector marítimo. Son muchas las historias que contar y dejan huellas, cicatrices, pero es tiempo de ponerle un fin a esta lógica machista.
*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.