MDQ Surf, la joya de Mar del Plata: los inicios de los hermanos Culini y Eugenio

* Por Lucia Castorina | Para el #MediaLab de Portal Universidad

A una buena idea nada la contrarresta, y Eugenio y Sebastián “Culini” Weinbaum esto lo saben bien. Cuando comenzaron, con solo un proyecto y mucha convicción, los inicios no fueron sencillos. Hace veinte años, el surf era un deporte cargado de prejuicios en la ciudad.

“Los padres no querían que sus hijos fueran al mar”, cuenta Eugenio Weinbaum. En aquel contexto, MDQ Surf nace con esperanzas compartidas: en primer lugar, el deseo de limpiar la imagen de la disciplina. En segundo lugar, a Eugenio lo motivaba la idea de promover su amado deporte en Mar del Plata.

“Nosotros queríamos hacer algo en serio, que difunda un deporte, que tiente e infunda curiosidad en serio. Un poco lo que nosotros tenemos en el ADN: la curiosidad que nos lleva a viajar por horizontes desconocidos”, cuenta.

Veinte años después, lejos está el surf de los estereotipos negativos que en un pasado lo limitaron. El crecimiento en la cantidad de personas practicando surf aumentó con el pasar de los años: “de cuarenta tablas que veías en la totalidad del mar, de repente había 100, luego 500…” explica Eugenio Weinbaum.

Hoy en día, el surf es un deporte olímpico. “Se desvirtuó el deporte en sí por el afán de la competitividad, pero, hoy, el padre que no quería que su hijo fuera al mar hoy lo incentiva a entrenar”, festeja Culini, y agrega: “En Mar del Plata, el surf se reivindicó”.

“Un quiebre fue cuando en el ‘93 ganamos un premio como programa deportivo con el surf, compitiendo contra disciplinas como el fútbol y básquet cuando muchos todavía no sabían lo que era el surf. Ahí, muchos empezaron a conocer, a tomar conciencia, se empezaron a conservar las playas…” cuenta.

“Eugenio es una persona visionaria, es un visionario. Cuando arrancó con esa idea de tener un programa de surf, era una locura total. Pero él estaba convencido y me convenció a mí, y me sumé. Aprendí yo más de él”, admite Culini.

“Siempre fui curioso”, expresa Eugenio. “Siempre tuve ganas de hacer algo, y una de las cosas que quería hacer era un programa de TV. Empezamos el programa con unos amigos, y les dije «bueno, yo soy el conductor». Y después me dieron un micrófono y yo no sabía ni qué decir. Yo pensaba que ser conductor era lo mismo que ser productor”, bromea el creador de MDQ Surf, ahora MDQ Para Todo el Mundo en sus redes sociales.

Con el pasar de los años y la experiencia, la visión sobre el programa fue evolucionando junto al crecimiento de los hermanos. Así lo expresa el mayor de los hermanos: “Intentábamos hacer el programa que realmente nos gustaría hacer, y todo esto hacía que la parte económica no fuera tan jugosa.

» Hoy en día, nos ponemos más exigentes con el tiempo y los lugares que buscamos y encontramos… queremos hacer algo que realmente cubra las curiosidades de la gente, responder ¿por qué el mundo es como es? Conocer un poco los rituales y lo que viven los vecinos no tan conocidos. Para algunos, será esta la cultura verdadera, y para otros será otra”, agrega.

Los inicios

“Yo me sumé dos años después”, dice Culini. “Eugenio empezó y me acuerdo del momento en que me dijo: «le voy a poner MDQ Surf al programa» y le pregunté porqué no MDP. Ahí me explicó que no se podía porque en la codificación, Mar del Plata es MDQ.

» Además, MDQ Surf era sinónimo de no ponerle Mar del Plata, por si, algún día, el programa traspasaba las fronteras: de ese modo, otras personas podrían sentirse identificadas”.

Eugenio es un fiel creyente de que “cuando uno está convencido de lo que va a hacer, no importa no saber siquiera cómo, a veces no posee las herramientas, pero sabe que va a pasar.. porque cuando uno está convencido, está consciente de que va a pasar”.

De esto, Culini opina que, como hermanos, hacen un buen equipo. “Nos complementamos: a mí me atrae mucho la altura, la velocidad, la adrenalina… y Eugenio tiene algo con los animales. A mí me da mucho más miedo, por ejemplo, cuando nos metemos a bucear con tiburones. Por eso, ambos nos animamos mutuamente, nos complementamos.

MDQ para todo el mundo, de verdad

Como su nombre indica, MDQ para todo el mundo es un programa que logró traspasar las dimensiones etarias y de género — se trata de un éxito que atrae a cualquier miembro de la familia. Pero al preguntar cómo lograron aquella proeza, Culini declaró que aquello “es difícil, porque los gustos son distintos y encontrar ese equilibrio en el medio es complicado”. Sin embargo, “nosotros no apuntamos a un segmento por casualidad, nos sale hacer esto y se dio bastante familiar, porque lo producimos a diario con nuestros hermanos. Es algo familiar que abarca varias generaciones, pero no está pensado específicamente para un segmento etario”.

