Día del Canillita, un oficio en extinción que intenta resistir al paso del tiempo

La radio encendida. El mate de aluminio a punto de ser tomado. Lapicera en mano. Riñonera. Y una billetera con todo su contenido ordenado minuciosamente en orden decreciente. Así espera “Tito” Fara la llegada de aquellos sobrevivientes consumidores que aún van a su puesto a comprar el diario. Seguramente sin la intención de enterarse de algo nuevo ni de formarse sobre algún tema puntual de actualidad. Pero si como parte de una rutina que sigue llevándolos a una época donde, por ser pasado, quizás fue mejor.

En esta esquina hay una vida“, expresa “Tito” mientras le explica a un cliente que hoy es su día y el único diario que viste la mesada naranja es La Capital. Arrancó a los 12 años en el rubro. Su tío por parte materna fue el que inició la dinastía. Después lo siguieron su padre y sus otros dos tíos. “Yo me inicié con esto de chiquito, lo heredé y me hice en esto. Así que toda mi vida el único trabajo que tuve fue este. En su momento fue un muy buen laburo porque se vendían mucho los diarios, la gente se informaba solamente por esa vía y hoy por hoy cambió todo por la tecnología, esto ya dejó de ser negocio“, agregó.

La comparación se vuelve inevitable. De un puesto con empleados que no daban a basto a bajar el reparto del día y armar los diarios a volverse un espacio con menos circulación pero con la misma necesidad de subsistir. “El diario en realidad es lo que menos se vende hoy y nos estamos salvando un poco con las revistas que traen de todo, como cuchillos, tuppers y muñecos para los chicos”, destacó mientras señalaba las distintas variedades de objetos que le dan volumen al puesto.

Estoy acostumbrado a leer el diario de chiquito, entonces yo siempre los leo, siempre, todas las mañanas, pero la gente ya no. La tecnología fue la que nos está haciendo ser el fin de esta actividad porque nosotros los diarios que vendemos solamente nos compran la gente mayor, la gente bastante mayor.

Una mujer que llevó una revista para resolver juegos matemáticos y otra que frenó para ver de qué se trataba el nuevo juguete que traía la edición mensual de una editorial fueron las dos personas que se detuvieron en poco más de diez minutos, el tiempo que duró la charla. “Los canillitas han dejado su lugar porque no les conviene laburar de esto. Éramos alrededor de 540 vendedores y hoy no llegamos a 30. A medida que van dejando, llega la Municipalidad y desmonta los puestos”.

A modo de resistencia a ese correr del tiempo y cambio de paradigma, el dueño del puesto ubicado en la intersección de las avenidas Luro e Independencia mantiene su rutina tal como siempre. “Yo sigo levantándome a las 5. Si no vengo y abro no sabría qué hacer. Nunca pensé que la actividad iba a caer así, pero yo resisto, sigo acá. Esta es mi vida“, expresó con la voz llena de melancolía y sabiendo que el tiempo del canillita ya pasó para todos menos para ellos.

¿Por qué se festeja el Día del Canillita?

Desde 1947, el 7 de noviembre le rinde homenaje a Florencio Sánchez, periodista y dramaturgo que dirigió la obra Canillita, en la cual representaba a los chicos que vendían periódicos en la calle. Sánchez, que falleció el 7 de noviembre de 1910, los apodó de esa manera por sus piernas flacas y a partir de allí se los identificó de esa manera.

Por eso, y en su día, el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de Mar del Plata envió su saludo:

“Deseamos que todos los trabajadores de este gremio pasen un lindo día, pese a los malos momentos que vivimos, esperando que esta situación cambie para bien de nuestro país y para este trabajador que siempre está al lado de la gente, pese al frío, lluvia, calor y demás acontecimientos, sigamos en la lucha”, señaló el Secretario General, Juan Carlos Broggi.

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