“Al ser un programa familiar, abarca a todos”, agrega Eugenio. “Creo que, si algo es sano, interesante y divertido, intentamos cuidar el humor. Hacemos algo para todos y, un poco sin querer, esto logró que gente millenial nos mire, así como nos mira un nene de tres años. Todos los años captamos un público nuevo y esto nos sorprende, porque sin quererlo o lograrlo… es una gran sorpresa para nosotros”.

“No había mucho, en ese momento arranqué alquilando una cámara prestada de un amigo y empezamos a jugar”, cuenta Eugenio, “y teníamos que pagar un estudio para poder editar la cinta. Antes, las videocaseteras eran poco maleables, pero hoy, con los teléfonos, es el día y la noche de lo que era la cinta. Tenías que intentar mezclar un poco la música, pero era muy artesanal. Cuando lo veíamos fundido, no lo podíamos creer. Se editaba en tiempo real, no tenías la posibilidad de poner una pausa”.

La estrella del programa: su madre, Herminia

“Nuestra madre le dio una inyección de vida al programa: con 70 años, demostró que siempre hay algo para hacer y hacerlo bien. Ella fue la estrella, actuando era diez veces mejor que nosotros” admite Eugenio, el mayor de ambos Weinbaum.

» Pero más allá de todo eso, era la alegría que a ella le daba estar trabajando con sus hijos en una época que no tenía trabajo y no teníamos un centavo; y de golpe estar juntos en familia logrando algo que de a poco iba creciendo cada vez más era como tocar el cielo con las manos.

“Divina, un personaje, histriónica” asì define Eugenio Weinbaum a Herminia. “El hecho de que estuviera nuestra madre nos bajaba la imagen que la gente pudiera tener sobre el estereotipo de dos surfistas marplatenses. Nuestra madre ablandaba esos estereotipos y así se ganó el cariño de todo el país”

“Era una persona muy optimista”, cuenta Culini. “Capaz venía un huracán y te volaba todo el techo y ella decía mira qué lindo, se ve el cielo». Nos faltaba dinero, pero no lo notábamos”.

Sobre la comunicación en la actualidad

“Cada vez que nos llaman, cuando alguien precisa algo, siempre estamos”, cuenta Eugenio. “En parte, tratamos en lo posible de poder ayudar a cualquier persona que esté haciendo algo con ganas. Tratamos de brindar, aunque no nos sentimos cómodos apareciendo y yendo a programas de televisión, pero siempre estamos dispuestos a dar una mano”. Pero en el bolillo de pregunta surgió otra duda: ¿y de producir programas ajenos, qué opinan? Ante esto, dice: “tiene que convencernos la idea, tenemos que sentirnos cómodos… nos tiene que tentar, dar curiosidad. A veces, tenés que priorizar si te gusta hacerlo o no”, declara.

Culini, por su parte, expresó que no producen a terceros porque lo que ellos hacen es muy artesanal: “nos apasiona tanto que le dedicamos la vida entera, y si tuviéramos más horas en el día, también las dedicaríamos a eso. Es laburar de esto hasta que la suerte te pasa por al lado, y ahí la agarrás y no la soltás más”.

Pero tal como dijo Eugenio al comienzo de la entrevista, producir a largo plazo en un contexto en el que la televisión y la tecnología evolucionan en segundos es difícil. ¿Cómo hacen para mantenerse?

“Obviamente, envejecemos. Pero creo que lo que no permitimos es que envejezcamos por dentro. Lo que hacemos es un reflejo de lo que nos gustaría ver, lo que amamos hacer. No hay que perder el estado ni la convicción. Se trata de amar lo que haces y confiar en lo que haces. No es fácil pararse frente a una cámara, y antes quizás menos, que no habia teléfonos… no todo el mundo tenía una cámara”.

Pero algo que aqueja a los jóvenes que hoy en día dudan en comenzar en el medio es el cómo controlar el odio en las redes sociales. Ante esta preocupación, transmitida en pregunta por uno de los espectadores de la charla, Culini responde que “las redes se convirtieron en algo bastante cruel, que me imagino que de a poco se va a ir regulando… las redes sociales son algo nuevo, algo que todavía se está formando y aprendiendo. Es una genialidad, una herramienta increíble… pero es un arma de doble filo. La gente, en el anonimato, se vuelve más cruel, dicen cosas que en persona no se animarían.

» Pero me parece que es algo que con el tiempo se va a ir depurando solo. La persona que hace un comentario hiriente o negativo quedará expuesta. Se trata de algo orgánico, algo que con el tiempo se va acomodando. Me parece que todo tiene un tiempo o un proceso que no se puede adelantar”, opina Culini.

Para Eugenio, el de ahora “es el mundo que tenemos ahora y realmente es una herramienta brillante que te brinda la posibilidad de tener el conocimiento que antes no podías. Tenés el mundo al alcance de tus manos, y hay que saber aprovecharlo. La continuidad te da la posibilidad de seguir. Hoy en día, tenés acceso a una edición vertiginosa y podés hacer cosas ilimitadas, en donde el límite solo te lo pone la cabeza”.

Es la pasión lo que define el trabajo de los Weinbaum, y Eugenio continúa probándolo: “lo que siempre caracterizó lo que hacemos es siempre intentar hacerlo lo mejor posible, porque la gente que está del otro lado está esperando ver algo bueno. La producción es muy lenta y muy artesanal, realmente le ponemos amor, le ponemos la vida”.

Definitivamente, “vos podés tener la mejor filmación de mejor calidad, pero si a la gente no le interesa, cambia de canal”, afirma. “Hoy en día, todos tienen las herramientas para exponer una buena idea con las redes sociales. Si vos estás realmente convencido, no te puede parar nada ni nadie, porque vos sabés que eso va a ser y, entonces, aquello será”, insiste.

Anécdotas

Durante la charla, también hubo tiempo para que nos contaran anécdotas de sus travesías. “Hablábamos muy poco inglés”, admite Culini. “Lo básico del colegio y hasta ahí nomás… imagínate los dialectos, las tribus, los rituales… pero la gente se hace entender. Nos pasó con una tribu en Kenia, por ejemplo, que nos quedamos con ellos. Primero nos recibieron con un arco y flecha, o sea, nos fuimos”, bromea, ante la risa de los presentes.

» “Lo único que teníamos era un charango: la música une, amansa, genera amigos, genera situaciones… entonces, Eugenio fue con el charango y se acercó el Cacique a verlo. Empezaron todos a tocar el charango y así nos dejaron quedarnos. Nos habían brindado su lugar, estábamos felices. Pero vienen al séptimo día y nos decían: «¡MAPE, MAPE!». Y pensamos ¿será que dicen «mate»? y no, mape significaba que nos vayamos…” ríe.

Eugenio, por su parte, devela la verdad: “el inglés tampoco te sirve de mucho en tribus que no hablan inglés. La gente no habla idiomas que no sean el dialecto de ellos, y la música siempre nos ayuda un montón. Eso, y caer respetando. Las manos también son un lenguaje. Siempre con las manos abiertas, nunca en puño, las manos juntas y la expresión relajada… a veces, es mejor lograr algo y no interrumpir algo. Lo que hacemos nosotros no lo podes grabar directamente. Tenés que ir con una camarita que no moleste, no importa que salga borroso, lo que importa es que no los haga sentir inhibidos. Así, se sentirán cómodos y brindarán mucho más”, afirma.

La producción de MDQ para todo el mundo: ¿cómo sustentan los viajes y qué les depara el futuro?

“Tenemos una etapa de ser productores y de inversores en nuestro propio producto, en el que confiamos”, cuenta Eugenio. “Pero grabar una temporada de 13 capítulos nos lleva cuatro años. Y tener un proyecto de cuatro años es muy loco, muy arriesgado, es un proyecto de largo plazo en una época en donde la televisión evoluciona constantemente. La parte presupuestaria para hacer los viajes que hacemos tenés que bancarla previamente y buscar el equilibrio, si querés permitirte vivir y mantener a tu familia”, admite.

“Por ejemplo, este año decidimos no viajar como siempre, sino tomarnos… no un recreo”, aclara, “sino hacer algo a lo que nunca nos animamos. Así surge la idea de producir y actuar en una obra de teatro que vamos a hacer en Mar del Plata”.

Con un optimismo permanente, Culini opina que para ellos actuar en un teatro “es una aventura nueva, un pendiente que teníamos y que nos divierte mucho hacerlo. Nos juntamos con nuestros hermanos, con Chicho, que inventó el Canal 79, y nos divertimos, la pasamos genial. Y eso ya es un éxito, es un éxito todo el camino. Después, si viene gente o no… que nos hayamos divertido es haber logrado hacer algo grande y bueno”.

Pero si algo han heredado de su madre es la actitud que los caracteriza y hace que la gente perciba aquella energía desde que ingresan al salón. La obra de teatro está producida “con la misma espina dorsal que arrancamos el programa: hacer algo diferente. Estamos con un montón de cosas que no se pueden hacer en el escenario y ya las estamos haciendo: meter un bote, navegar en medio del escenario… queremos seguir con ese espíritu de, sin saber, al igual que arrancamos haciendo un programa de televisión sin saber, arrancar una obra de teatro. Y esto es malo y bueno a la vez, porque no te genera un prejuicio sobre lo que vas a hacer: lo imposible está en la mente de los cómodos”.

“Si a vos te gusta y te hace feliz ya está, ya sos millonario”, cierra Culini. “Pero también hay que ir buscando el equilibrio y la forma de cuadrarlo”, aclara Eugenio, “siempre teniendo confianza y rodeándote de gente que te sume”.

Claro está que el futuro les depara nuevas aventuras a los hermanos Weinbaum. Pero algo es cierto: lo imposible está en la mente de los cómodos, y contra el convencimiento nada lo puede.

*Estudiantes del MediaLab, primer Laboratorio de Redacción para Medios Digitales. Se trata de un sistema experimental que consiste en el trabajo periodístico, de producción propia, que desarrollan alumnos del Taller de Redacción para Medios Digitales, correspondiente a la Tecnicatura de Periodismo Digital que se dicta en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

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